domingo, 7 de abril de 2013

Científicas cocinan, limpian y ganan el premio Nobel - Valeria Edelsztein




Científicas cocinan, limpian y ganan el premio Nobel
(y nadie se entera)
Valeria Edelsztein
Siglo Veintiuno Editores

(Buenos Aires)

Científicas cocinan, limpian y ganan el premio Nobel (y nadie se entera), de Valeria Edelsztein ganó el Premio internacional de divulgación científica Ciencia que ladra- La Nación.
Valeria Edelsztein pone la lupa sobre los inventos, los descubrimientos y las innovaciones de esas mujeres - hijas, madres, esposas, hermanas y sobre todo, científicas - que se animaron a desafiar las convenciones y prohibiciones y cuenta sus apasionantes historias. Por ejemplo Marie Winckelmann-Kirch estudió astronomía gracias a un granjero que la adoptó. Ocurrió casi al final del siglo XVII. Ahí, conoció a su marido, un famoso astrónomo: Gottfried Kirch.
Él formaba parte del Observatorio Astronómico de Berlín, perteneciente a la Academia de las Ciencias y Marie lo ayudaba. Tanto lo ayudaba que Gottfried fue nombrado Astrónomo real gracias a sus calendarios astronómicos y a la observación de la Luna que lo hizo descubrir uno de sus cráteres (obviamente el cráter Kirch). Hasta que una noche de 1702, Marie hizo un gran descubrimiento: el "cometa 1702" (no el cometa Winckelmann). Sin embargo, por cuestiones de
la burocracia, el destino o el azar, en el informe presentado ante la Academia de Ciencias, su nombre fue obviado y el descubrimiento fue atribuido a su marido. Ocho años después, Gottfried modificó el informe, y agregó el nombre de Marie.
Cuando Marie quedó viuda, solicitó que le reconocieran oficialmente el cargo de Astrónomo asistente en la Academia de Berlín (que era el que ocupaba sin ser reconocida al ayudar a su marido).
Capacidad le sobraba, pero los miembros de la academia le negaron el trabajo por miedo a "establecer un mal ejemplo de contratar a una mujer...". Otro de los casos que relata la autora es el de Marie Curie, quien recibió el Premio Nobel de Química en 1911 por su descubrimiento del polonio y el radio. En 1903 había ganado el Premio Nobel de Física. Pese al reconocimiento, la Academia Francesa de Ciencias le negó el ingreso. En 1901, la Academia  de Ciencias de Francia había nominado a su marido Pierre Curie y a Becquerel, pero no a Marie. El matemático sueco Mittag- Leffler, un defensor de las mujeres científicas, intervino a favor de Marie y Pierre estuvo de acuerdo en que sería una injusticia no incluirla.
En la Argentina, recién desde los años noventa hay mujeres en las academias de ciencia. Las mujeres premios Nobel en ciencia son el 5% de los galardonados. Lo verdaderamente fascinante es que la mirada científica femenina sobre el mundo es original, innovadora y absolutamente complementaria de la de "ellos". Su percepción, capacidad analítica, modos de comunicarse le agregan una riqueza a la ciencia que, de no existir, resultaría en una tremenda pérdida  para nuestra  manera de entender y de entendernos.
De ahí la importancia de estas científicas que cocinan, limpian y (a veces) ganan el Premio Nobel: conocer sus historias es asomarnos al otro lado de la cinecia, casi desconocido y tan fascinante como el que más.
Científicas mereció el primer premio del concurso Ciencia que ladra-La Nación por decisión unánime del jurado, integrado por Nora Bär, Marcelino Cereijido, Diego Golombek y Guillermo Jaim Etcheverry.
Ocho palabras les bastaron a los editores de la revista Family Health para describir la concepción que el mundo tenía de las mujeres en la ciencia cuando en 1977 Rosalyn Yalow ganó el Premio Nobel de Medicina. El título de la noticia fue: “She Cooks, She Cleans, She Wins the Nobel” (“Cocina, limpia y gana el Nobel”).

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