sábado, 27 de diciembre de 2014

Estrategias de la pena- María Esther Vázquez


Estrategias de la pena
María Esther Vázquez
Editorial Victoria Ocampo

(Buenos Aires)

Estos poemas de María Esther Vázquez reunidos con el título "Estrategias de la pena" conjuran ausencias. Es el tiempo el que enlaza los poemas, la poeta escucha, al decir de Octavio Paz "aguza el oído y percibe que el silencio mismo es voz, murmullo que busca la palabra de su
encarnación. El poeta escucha lo que dice el tiempo, aun si dice: nada. Sobre la página unas cuantas palabras se reúnen o desgranan. Esa configuración es una prefiguración: inminencia de presencia".
Si bien varios poemas aluden a la ausencia como "Ahora, sólo quedó la pena" o "Cuántas veces la lluvia", otros como "Floreció el jacarandá" transmiten imágenes de árboles florecidos y comunican alegría. Tal como decía el poeta mexicano Octavio Paz, "escritura en un espacio cambiante, palabra en el aire o en la página, ceremonia: el poema es un conjunto de signos que buscan un significado, un ideograma que gira sobre sí mismo y alrededor de un sol que todavía no nace. La significación ha dejado de iluminar al mundo; por eso hoy tenemos realidad y no imagen. Giramos en torno a una ausencia y todos nuestros significados se anulan ante esa ausencia. En su rotación el poema emite luces que brillan y se apagan sucesivamente. El sentido de ese parpadeo no es la significación última pero es la conjunción instantánea del yo y el tú. Poema: búsqueda del tú".Se puede sintetizar "Estrategias de la pena" como la Inminencia de presencia, para conjurar la ausencia.

Floreció el jacarandá

Floreció el jacarandá porque es noviembre.
Quedó toda la calle soñada
Altas ramas sin hojas
cargadas de racimos
luminosos de dicha y hermosura.
Lejos, por la avenida, también todo ha cambiado.
La ciudad, en la mañana, se ha vestido
del color de las nubes del ocaso,
soleadas, sin embargo,
y hay paz en las veredas
vestidas de violeta e irisadas
de una luz infinita, enamorada.
Nada parece igual
y en el breve noviembre se estremece
la flor pequeña y viva;
desbordada hacia el cielo
en alegría,
en el jardín de Dios.

María Esther Vázquez nació en Buenos Aires, en 1937. Comenzó su actividad literaria en 1957 en la Biblioteca Nacional, dirigida entonces por Jorge Luis Borges, y tuvo una estrecha relación literaria con el grupo Sur. Trabajó con Borges más de dos décadas, y ha escrito en colaboración con él Literaturas germánicas medievales e Introducción a la literatura inglesa. Es autora de una importante obra narrativa, premiada en numerosas ocasiones, en la que destacan "La memoria de los días" y "Crónicas del olvido", y sus biografías "Borges, esplendor y derrota" (Premio Comillas, editorial Tusquets) y "Victoria Ocampo, el mundo como destino" (Premio Konex).
Como periodista, colaboró en distintos diarios del país y del exterior: sólo para La Nación publicó más de mil quinientas notas. Compartió su vida con el poeta y traductor Horacio Armani, quien falleció en 2013. En la actualidad dirige la Fundación Victoria Ocampo. Recientemente recibió en Santiago de Compostela el IX Premio Rosalía de Castro, galardón literario español por toda su trayectoria.

bibliografía:

Octavio Paz, Obras Completas, Fondo de Cultura Económica

lunes, 8 de diciembre de 2014

Réquiem por un mundo desfallecido* - Javier Claure Covarrubias


Javier Claure C.

Réquiem por un mundo desfallecido

Javier Claure Covarrubias

Editorial Författarens Bokmaskin


(Buenos Aires)

El escritor boliviano Javier Claure C., radicado en Estocolmo presentó en esa ciudad, el 6 de diciembre de 2014 su poemario Réquiem por un mundo desfallecido, con prólogo de Adolfo Cáceres Romero.
A continuación, se transcribe el prólogo:

 

 

Prólogo del poemario "Réquiem por un mundo desfallecido" de Javier Claure Covarrubias *


PARA ROMPER EL SILENCIO…

Van estas palabras, porque no siempre se lee poemas de alguien que sueña con tener el universo en las manos y nos entrega --por tercera vez-- su voz, su reclamo por la vida; nos dice lo que es y lo que siente; luego, forzado a confesarse afirma: "Yo no soy de medias tintas", para recordarnos el momento que fue compartido con los de su generación y con los gemidos de su madre, allá, en su natal Oruro, ese crudo invierno de 1961, cuando en los patios y las calles habían calentado la noche anterior, con fogatas.

"Réquiem por un mundo desfallecido" viene después de "Preámbulos y ausencias", poemario publicado en Oruro, el 2004, y luego "Extraño oficio", el 2010, en Estocolmo, donde todavía reside el poeta. Aquí no vamos a entretenernos con sus fantasmas; pero sí descubrir lo que nos ofrece, como prolongación de su oficio; desde luego, prácticamente no hay nada que explicar en los 22 poemas de este libro, pero sí mucho que sentir. Leyéndolo nos damos cuenta de que algunas ausencias se hacen fructíferas, aunque para ello se debe llenar ese vacío cantando penas y alegrías. Son sentires que sobrevuelan el mundo desde una ventana con alas de golondrina, en el día y, de búho, por la noche. Cómo pesa la vida en la distancia, pues, de cualquier modo, los retazos con que el poeta compone su trayecto, mostrándonos sus escenarios, son suficiente motivo para animarnos a seguir sus recuerdos.

Claure Covarrubias se muestra como un poeta limítrofe entre la lógica y el ensueño; entonces, es lógico, sobre todo cuando razona sentencioso sobre lo finito e infinito; su ensueño, en cambio, es reminiscente de su andar, al descubrir, el desconcierto de saber que el hambre y la miseria continúan en las calles y no solo del África, donde se aventuró a mirar la vida profunda; entonces, también sintió cuánto le duele la historia de su país, consolándose con el recuerdo de los héroes que dejaron huella, como: Eduardo Abaroa y Genoveva Ríos; y así va más allá o, si se quiere, se sitúa en el fondo de una llaga que no puede cicatrizar, mientras Palestina continúe crucificada.
Analizando los versos de este poeta, comprendemos por qué, un singular creador como Borges, concebía la literatura como: "un arte donde la mayor intensidad se alcanza con la menor cantidad posible de recursos". Claure no es retórico; al contrario, es directo y sensible en el entretejido de sus versos; de ahí que su palabra labrada con el llanto de las palliris o la sonrisa del Tío de la mina nos brota, confesional y enérgica, para concluir con su "Adiós", que seguros estamos no será definitivo, siempre que podamos leerlo.


(c) Adolfo Cáceres Romero
Cochabamba
Bolivia

* Este poemario fue presentado el 6 de diciembre, 2014, en Estocolmo (Suecia).


notas relacionadas:

http://revistaarchivosdelsur-entrevistas.blogspot.com.ar/2012/06/entrevista-al-escritor-boliviano-javier.html

http://revistaarchivosdelsur-entrevistas.blogspot.com.ar/2014/10/entrevista-adolfo-caceres-romero-por.html


domingo, 2 de noviembre de 2014

Los Simpson y la filosofía - William Irwin - Mark T. Conard - Aeon J. Skoble



 

Los Simpson y la filosofía

William Irwin - Mark T. Conard - Aeon J. Skoble
traducción Diana Hernández
Biblioteca Blackie Books


(Buenos Aires)


“...En Los Simpson abunda la sátira. Sin duda, se trata de una de las series televisivas
más inteligentes y articuladas que (sabemos se transmiten hoy  que eso no significa gran cosa, y aun así…).
A quienes hayan desestimado Los Simpson como una serie animada
cualquiera sobre un patán y su familia (una más de tantas que hemos visto), afirmar que la serie es inteligente y articulada puede parecerles una incongruencia, pero la observación atenta de Los Simpson revela niveles cómicos que van mucho más allá de la simple farsa:
hay en la serie numerosos estratos satíricos, dobles sentidos, alusiones a la alta cultura y la cultura popular por igual, gags visuales, parodia y humor referencial. Ante la crítica que hace Homer de unos dibujos animados que los críos están viendo, Lisa replica: “Si los dibujos fuesen para adultos, los emitirían a las mejores horas”. A pesar de las palabras de Lisa, Los Simpson es sin duda una serie para adultos, y es superficial menospreciarla solo a causa del soporte animado y su popularidad.
Matt Groening estudió filosofía, pero ninguno de los colaboradores de este volumen opina que haya sesuda teoría filosófica en el origen de la serie. No consiste pues este libro en una “filosofía de Los Simpson”, si se trata tampoco de “Los Simpson como filosofía”, sino más bien de Los Simpson y la filosofía. No es nuestra intención revelar un significado explícito que Matt Groening y la legión de guionistas y artistas responsables de Los Simpson hayan querido comunicar. En lugar de eso, nos hemos propuesto arrojar luz sobre el significado filosófico que Los Simpson cobra desde nuestro punto de vista. Algunos de los ensayos contenidos en este volumen son reflexiones de académicos sobre una serie que les gusta y que, en su opinión, tiene algo que decir sobre ciertos aspectos de la filosofía. Por ejemplo,
Daniel Barwich se ocupa del señor Burns, ese mezquino cascarrabias, e intenta determinar si, a partir de su infelicidad, podemos aprender algo sobre la naturaleza de la felicidad. Otros autores se dedican a explorar el pensamiento de algún filósofo a través de los personajes. Mark Conrad, por ejemplo, se pregunta si el rechazo nietzcheano de la moralidad tradicional puede justificar la mala conducta de Bart. Y otros colaboradores se valen de la serie como vehículo para desarrollar tesis filosóficas de un modo accesible para el no especialista (es decir, la persona inteligente que se interesa por la reflexión filosófica pero no vive de ella). Por ejemplo, Jason Holt explora “la hipocresía de Springfield” para determinar si dicho rasgo es siempre inmoral.
Este libro no busca reducir la filosofía a un mínimo común denominador: no nos hemos propuesto “bajar el listón para que lo entiendan los tontos”. Al contrario, esperamos conseguir que nuestros lectores no especializados lean más filosofía, del tipo del que no necesariamente se ocupa de la televisión. También esperamos que los colegas filósofos que lean estos ensayos los encuentren estimulantes y divertidos.
¿Es legítimo escribir ensayos filosóficos a propósito de la cultura popular? La respuesta consiste en subrayar que Sófocles y Shakespeare eran cultura popular en su tiempo, y que nadie pone en cuestión la validez de las reflexiones filosóficas sobre sus obras…”.


Un marxista (Karl, no Groucho) en Springfield
James M. Wallace


“...De hecho, la serie tendría que ser considerada el peor tipo de sátira burguesa, pues no solo no vislumbra la posibilidad de un mundo mejor, sino que nos distrae de la reflexión seria o la crítica de las prácticas dominantes y, por último, nos induce a creer que el sistema actual, con sus defectos y su ocasional comicidad, es el mejor mundo posible.
Aunque riese, un marxista solo podría sentirse desencantado…”.


“...La serie no ofrece una sátira coherente de la ideología vigente ni una esperanza de progreso hacia un mundo de mayor justicia e igualdad, donde se cumplan las mejores posibilidades de la humanidad y no las más miserables. Sus contradicciones e incoherencias reflejan el opuesto de lo que Marx imaginó, un mundo integrado y armónico. En definitiva, la serie promueve los intereses de la clase que tiene el poder económico por encima de las masas, les vende camisetas, llaveros, fiambreras y videojuegos. La falta de perspectiva y la equitativa distribución de los antagonismos de Los Simpson vuelven la serie estática e inmune a la crítica; puede asimilar y cooptar todo reto dialéctico y defenderse a sí misma al apelar, con un guiño de ojos y un ligero codazo, a la supremacía del chiste. Los chistes tal vez sean graciosos, pero en Los Simpson, donde nadie crece y las vidas nunca mejoran, la risa no es un catalizador del cambio: es opio…”.


Los personajes


Homer y Aristóteles


Raja Halwani


“...Si lo evaluamos desde el punto de vista moral, Homer Simpson deja bastante que desear, sobre todo si nos concentramos en el personaje y no en sus acciones (aunque tampoco resulte una joya en este último sentido). …”.
“...Por otra parte, toda esperanza de que Homer desarrolle las virtudes éticas se estrellará contra el reconocimiento de que carece de la única virtud intelectual que condiciona el modo de ser ético es decir, la sabiduría práctica (frónesis). La frónesis no es el conocimiento teórico, algo que, desde luego Homer tampoco posee. Dicha razón práctica no consiste, por cierto, en el conocimiento de los hechos, aunque Homer también carezca de tal cosa. La frónesis es la capacidad de manejarse en el mundo de modo inteligente, moral y con vistas al cumplimiento de ciertas metas. Pocos ejemplos bastarán para ilustrar estas líneas. En primer lugar, Homer refrenda algunas perlas de sabiduría sumamente dudosas. En “Hogar, agridulcle hogar”, exclama: “¿Cuándo voy a aprender? La respuesta a los problemas no está en el fondo de una botella…¡Está en la tele! Y para continuar con el tema de la botella, en “Homer contra la decimoctava enmienda” nuestro personaje entona el famoso brindis: “Por el alcohol” Causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida”. En “El Otto-show, le aconseja a Bart: “Si algo te resulta difícil, no vale la pena que lo hagas”. Y en “Bocados inmobiliarios”, le dice a Marge     que “intentarlo es el primer paso hacia el fracaso…”.


Lisa y el antiintelectualismo estadounidense


Aeon J. Skoble


“...La sociedad estadounidense en general mantiene una relación de amor y odio hacia los intelectuales. Por una parte, se respeta la figura del profesor o del científico, pero, por otra, se abriga un resentimiento profundo hacia la “torre de marfil” o lo “culto”; se adopta una actitud defensiva ante las personas inteligentes o instruidas. Los ideales republicanos de los padres fundadores presuponen la existencia de una ciudadanía ilustrada y,  sin embargo, aún hoy, basta enunciar el análisis menos sofisticado de la política actual para ser tachado de “elitista”. Todo el mundo respeta a los historiadores, pero sus opiniones pueden desestimarse, pues “no son más válidas” que las del “ciudadano de a pie”. Con frecuencia, los comentaristas y políticos populistas explotan este resentimiento hacia el saber especializado, aunque eso no les impida recurrir a él cuando lo encuentran conveniente. Un ejemplo es el candidato electoral que acusa a su rival de “elitista de la Ivy League” a pesar de que él también es un producto de esa educación o se apoya en asesores que lo son…”.
“... En Los Simpson, Homer es un clásico ejemplo de memo antiintelectual, al igual que su hijo y casi todos sus conocidos mientras que su hija, Lisa, no solo es prointelectual, sino precoz, en extremo inteligente, sofisticada y a menudo más brillante que quienes la rodean. Naturalmente, sus compañeros de colegio se burlan de ella y los adultos en general, no le hacen caso. Sin embargo, su programa de televisión favorito es el mismo que el de su hermano Bart, una serie animada violenta y estúpida. En mi opinión, el modo en que se trata a Lisa en Los Simpson da cuenta de la relación de amor y odio que la sociedad estadounidense mantiene con los intelectuales…”.


La motivación moral de Marge


Gerald J. Eriion y Joseph A. Zeccardi


“...Desde el corrupto alcalde Joe “Diamante” Quimby hasta el impenitente malhechor Snake, pasando por las figuras más piadosas de la ciudad, como el reverendo Lovejoy y Ned Flanders, los extremos morales de Springfield tienen por único vínculo la variedad de los personajes que pululan por sus calles. Bart admite no saber la diferencia entre el bien y el mal y negocia con el demonio de tú a tú. Homer se embarca en un proyecto egoísta tras otro, intentando convencer a Dios del valor de faltar a la iglesia para ver el fútbol. Entretanto Flanders consulta a las autoridades religiosas y las escrituras sagradas para resolver cada dilema que encuentra, trátese de cuestiones éticas y morales o de modas y cereales de desayuno.
En medio de esos extremos éticos, Marge se destaca como una piedra de toque de moralidad. Para solventar los dilemas que se le presentan, sencillamente deja que la razón oriente su conducta hacia un ponderado y admirable equilibrio entre los extremos. Se diferencia de Flanders porque éste siempre acata lo que la religión ordena sin importar si a él le parece bien hacerlo. Marge es religiosa, pero su conciencia, bien desarrollada, le permite hacer solo aquello que haría una persona decente y razonable, incluso cuando sus decisiones entran en conflicto con las directrices impuestas por la autoridad de su credo. Lo anterior sugiere que la filosofía moral implícita en las acciones de Marge podría tener mucho en común con la del gran filósofo de la Antigüedad Aristóteles. Así pues, este ensayo se propone ilustrar la ética aristotélica analizando la vida de Marge en Springfield…”.


Así habló Bart.
Nietzche y la virtud de la maldad


Mark T. Conard


“...Bart Simpson no es un niño adorable y travieso que de forma inadvertida acabe metiéndose en problemas, no es un rebelde con un gran corazón. Es un delincuente astuto
que viste pantalones cortos de color azul, un corruptor, un vasallo de Satanás (si creéis en esas cosas). …”
“...Bien, permitidme que os cuente de otro chico malo, el chico malo de la filosofía (¿Qué? ¿No creíais que existiesen chicos malos en la filosofía?) Se llamaba Friedrich Nietzche y, desde el punto de vista de la filosofía, no ha habido chico más malo. Nietzche era una especie de astuto delincuente  filosófico. Desafiaba la autoridad, era un corruptor. ¿También era vasallo de Satanás? Bueno, ¡escribió un libro titulado El Anticristo! Parecía odiarlo todo, cada ideal que la mayoría amaba y atesoraba. Se dedicaba a derrumbar esos ideales demostrando con inteligencia cómo se relacionaban con cosas que esa misma mayoría odiaba. Denostaba la religión y se burlaba de la piedad. Se refería a Sócrates como a un bufón que había conseguido que lo tomasen en serio. ¡Llamaba decadente a Kant, superficial a Descartes y limitado a John Stuart Mill! En Así hablaba Zaratustra, su infamia llegó hasta el punto de escribir: “¿Andas con mujeres? Pues no olvides el látigo”.
Ahora bien, aunque rechazaba e incluso se burlaba de los ideales tradicionales de las llamadas “buenas personas”, es decir, las personas compasivas y virtuosas en el sentido religioso, Nietzche tenía su propio ideal: el espíritu libre, la persona que rechaza la moral y las virtudes tradicionales, que abraza el caos del mundo y le confiere estilo a su carácter.
¿Es posible que, desde una perspectiva nietzcheana, hayamos estado admirando al personaje equivocado? ¿Acaso Lisa Simpson encarna ese cansancio que insulta al mundo, la decadencia, la moral del esclavo y el resentimiento de los que habla Nietzche? Desde luego, es divertido portarse mal, pero ¿tal vez hay algo saludable y vitalista en ese comportamiento, algo filosóficamente importante? ¿No será Bart Simpson la personificación del ideal nietzcheano?


El nacimiento de la comedia: La apariencia contra la realidad.


“...¿Podría ser Bart, en cierto modo, un ejemplo del ideal (inverso) nietzcheano? Desde luego, ¡ay! , la respuesta es no.
Para empezar - y muchos incurren en este error - aunque Nietzche condena la “moral del esclavo”, y la califica de negación de la vida e insulto al mundo, no predica la moral del amo. Los amos eran bestias violentas e insensatas. Para Nietzche no son un ideal, no piensa que debamos ser como ellos ni que el poder tenga siempre la razón. No nos aconseja abusar de los demás, quitarles el dinero de la comida ni comernos sus pastelitos de la merienda. De modo que, incluso si Bart asumiera la moral del señor - algo que describe a Nelson y a Jim mejor que a Bart -, esto no lo convertiría en un ejemplo del ideal nietzcheano.
No, el ideal de Nietzche es más bien el artista, el individuo que se crea y se supera a sí mismo, que forja nuevos valores y convierte su vida en una obra de arte. Y creo que estaríamos en apuros si tuviéramos que encajar a Bart en ese molde. Es cierto que a veces parece darse cuenta del caos que es el mundo y su existencia. Por ejemplo, cuando quiere interpretar a Fisión Boy en el nuevo filme de Radiactivo Man, dice “si me dan el papel, podré por fin congraciarme con ese pequeño rarito y liante llamado Bart” (“Radiactivo Man”). Se da cuenta de cuán caótica es su vida de “pequeño rarito y liante” que necesita ser modelado. Y, en efecto, su personaje parece tener una especie de estilo coherente, pero se define a sí mismo en gran medida como reacción y, por supuesto, Nietzche no perdonaría tal cosa. Lo que quiero decir es que, en buena parte, Bart se define a sí mismo y se forja una identidad, no en una afirmación triunfante de sus talentos y capacidades, ni tampoco como una grandiosa y creativa urdimbre de elementos dispares del ser, sino, sobre todo, en oposición a la autoridad....”.


Los Simpson y la alusión:
“El peor ensayo de la historia”
William Irwin y J.R. Lombardo


“...Según Matt Groening, “Los Simpson es una serie que te premia por prestarle atención”. Cualquier seguidor puede confirmar las palabras de su creador y, de hecho, la mayor parte de los entusiastas genuinos de Los Simpson dirá que los episodios aguantan y, tal vez incluso, exigen verlos más de una vez. ¡Gracias a Dios por las reposiciones! Entre las razones por las que los seguidores de Los Simpson siguen viendo los episodios  una y otra vez se cuenta la riqueza e inteligencia de sus alusiones. Desde el venerable nombre de “Homer” hasta el “Aullido” de Lisa, pasando por las parodias de “El cuervo”, “El cabo del miedo” y All in the Family, Los Simpson echan mano de referencias  a la alta cultura y a la cultura popular por igual, tejiendo una trama intrincada, digna de ser vista más de una vez y con estrecha atención…”.


Este libro se inspira en ideas de …


Tales (ca. 624-546 a.C.)


“Todas las cosas están llenas de dioses y tienen un alma”.


Anaximandro (ca. 6II- 546 a.C.)


“A partir de donde las cosas tienen el origen, hacia allí se encamina también su  perecer según la necesidad; pues se pagan unas a otras condena y expiación por su iniquidad según el tiempo fijado”.


Lao-Tse (nacido ca. 604 a.C.)


“Quien sabe no habla. Quien habla no sabe. Cierra la boca”.


Anaxímenes (ca. 585-528 a.C.)


“El principio de las cosas existentes es el aire, pues de éste nacen todas las cosas y en él se disuelven de nuevo”.


Buda


“Toda la humanidad está enferma. Vengo a ustedes como un médico que ha diagnosticado esta enfermedad universal y está preparado para ayudar a curarla”.


(....)


San Agustín (354-430)


“Aun lo que llamamos mal en el mundo, bien ordenado y colocado en su lugar, hace resaltar más eminentemente el bien”.


San Anselmo (1033-1109)


“Existes, pues ¡oh Señor, Dios mío!, y tan verdaderamente, que no es siquiera posible pensarte como no existente”.


Santo Tomás de Aquino (1225-1274)


“La criatura racional se encuentra sometida a la divina providencia como tal, y es providente por sí misma y para las demás cosas. Por lo mismo, hay también en ella una participación de la razón eterna en virtud de la cual se encuentra naturalmente inclinada a actos y fines debidos. Y esta participación de la ley eterna en la criatura racional es lo que se llama ley natural”.


(...)


René Descartes (1596-1650)


“Supondré, pues, que [...] algún genio maligno de extremado poder e inteligencia pone todo su empeño en hacerme errar [...] Pero por más que me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que soy algo. De manera que, una vez sopesados de forma escrupulosa todos los argumentos, se ha de concluir que siempre que digo “yo soy, yo existo” o lo concibo en mi mente, necesariamente debe ser verdad”.


(...)


John Stuart Mill (1806-1873)


“Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho”.


(...)


Karl Marx (1818-1883)


“Así como los individuos expresan sus vidas, así son. Lo que son coincide con lo que producen pero, junto con lo que producen, cuenta también cómo lo producen. Lo que los individuos son, pues, depende de las condiciones materiales de su producción.”


Charles Sanders Peirce (1819-1914)


“Hay pocas personas que se preocupen de estudiar lógica, porque todo el mundo se considera lo suficientemente experto en el arte de razonar. Observo, sin embargo, que esta satisfacción se limita a la propia capacidad de raciocinio, no extendiéndose a la de los demás”.


(...)


Ludwig Wittgenstein (1889-1951)


“¿Cuál es tu objetivo en filosofía? Mostrarle a la mosca la salida de la botella cazamoscas”


(...)


Karl Popper (1902-1995)


“Propongo entonces reemplazar la pregunta acerca de las fuentes del conocimiento por una pregunta completamente diferente: “¿cómo podemos detectar y eliminar el error?”


Jean-Paul Sartre (1905-1980)


“El hombre no es otra cosa que lo que él mismo hace de sí”.


Simone de Beauvoir (1908-1986)


“No se nace mujer: se llega a serlo”.


(....)


Con las voces de…


David L. G. Arnold; Daniel Barwick; Eric Bronson; Paul A. Cantor; Mark T. Conard; Gerald J. Erion; Raja Halwani; Jason Holt; William Irwin; Kelly Dean Jolley; Deborah Knight; James Lawler; J.R. Lombardo; Carl Matheson; Jennifer Lynn McMahon; Aeon J. Skoble; Dale Snow; James Snow; David Vessey; James M. Wallace; Joseph Zeccardi.

domingo, 26 de octubre de 2014

El milagro brasileño - José Natanson


El milagro brasileño
José Natanson
Editorial Debate

(Buenos Aires)

El periodista y politólogo José Natanson analiza en este libro las condiciones que permitieron a Brasil convertirse en potencia mundial. Con una economía tres veces mayor a la argentina y ochenta veces superior a la boliviana, Brasil pasó de importador a exportador neto de energía. Es uno de los pocos países que puede garantizar su soberanía alimentaria y ha logrado una envidiable estabilidad macroeconómica. Transformado en una nueva referencia internacional, Brasil lidera el Mercosur y la Unasur y juega en las grandes ligas.
Este libro es un retrato apasionado del nuevo milagro brasileño, un milagro que combina los avances económicos con una serie de conquistas sociales que han permitido que treinta y cinco millones de personas superaran su condición de pobreza en los últimos diez años.
Pero también es un intento por identificar el lado débil de Brasil: un crecimiento cuestionable, una primarización económica que pone en riesgo su estatus de potencia industrial y la dramática persistencia de la desigualdad y la violencia social.
Apoyándose en estadísticas, entrevistas, recuerdos de viaje, fragmentos de canciones, literatura y cine, José Natanson analiza el despegue de Brasil; y en el camino sobrevuela sus grandes tópicos, de la construcción de Brasilia al fenómeno de las havainas, de la nueva clase media al liderazo de Lula, del plan Bolsa Familia a la comparación con Argentina, que deja un semiamargo sabor a tango. El resultado es un análisis fascinante del futuro.
"... El cuarto capítulo analiza el nuevo protagonismo internacional de Brasil y su ambición de convertirse en un actor global. Las condiciones están dadas: Brasil es, junto a China y Estados Unidos, el único país que se sitúa entre los diez más grandes, más poblados y económicamente más poderosos del mundo, es la única potencia emergente con excedentes de energía y una matriz relativamente limpia y la única con sus fronteras consolidadas. Brasil es el primer exportador mundial de hierro, carne, café y azúcar, el segundo de soja, maíz y naranjas, cuenta con la tercera fábrica de aviones más importante del planeta (Embraer), la segunda petrolera más valiosa (Petrobras) y el banco de desarrollo con más préstamos (BNDES). En camino a transformarse en un hegemón regional, Brasil tiene superávit comercial con todos los países sudamericanos salvo Bolivia, equivale en territorio, población y PBI a la mitad de todos ellos sumados, limita con todos menos dos e incluso comparte 673 kilómetros de frontera con ... Francia (la Guayana es un territorio de ultramar de la República de Francia).
Sus empresas se despliegan por todo el mundo, pero sobre todo, por los países vecinos, donde, como en Bolivia o Paraguay, controlan porcentajes importantes del PBI....".

"...La consecuencia electoral de este movimiento tectónico de la estructura social brasilera es el surgimiento de un nuevo sujeto político, el lulismo, basado en una transformación del electorado del PT, que originalmente se apoyaba en los trabajadores, sindicalizados y las clases medias urbanas progresistas y que, desde la asunción de Lula en 2003, se fue desplazando hasta quedar conformado , cada vez más, por los sectores más empobrecidos de la sociedad, un cambio de base social que llegó junto con una modificación geográfica de sus votantes, del centro y sur del país al nordeste. Igual que la transformación social, y en buena medida porque es su consecuencia, el realineamiento político no es episódico sino permanente...".

José Natanson es periodista y politólogo. Fue redactor y luego columnista del diario Página/12, se desempeñó como consultor de Naciones Unidas y fue jefe de redacción de la revista de ciencias sociales y análisis político latinoamericano Nueva Sociedad. Publicó artículos en diferentes medios de la Argentina y América Latina, además de ensayos en publicaciones académicas. Actualmente es columnista de Radio del Plata y la TV Pública, y director de la Edición Cono Sur del mensuario francés Le Monde Diplomatique. Es autor de los libros El presidente inesperado; El gobierno de Kirchner según los intelectuales argentinos; Buenos muchachos; Vida y obra de los economistas del establishment; La nueva izquierda y ¿Por qué los jóvenes están volviendo a la política? De los indignados a La Cámpora.

jueves, 9 de octubre de 2014

Mi vida - Evo Morales Ayma

 
Mi vida
de Orinoca al Palacio Quemado
Evo Morales Ayma
Editorial Colihue


(Buenos Aires)


En el libro publicado por la editorial Colihue el presidente de Bolivia,  primer presidente de origen indígena de América, Evo Morales Ayma cuenta su vida. Evo Morales Ayma nació el 26 de octubre de 1959 en la comunidad de Isallavi, en Orinoca, a unos 189 kilómetros de la ciudad de Oruro. Era una de las poblaciones más olvidadas y empobrecidas del altiplano boliviano. Emigró, después del servicio militar, al trópico de Cochabamba. Junto a su padre, Dionisio Morales, fueron a buscar mejores condiciones de vida, ya que las sequías y heladas, en reiteradas ocasiones, destruyeron toda su producción agropecuaria.
Su labor sindical comenzó en Villa 14. Fue primero secretario de Deportes. Luego de designado secretario general de la Central 2 de Agosto, fue elegido en el máximo cargo sindical de la Federación del Trópico.
En su gestión se creó la Coordinadora de Productores de Coca, que aglutina a seis federaciones del trópico.
En las elecciones nacionales celebradas el 18 de septiembre de 2005, logró obtener el 54 por ciento de los votos, el más alto porcentaje de la vida democrática del país. En el referéndum de enero de 2009, el apoyo a su gestión fue superior al 61 por ciento y en las elecciones de diciembre de ese mismo año obtuvo más del 64 por ciento de los votos.
Su lucha y visión sindical y política lo encumbraron como uno de los líderes bolivianos más esclarecidos de la historia. Evo Morales se ha convertido no sólo en el primer presidente indígena de Bolivia y del continente, sino en uno de los líderes más influyentes e importantes de América Latina.


Trópico, primeros días


“...Recuerdo que era marzo cuando me quedé en el chaco. No tenía nada, no conocía a nadie. Felizmente había naranja, plátano, papaya, piña y otras frutas. Para mí era todo un lujo, en el altiplano comía la cáscara de la naranja y el plátano, la papaya no conocía. Yo estaba acostumbrado a vivir en el altiplano, no en un lugar con tanta calor, en el monte, con tanto insecto y animales.


 Entre la personas que conoció los primeros días que se fue a vivir al trópico, está David Herrada con quien solía jugar fútbol y Roberto Guzmán quien fue su primer patrón. Herrada lo recuerda de la siguiente manera: “Cuando lo conocí al Evo, era un compañero muy tímido, pero si conversabas, con un pensamiento muy claro, pero ya después yo me acuerdo soe´re tenía una chompita de lana, negro y café, siempre, yo decía, este compañero tan semejante calor con chompa. Yo creo que también estaba acostumbrado al altiplano y todo”...”.


Secretario de Deportes


“... A un año más o menos de estar en el trópico me designaron en un congreso, secretario de deportes de mi sindicato, era mi primera experiencia como dirigente. Fue en esas condiciones que organicé el equipo de fútbol y una serie de campeonatos, donde participaron compañeros de varias regiones, con sus equipos. Los fines de semana, los partidos nos unían y reunían en torno a la pelota.
Yo siempre asistía a las reuniones sindicales con mi pelota, porque después de las deliberaciones y discusiones, jugábamos un partido de fútbol, entre los compañeros que estaban dispuestos. Habían muchos, a todos nos gustaba el deporte. Por eso algunas compañeras me pusieron el sobrenombre de “joven pelotero”. Como me gustaba jugar organizaba no sólo torneos, cuando no había campeonatos preparaba partidos de ida y vuelta entre sindicatos…”.


Radio Soberanía


“... Uno de los proyectos más importantes para nuestra lucha ha sido la creación de radio Soberanía. Necesitábamos nuestro propio medio para informar la verdad, lo que estaba pasando en el trópico, frente a muchas mentiras que se difundían en otras emisoras. Los gringos manejaban los otros medios radiales, les pagaban. Tuvimos incluso que utiilizar algún sant y seña para alertar a los compañeros de la presencia de los policías, o de la detención de los dirigentes, de la erradicación, de todo lo que pasaba y hasta para convocarlos a alguna concentración y reunión. Yo pensé que era muy importante tener nuestra propia radio, por eso propuse a la Federación que tengamos una en la regiónd e Chipiri. Todos los compañeros aportaron con un dólar para la compra de los equipos y con un boliviano mensual al salario de los operadores. La radio fue nuestro instrumento de lucha, fue muy importante, porque por ahí estábamos informando siempre a todos los compañeros…”.


El libro también tiene una sección titulada  Mi vida en imágenes donde cuenta la vida del líder boliviano desde su infancia hasta la actualidad. Es un libro esclarecedor sobre la personalidad del líder indígena boliviano, las fotografías también revelan escenas entrañables de su familia, de sus luchas a favor del pueblo boliviano para lograr  gran transformación social y política de Bolivia a partir del gobierno de Evo Morales.


jueves, 2 de octubre de 2014

Foucault pensamiento y vida - Paul Veyne

 
Foucault
Pensamiento y vida
Paul Veyne
Editorial Paidós


traducción de Maria José Furió Sancho


(Buenos Aires)


“No, Foucault no fue un pensador estructuralista; no, no forma parte de cierto “pensamiento 1968”; tampoco era relativista, historicista, ni adivinaba ideología por doquier. Caso inusual en este siglo, confesó ser un pensador escéptico, que sólo creía en la verdad de los hechos, de los incontables hechos históricos que llenan las páginas de todos y cada uno de sus libros, y nunca creyó en la verdad de las ideas generales. No admitía ninguna trascendencia fundacional. Y, sin embargo, no fue un nihilista, pues constataba la existencia de la libertad humana (palabra  que se puede leer en sus textos) y no pensaba que, aun erigida en doctrina
“desencantada”, la pérdida de todo fundamento metafísico o religioso hubiese desanimado nunca a esta libertad de tener convicciones, esperanzas, a albergar iras, revueltas (él mismo fue un ejemplo de ello; fue un militante a su manera, la propia de un nuevo tipo de intelectual; en política fue un reformador); pero consideraba falso e inútil elucubrar acerca de sus combates y luchas, disertar sobre lo que le indignaba; en definitiva: generalizar. “No utiliceis el pensamiento para atribuirle a una práctica política un valor de verdad”, escribió.
No fue el enemigo del hombre y del sujeto humano, como se ha creído: sencillamente consideraba que ese sujeto no podía hacer descender del cielo una verdad absoluta ni actuar soberanamente en el cielo de las verdades; que él no podía hacer más que reaccionar contra las verdades y las realidades de su época o aportar innovaciones sobre ellas. Como Montaigne, y en las antípodas de Heidegger, estimaba que “nosotros no tenemos ninguna comunicación con el Ser”. No obstante, su escepticismo nunca le llevó a exclamar: “¡Ay, es todo dudoso!. Es más apropiado afirmar que este supuesto “sesentayochista” fue un empirista y un filósofo del conocimiento, en oposición a una ambiciosa Razón. Llegó sin alardes a un concepto general de la condición humana, de su libertad que reacciona y de su finitud. El foucaultismo es, en realidad, una antropología empírica que tiene su coherencia y cuya originalidad, reside en estar fundada en la crítica histórica….”.


Todo es singular en la historia universal: el “discurso”


“Cuando apareció la Historia de la locura, algunos historiadores franceses, de los mejor predispuestos (entre ellos, el autor de estas líneas) no advirtieron de entrada la trascendencia del libro. Foucault solamente mostraba - creí o - que el concepto que nos hemos formado de la locura ha variado mucho a través de los siglos. No nos decía nada nuevo; en definitiva, ya lo sabíamos: las realidades humanas revelan una contingencia radical (es la ya conocida “arbitrariedad cultural”) o cuando menos son diversas y variables. No hay ni constantes históricas, ni esencias, ni objetos naturales. Nuestros antepasados tenían ideas muy extrañas acerca de la locura, la sexualidad, el castigo o el poder. Pero era como si admitiésemos calladamente que esos tiempos del error habían quedado atrás que nosotros lo hacíamos mejor que nuestros abuelos y que conocíamos la verdad alrededor de la cual ellos habían estado dando vueltas. “Este texto griego habla del amor según la concepción que se tenía de él en la época”, decíamos, pero ¿valía nuestra idea del amor más que la suya? No nos atreveríamos a asegurarlo, si hoy se nos plantease esta pregunta ociosa  e inactual; pero ¿pensamos en ello seriamente, intelectualmente? Foucault se detuvo a pensar seriamente en la cuestión.
Yo no entendí que Foucault estaba participando sin decirlo en un gran debate del pensamiento moderno: ¿la verdad es o no adecuación a su objeto, se parece o no a lo que enuncia, tal y como el sentido común supone? A decir verdad, cuesta ver por dónde acertaríamos a saber si es parecida, puesto que no tenemos otra fuente de información que nos permita confirmarlo, pero pasemos. Para Foucault, al igual que para Nietzche, William James, Austin, Wittgenstein, Ian Hacking y muchos otros, cada uno con sus puntos de vista, el conocimiento no puede ser el espejo fiel de la realidad; al igual que Richard Rorty, Foucault no cree en ese espejo, en esa idea “especular” del saber; según él, el objeto en su materialidad no puede separarse de los marcos formales a través de los cuales los conocemos y que Foucault, con una palabra mal elegida, llamó “discurso”. Todo está ahí…”.


“...No cabe duda de que los libros de historia y de física, que no hablan de ideas generales, están llenos de verdades. Pero no por ello deja de ser cierto que el hombre, el sujeto del que hablan los filósofos, no es un sujeto soberano. No domina el tiempo ni lo verdadero. “Cada uno de nosotros sólo puede pensar como se piensa en su tiempo”, escribió un condiscípulo de Foucault en la Escuela Normal y en la Facultad de Filosofía, Jean d´Ormesson, que en este punto  está de acuerdo con nuestro autor: “Aristóteles, san Agustín e incluso Bossuet
no son capaces de elevarse hasta condenar la esclavitud; siglos más tarde, condenarla no parece una evidencia. Parafraseando a Marx, la humanidad se plantea problemas en el momento en que los resuelve, pues cuando se derrumba la esclavitud y todo el dispositivo legal y mental que la sostenía, se derrumba a su vez su “verdad”...”.


“...Explicitar un discurso, una práctica discursiva, consistirá en interpretar lo que la gente hacía o decía, comprender lo que suponen sus gestos, palabras, instituciones, cosa que hacemos a cada minuto: nosotros nos comprendemos entre nosotros. El instrumento de Foucault será por lo tanto una práctica cotidiana, la hermenéutica, la elucidación del sentido;
esta práctica cotidiana escapa al escepticismo bajo cuya copa caen las ideas generales. Su hermenéutica, que comprende el sentido de los actos y de las palabras de otros, sigue de cerca este sentido, lejos de encontrar el eterno Eros en el amor antiguo o de contaminar este Eros con el psicoanálisis o con una antropología filosófica. Comprender lo que dice y hace el prójimo es un oficio de actor que “se mete en la piel” de su personaje para comprenderlo; si este actor es un historiador, deberá además convertirse en autor teatral para componer el texto de su papel y encontrar palabras (conceptos) para decirlo…”.


Paul Veyne (Aix-en-Provence,1930) es un arqueólogo e historiador francés, especialista en Roma Antigua. Fue alumno de la Escuela Normal Superior, miembro de la Escuela Francesa de Roma (1955-1957) y es profesor honorario en el Colegio de Francia.
Desde 1957 ejerció como profesor en la Universidad de Provence. Fue en estos años que publicó su Cómo se escribe la historia, un ensayo sobre epistemología de la historia. En dicho ensayo, y frente al auge de la historia cuantitativa, Veyne impulsó la idea de que la historia sería un “relato verídico”, convirtiéndose en uno de los primeros narrativistas. Su monografía El pan y el circo demostró que el concepto de Veyne sobre historia narrativa difería de su uso común y que sus diferencais con la escuela de los Annales eran más pequeñas de lo que parecían.
Fue galardonado con el Premio Chateaubriand de Historia y con el Premio del senado francés. Es autor de Sexo y poder en Roma y El sueño de Constantino, también publicados por Paidós.

domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Qué fue de los intelectuales? - Enzo Traverso

¿Qué fue de los intelectuales?
Enzo Traverso
traducción: María de la Paz Georgiadis
Siglo Veintiuno Editores


(Buenos Aires)


“Si se acepta la cronología que estableció el historiador británico Eric Hobsbawm, para quien el “breve siglo XX” comenzó en 1914 y terminó en 1989, debe admitirse que hemos entrado en el siglo XXI hace veinticinco años y que nos sigue pareciendo opaco. La culpa podría caberle a un modo de vida que algunos califican de “presentista”: nuestras sociedades contemporáneas vivirían en un presente constante, sin capacidad de proyección hacia el futuro y en una relación obsesiva con el pasado, celebrado religiosamente y convertido en mercancía (por medio de la obnubilación ante los museos, las conmemoraciones, el patrimonio nacional…). En este contexto, la dificultad para imaginar un futuro podría afectar también a los denominados “intelectuales”. Actualmente se los oye poco y parecen tener dificultades para definir nuevas utopías. Su historia, desde que aparecen con el caso Dreyfus y se radicalizan durante el período de entreguerras, hasta su borramiento en el gran ruido mediático contemporáneo, es lo que retoma el historiador Enzo Traverso en estas páginas... “


                     Régis Meyran


En el libro, son varios los intelectuales que aparecen: Edward Said, George Orwell, Marc Bloch, por ejemplo, en la historia del siglo XX, donde la noción de intelectual no puede disociarse del compromiso político.
“...Edward Said y Theodor W. Adorno, que eran refinados musicólogos, dedicaron páginas muy interesantes al contrapunto y la disonancia, una escritura musical y una forma estética fundadas sobre el contraste más que sobre la armonía tonal. Son excelentes metáforas para definir el papel del intelectual…”.
A través de distintas épocas, la definición de intelectual es distinta. Así, por ejemplo:
“...Se suele fechar el nacimiento de los intelectuales con el caso Dreyfus, vista su dimensión ética y política. En Francia, el caso Dreyfus pone en cuestión la República, la justicia, los derechos humanos, el antisemitismo: podemos considerarlo, simbólicamente como un monumento fundacional. Por supuesto, también podemos buscar precursores: los “filósofos”, los hommes de lettres del Siglo de las Luces, eran intelectuales. ..” (...)”Pero la transformación del adjetivo “intelectual” en sustantivo ocurre a finales del siglo XIX. El primero en utilizarlo con su significado actual es sin dudas Georges Clemenceau el 23 de enero de 1898, cuando alude a una petición en defensa del capitán Alfred Dreyfus en su diario L´Aurore. Zola, el autor de “Yo acuso”, se convierte en el paradigma del intelectual. La palabra se emplea luego de manera peyorativa por los antidreyfusistas de la Acción Francesa y en especial por Maurice Barrès, quien ya había abordado la cuestión en su novela Los desarraigados (1897). Para ellos el intelectual era el espejo de la decadencia, una de las grandes obsesiones de la reacción europea en el cambio de siglo: el intelectual lleva una vida puramente cerebral, desvinculada de la naturaleza; está encerrado en un mundo artificial, hecho de valores abstractos, donde todo es medido y cuantificado, donde todo se vuelve feo, mecánico, antipoético. El intelectual encarna una Modernidad anónima e impersonal, no tiene raíces y no representa el espíritu o el genio de una nación. Es un espíritu “cosmopolita”, incapaz de comprender la cultura de un pueblo arraigado en su terruño. El intelectual lucha por principios abstractos: la justicia, la igualdad, la libertad, los derechos humanos; quiere que triunfe la verdad, defiende valores universales…”.
Marx, Trotski, Niezstche, Thomas Mann, Gramsci, Sartre, Camus, André Glucksmann, Bernard-Henri-Lévy, Habermas, John Rawls, Hannah Arendt, Oppenheimer, son algunos de los intelectuales que aborda el libro.
También el pasaje de la “grafosfera” a la “videosfera”, retomando los términos de Regis Debray: “...Esa es una mutación gigante cuya dimensión todavía no se aprecia del todo. La “grafosfera”, que comienza en el siglo XV con la invención de la imprenta y el nacimiento de la cultura del libro, es sustituida por la cultura de la imagen. En la década de 1980, la imagen triunfa con la multiplicación de las cadenas televisivas, a tal extremo que pone en discusion el estatuto de la palabra escrita y, por lo tanto, la función del intelectual…”.
El caso de Michael Onfray, “que sigue siendo un filósofo muy sofisticado cuando se lo compara con Bruno Vespa, el “ensayista” que - cada vez que publica un libro, cualquiera sea su tema - encabeza durante meses las listas de los más vendidos en Italia. Junto con el caso de Onfray, podría citarse el de Roberto Saviano, el autor de Gomorra, que - más allá de cuáles fueran sus intenciones - ya se volvió una verdadera empresa cultural orientada a difundir su imagen y un producto de consumo…”.
Asimismo, las mutaciones de la actividad editorial en Europa y en los Estados Unidos, que se produce a partir de los años noventa, inciden en el contenido de los libros publicados. Los grandes grupos monopólicos deben obtener grandes márgenes de beneficios planificados, que a su vez deben aumentar regularmente. “...Era inevitable que estas transformaciones incidieran de manera considerable en el contenido de los libros publicados. Todo eso está imbricado dentro de un circuito mediático, que hace que, llegada esta instancia, un gran grupo editorial  controle toda la trayectoria del libro en su proceso de ideación, producción y distribución como mercancía: posee el sello editorial que lo publica, las cadenas de radio y televisión, los diarios y revistas que hacen la promoción, las librerías, puestos de venta o incluso los supermercados en los cuales podemos adquirirlo. Estos grupos estipulan contratos exclusivos con autores de éxito que deben escribir sus libros dentro de las coordenadas de una estrategia comercial. Así, el destino de un libro no es muy diferente al de un auto o cualquier otro producto. La publicidad y el marketing son fundamentales en el circuito global del producto “libro”...”.
El caso de Michel Onfray y su libro El crepúsculo de un ídolo, por ejemplo,  se impondría más por marketing y presentación de manera espectacular, a golpes de mensajes publicitarios: “nos mintieron”, “Freud era un impostor”, etc., en lugar del trabajo cuidadoso de un historiador que buscaría reconstruir con paciencia las razones sociales y culturales de la aparición del psicoanálisis, sus crisis, deudas intelectuales, limitaciones o las ambigüedades políticas de algunos de sus representantes.
El caso de Robert Oppenheimer, convertido en intelectual por haberse pronunciado contra   la carrera armamentista, como dijo Sartre y no poder haber fabricado la bomba atómica, también es abordado en el libro.
Traverso dice “...No estoy de acuerdo con decretar el fin del intelectual crítico, que supuestamente ya no tendría papel alguno que desempeñar … El intelectual de presente, que a menudo no es un escritor sino más bien un investigador, debe ser crítico y específico a la vez. La dominación, la opresión, la injusticia no han desaparecido. No podríamos vivir en este mundo si nadie las denunciara…”.
Por otro lado, el cuestionamiento del eurocentrismo en el plano cultural, un nuevo desplazamiento, cuando ocurre la “provincialización” de Europa, en el plano económico y geopolítico, entre las dos guerras. La primera, marca el desplazamiento del eje del mundo de Europa a los Estados Unidos. La segunda divide a Europa, que se convierte en un lugar de confrontación entre las grandes potencias en un mundo bipolar. “...Actualmente asistimos a un nuevo desplazamiento, de orden cultural. En la década de 1930, los Estados Unidos aprovecharon la emigración masiva de los científicos europeos perseguidos por el nazismo. Ahora contratan sobre todo asiáticos, latinoamericanos y muchos africanos. En los departamentos de historia de las universidades estadounidenses, se reduce el espacio otorgado a Europa mientras se expande sin cesar el de Asia y Latinoamérica. Vivimos en un mundo en que la cultura y el imaginario se moldean principalmente fuera de Europa.
Sin embargo, la política de la identidad (identity politics) surgio de las luchas de los grupos dominados y subalternos - los afroamericanos, las mujeres, los homosexuales - que se sumaron a una crisis mayor de la identidad estadounidense tradicional, provocada por la Guerra de Vietnam. Más tarde, con la crisis del marxismo y el final del socialismo real, la noción de identidad comenzó a reemplazar  a la de clase en las ciencias humanas y sociales...”.
¿Qué fue de los intelectuales? es un libro que sintetiza en poco más de cien páginas la historia y los casos de los intelectuales más relevantes  y su incidencia y rastros en la cultura contemporánea. Incluye también los cambios tecnológicos, internet, las pequeñas editoriales, los periodistas y periódicos no sometidos al gran capital ni a las directivas de los dueños de grandes grupos empresariales que prueban que también puede haber una información libre y crítica.

Enzo Traverso es uno de los más destacados historiadores de las ideas del siglo XX, reconocido por sus estudios acerca de las consecuencias del nazismo, de la violencia totalitaria y de las dos guerras mundiales en la cultura europea. Graduado en la Universidad de Génova, se doctoró en la EHSS de París y durante dos décadas ejerció la docencia universitaria en Francia a la vez que fue profesor visitante en distintos centros de Europa y América. Actualmente enseña en la Cornell University de Ithaca, Estados Unidos. Entre sus libros se destacan La historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales, A sangre y fuego. De la guerra civil europea (1914-1945), El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria, política, El totalitarismo. Historia de un debate, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX. Sus publicaciones acerca de la historiografía contemporánea, formación de identidades colectivas y memoria son una referencia constante en el campo académico.