domingo, 2 de noviembre de 2014

Los Simpson y la filosofía - William Irwin - Mark T. Conard - Aeon J. Skoble



 

Los Simpson y la filosofía

William Irwin - Mark T. Conard - Aeon J. Skoble
traducción Diana Hernández
Biblioteca Blackie Books


(Buenos Aires)


“...En Los Simpson abunda la sátira. Sin duda, se trata de una de las series televisivas
más inteligentes y articuladas que (sabemos se transmiten hoy  que eso no significa gran cosa, y aun así…).
A quienes hayan desestimado Los Simpson como una serie animada
cualquiera sobre un patán y su familia (una más de tantas que hemos visto), afirmar que la serie es inteligente y articulada puede parecerles una incongruencia, pero la observación atenta de Los Simpson revela niveles cómicos que van mucho más allá de la simple farsa:
hay en la serie numerosos estratos satíricos, dobles sentidos, alusiones a la alta cultura y la cultura popular por igual, gags visuales, parodia y humor referencial. Ante la crítica que hace Homer de unos dibujos animados que los críos están viendo, Lisa replica: “Si los dibujos fuesen para adultos, los emitirían a las mejores horas”. A pesar de las palabras de Lisa, Los Simpson es sin duda una serie para adultos, y es superficial menospreciarla solo a causa del soporte animado y su popularidad.
Matt Groening estudió filosofía, pero ninguno de los colaboradores de este volumen opina que haya sesuda teoría filosófica en el origen de la serie. No consiste pues este libro en una “filosofía de Los Simpson”, si se trata tampoco de “Los Simpson como filosofía”, sino más bien de Los Simpson y la filosofía. No es nuestra intención revelar un significado explícito que Matt Groening y la legión de guionistas y artistas responsables de Los Simpson hayan querido comunicar. En lugar de eso, nos hemos propuesto arrojar luz sobre el significado filosófico que Los Simpson cobra desde nuestro punto de vista. Algunos de los ensayos contenidos en este volumen son reflexiones de académicos sobre una serie que les gusta y que, en su opinión, tiene algo que decir sobre ciertos aspectos de la filosofía. Por ejemplo,
Daniel Barwich se ocupa del señor Burns, ese mezquino cascarrabias, e intenta determinar si, a partir de su infelicidad, podemos aprender algo sobre la naturaleza de la felicidad. Otros autores se dedican a explorar el pensamiento de algún filósofo a través de los personajes. Mark Conrad, por ejemplo, se pregunta si el rechazo nietzcheano de la moralidad tradicional puede justificar la mala conducta de Bart. Y otros colaboradores se valen de la serie como vehículo para desarrollar tesis filosóficas de un modo accesible para el no especialista (es decir, la persona inteligente que se interesa por la reflexión filosófica pero no vive de ella). Por ejemplo, Jason Holt explora “la hipocresía de Springfield” para determinar si dicho rasgo es siempre inmoral.
Este libro no busca reducir la filosofía a un mínimo común denominador: no nos hemos propuesto “bajar el listón para que lo entiendan los tontos”. Al contrario, esperamos conseguir que nuestros lectores no especializados lean más filosofía, del tipo del que no necesariamente se ocupa de la televisión. También esperamos que los colegas filósofos que lean estos ensayos los encuentren estimulantes y divertidos.
¿Es legítimo escribir ensayos filosóficos a propósito de la cultura popular? La respuesta consiste en subrayar que Sófocles y Shakespeare eran cultura popular en su tiempo, y que nadie pone en cuestión la validez de las reflexiones filosóficas sobre sus obras…”.


Un marxista (Karl, no Groucho) en Springfield
James M. Wallace


“...De hecho, la serie tendría que ser considerada el peor tipo de sátira burguesa, pues no solo no vislumbra la posibilidad de un mundo mejor, sino que nos distrae de la reflexión seria o la crítica de las prácticas dominantes y, por último, nos induce a creer que el sistema actual, con sus defectos y su ocasional comicidad, es el mejor mundo posible.
Aunque riese, un marxista solo podría sentirse desencantado…”.


“...La serie no ofrece una sátira coherente de la ideología vigente ni una esperanza de progreso hacia un mundo de mayor justicia e igualdad, donde se cumplan las mejores posibilidades de la humanidad y no las más miserables. Sus contradicciones e incoherencias reflejan el opuesto de lo que Marx imaginó, un mundo integrado y armónico. En definitiva, la serie promueve los intereses de la clase que tiene el poder económico por encima de las masas, les vende camisetas, llaveros, fiambreras y videojuegos. La falta de perspectiva y la equitativa distribución de los antagonismos de Los Simpson vuelven la serie estática e inmune a la crítica; puede asimilar y cooptar todo reto dialéctico y defenderse a sí misma al apelar, con un guiño de ojos y un ligero codazo, a la supremacía del chiste. Los chistes tal vez sean graciosos, pero en Los Simpson, donde nadie crece y las vidas nunca mejoran, la risa no es un catalizador del cambio: es opio…”.


Los personajes


Homer y Aristóteles


Raja Halwani


“...Si lo evaluamos desde el punto de vista moral, Homer Simpson deja bastante que desear, sobre todo si nos concentramos en el personaje y no en sus acciones (aunque tampoco resulte una joya en este último sentido). …”.
“...Por otra parte, toda esperanza de que Homer desarrolle las virtudes éticas se estrellará contra el reconocimiento de que carece de la única virtud intelectual que condiciona el modo de ser ético es decir, la sabiduría práctica (frónesis). La frónesis no es el conocimiento teórico, algo que, desde luego Homer tampoco posee. Dicha razón práctica no consiste, por cierto, en el conocimiento de los hechos, aunque Homer también carezca de tal cosa. La frónesis es la capacidad de manejarse en el mundo de modo inteligente, moral y con vistas al cumplimiento de ciertas metas. Pocos ejemplos bastarán para ilustrar estas líneas. En primer lugar, Homer refrenda algunas perlas de sabiduría sumamente dudosas. En “Hogar, agridulcle hogar”, exclama: “¿Cuándo voy a aprender? La respuesta a los problemas no está en el fondo de una botella…¡Está en la tele! Y para continuar con el tema de la botella, en “Homer contra la decimoctava enmienda” nuestro personaje entona el famoso brindis: “Por el alcohol” Causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida”. En “El Otto-show, le aconseja a Bart: “Si algo te resulta difícil, no vale la pena que lo hagas”. Y en “Bocados inmobiliarios”, le dice a Marge     que “intentarlo es el primer paso hacia el fracaso…”.


Lisa y el antiintelectualismo estadounidense


Aeon J. Skoble


“...La sociedad estadounidense en general mantiene una relación de amor y odio hacia los intelectuales. Por una parte, se respeta la figura del profesor o del científico, pero, por otra, se abriga un resentimiento profundo hacia la “torre de marfil” o lo “culto”; se adopta una actitud defensiva ante las personas inteligentes o instruidas. Los ideales republicanos de los padres fundadores presuponen la existencia de una ciudadanía ilustrada y,  sin embargo, aún hoy, basta enunciar el análisis menos sofisticado de la política actual para ser tachado de “elitista”. Todo el mundo respeta a los historiadores, pero sus opiniones pueden desestimarse, pues “no son más válidas” que las del “ciudadano de a pie”. Con frecuencia, los comentaristas y políticos populistas explotan este resentimiento hacia el saber especializado, aunque eso no les impida recurrir a él cuando lo encuentran conveniente. Un ejemplo es el candidato electoral que acusa a su rival de “elitista de la Ivy League” a pesar de que él también es un producto de esa educación o se apoya en asesores que lo son…”.
“... En Los Simpson, Homer es un clásico ejemplo de memo antiintelectual, al igual que su hijo y casi todos sus conocidos mientras que su hija, Lisa, no solo es prointelectual, sino precoz, en extremo inteligente, sofisticada y a menudo más brillante que quienes la rodean. Naturalmente, sus compañeros de colegio se burlan de ella y los adultos en general, no le hacen caso. Sin embargo, su programa de televisión favorito es el mismo que el de su hermano Bart, una serie animada violenta y estúpida. En mi opinión, el modo en que se trata a Lisa en Los Simpson da cuenta de la relación de amor y odio que la sociedad estadounidense mantiene con los intelectuales…”.


La motivación moral de Marge


Gerald J. Eriion y Joseph A. Zeccardi


“...Desde el corrupto alcalde Joe “Diamante” Quimby hasta el impenitente malhechor Snake, pasando por las figuras más piadosas de la ciudad, como el reverendo Lovejoy y Ned Flanders, los extremos morales de Springfield tienen por único vínculo la variedad de los personajes que pululan por sus calles. Bart admite no saber la diferencia entre el bien y el mal y negocia con el demonio de tú a tú. Homer se embarca en un proyecto egoísta tras otro, intentando convencer a Dios del valor de faltar a la iglesia para ver el fútbol. Entretanto Flanders consulta a las autoridades religiosas y las escrituras sagradas para resolver cada dilema que encuentra, trátese de cuestiones éticas y morales o de modas y cereales de desayuno.
En medio de esos extremos éticos, Marge se destaca como una piedra de toque de moralidad. Para solventar los dilemas que se le presentan, sencillamente deja que la razón oriente su conducta hacia un ponderado y admirable equilibrio entre los extremos. Se diferencia de Flanders porque éste siempre acata lo que la religión ordena sin importar si a él le parece bien hacerlo. Marge es religiosa, pero su conciencia, bien desarrollada, le permite hacer solo aquello que haría una persona decente y razonable, incluso cuando sus decisiones entran en conflicto con las directrices impuestas por la autoridad de su credo. Lo anterior sugiere que la filosofía moral implícita en las acciones de Marge podría tener mucho en común con la del gran filósofo de la Antigüedad Aristóteles. Así pues, este ensayo se propone ilustrar la ética aristotélica analizando la vida de Marge en Springfield…”.


Así habló Bart.
Nietzche y la virtud de la maldad


Mark T. Conard


“...Bart Simpson no es un niño adorable y travieso que de forma inadvertida acabe metiéndose en problemas, no es un rebelde con un gran corazón. Es un delincuente astuto
que viste pantalones cortos de color azul, un corruptor, un vasallo de Satanás (si creéis en esas cosas). …”
“...Bien, permitidme que os cuente de otro chico malo, el chico malo de la filosofía (¿Qué? ¿No creíais que existiesen chicos malos en la filosofía?) Se llamaba Friedrich Nietzche y, desde el punto de vista de la filosofía, no ha habido chico más malo. Nietzche era una especie de astuto delincuente  filosófico. Desafiaba la autoridad, era un corruptor. ¿También era vasallo de Satanás? Bueno, ¡escribió un libro titulado El Anticristo! Parecía odiarlo todo, cada ideal que la mayoría amaba y atesoraba. Se dedicaba a derrumbar esos ideales demostrando con inteligencia cómo se relacionaban con cosas que esa misma mayoría odiaba. Denostaba la religión y se burlaba de la piedad. Se refería a Sócrates como a un bufón que había conseguido que lo tomasen en serio. ¡Llamaba decadente a Kant, superficial a Descartes y limitado a John Stuart Mill! En Así hablaba Zaratustra, su infamia llegó hasta el punto de escribir: “¿Andas con mujeres? Pues no olvides el látigo”.
Ahora bien, aunque rechazaba e incluso se burlaba de los ideales tradicionales de las llamadas “buenas personas”, es decir, las personas compasivas y virtuosas en el sentido religioso, Nietzche tenía su propio ideal: el espíritu libre, la persona que rechaza la moral y las virtudes tradicionales, que abraza el caos del mundo y le confiere estilo a su carácter.
¿Es posible que, desde una perspectiva nietzcheana, hayamos estado admirando al personaje equivocado? ¿Acaso Lisa Simpson encarna ese cansancio que insulta al mundo, la decadencia, la moral del esclavo y el resentimiento de los que habla Nietzche? Desde luego, es divertido portarse mal, pero ¿tal vez hay algo saludable y vitalista en ese comportamiento, algo filosóficamente importante? ¿No será Bart Simpson la personificación del ideal nietzcheano?


El nacimiento de la comedia: La apariencia contra la realidad.


“...¿Podría ser Bart, en cierto modo, un ejemplo del ideal (inverso) nietzcheano? Desde luego, ¡ay! , la respuesta es no.
Para empezar - y muchos incurren en este error - aunque Nietzche condena la “moral del esclavo”, y la califica de negación de la vida e insulto al mundo, no predica la moral del amo. Los amos eran bestias violentas e insensatas. Para Nietzche no son un ideal, no piensa que debamos ser como ellos ni que el poder tenga siempre la razón. No nos aconseja abusar de los demás, quitarles el dinero de la comida ni comernos sus pastelitos de la merienda. De modo que, incluso si Bart asumiera la moral del señor - algo que describe a Nelson y a Jim mejor que a Bart -, esto no lo convertiría en un ejemplo del ideal nietzcheano.
No, el ideal de Nietzche es más bien el artista, el individuo que se crea y se supera a sí mismo, que forja nuevos valores y convierte su vida en una obra de arte. Y creo que estaríamos en apuros si tuviéramos que encajar a Bart en ese molde. Es cierto que a veces parece darse cuenta del caos que es el mundo y su existencia. Por ejemplo, cuando quiere interpretar a Fisión Boy en el nuevo filme de Radiactivo Man, dice “si me dan el papel, podré por fin congraciarme con ese pequeño rarito y liante llamado Bart” (“Radiactivo Man”). Se da cuenta de cuán caótica es su vida de “pequeño rarito y liante” que necesita ser modelado. Y, en efecto, su personaje parece tener una especie de estilo coherente, pero se define a sí mismo en gran medida como reacción y, por supuesto, Nietzche no perdonaría tal cosa. Lo que quiero decir es que, en buena parte, Bart se define a sí mismo y se forja una identidad, no en una afirmación triunfante de sus talentos y capacidades, ni tampoco como una grandiosa y creativa urdimbre de elementos dispares del ser, sino, sobre todo, en oposición a la autoridad....”.


Los Simpson y la alusión:
“El peor ensayo de la historia”
William Irwin y J.R. Lombardo


“...Según Matt Groening, “Los Simpson es una serie que te premia por prestarle atención”. Cualquier seguidor puede confirmar las palabras de su creador y, de hecho, la mayor parte de los entusiastas genuinos de Los Simpson dirá que los episodios aguantan y, tal vez incluso, exigen verlos más de una vez. ¡Gracias a Dios por las reposiciones! Entre las razones por las que los seguidores de Los Simpson siguen viendo los episodios  una y otra vez se cuenta la riqueza e inteligencia de sus alusiones. Desde el venerable nombre de “Homer” hasta el “Aullido” de Lisa, pasando por las parodias de “El cuervo”, “El cabo del miedo” y All in the Family, Los Simpson echan mano de referencias  a la alta cultura y a la cultura popular por igual, tejiendo una trama intrincada, digna de ser vista más de una vez y con estrecha atención…”.


Este libro se inspira en ideas de …


Tales (ca. 624-546 a.C.)


“Todas las cosas están llenas de dioses y tienen un alma”.


Anaximandro (ca. 6II- 546 a.C.)


“A partir de donde las cosas tienen el origen, hacia allí se encamina también su  perecer según la necesidad; pues se pagan unas a otras condena y expiación por su iniquidad según el tiempo fijado”.


Lao-Tse (nacido ca. 604 a.C.)


“Quien sabe no habla. Quien habla no sabe. Cierra la boca”.


Anaxímenes (ca. 585-528 a.C.)


“El principio de las cosas existentes es el aire, pues de éste nacen todas las cosas y en él se disuelven de nuevo”.


Buda


“Toda la humanidad está enferma. Vengo a ustedes como un médico que ha diagnosticado esta enfermedad universal y está preparado para ayudar a curarla”.


(....)


San Agustín (354-430)


“Aun lo que llamamos mal en el mundo, bien ordenado y colocado en su lugar, hace resaltar más eminentemente el bien”.


San Anselmo (1033-1109)


“Existes, pues ¡oh Señor, Dios mío!, y tan verdaderamente, que no es siquiera posible pensarte como no existente”.


Santo Tomás de Aquino (1225-1274)


“La criatura racional se encuentra sometida a la divina providencia como tal, y es providente por sí misma y para las demás cosas. Por lo mismo, hay también en ella una participación de la razón eterna en virtud de la cual se encuentra naturalmente inclinada a actos y fines debidos. Y esta participación de la ley eterna en la criatura racional es lo que se llama ley natural”.


(...)


René Descartes (1596-1650)


“Supondré, pues, que [...] algún genio maligno de extremado poder e inteligencia pone todo su empeño en hacerme errar [...] Pero por más que me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que soy algo. De manera que, una vez sopesados de forma escrupulosa todos los argumentos, se ha de concluir que siempre que digo “yo soy, yo existo” o lo concibo en mi mente, necesariamente debe ser verdad”.


(...)


John Stuart Mill (1806-1873)


“Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho”.


(...)


Karl Marx (1818-1883)


“Así como los individuos expresan sus vidas, así son. Lo que son coincide con lo que producen pero, junto con lo que producen, cuenta también cómo lo producen. Lo que los individuos son, pues, depende de las condiciones materiales de su producción.”


Charles Sanders Peirce (1819-1914)


“Hay pocas personas que se preocupen de estudiar lógica, porque todo el mundo se considera lo suficientemente experto en el arte de razonar. Observo, sin embargo, que esta satisfacción se limita a la propia capacidad de raciocinio, no extendiéndose a la de los demás”.


(...)


Ludwig Wittgenstein (1889-1951)


“¿Cuál es tu objetivo en filosofía? Mostrarle a la mosca la salida de la botella cazamoscas”


(...)


Karl Popper (1902-1995)


“Propongo entonces reemplazar la pregunta acerca de las fuentes del conocimiento por una pregunta completamente diferente: “¿cómo podemos detectar y eliminar el error?”


Jean-Paul Sartre (1905-1980)


“El hombre no es otra cosa que lo que él mismo hace de sí”.


Simone de Beauvoir (1908-1986)


“No se nace mujer: se llega a serlo”.


(....)


Con las voces de…


David L. G. Arnold; Daniel Barwick; Eric Bronson; Paul A. Cantor; Mark T. Conard; Gerald J. Erion; Raja Halwani; Jason Holt; William Irwin; Kelly Dean Jolley; Deborah Knight; James Lawler; J.R. Lombardo; Carl Matheson; Jennifer Lynn McMahon; Aeon J. Skoble; Dale Snow; James Snow; David Vessey; James M. Wallace; Joseph Zeccardi.