Paulo Freire
Pedagogía de la autonomía
Pedagogía de la autonomía
Saberes necesarios para la
práctica educativa
Siglo Veintiuno Editores
Siglo Veintiuno Editores
(Buenos Aires)
El pedagogo brasileño Paulo Freire vuelve en el libro Pedagogía de la autonomía, recientemente reeditado por Siglo Veintiuno Editores, sobre los temas que lo han ocupado a lo largo de su extensa trayectoria como profesor y como ensayista, en particular sobre aquellos aspectos que definen el alcance de la enseñanza. Con el vigor de la palabra oral y la precisión conceptual de quien revista constantemente sus propias ideas, el autor sostiene que la tarea de enseñar no puede quedar reducida a la transmisión de contenidos o destrezas; por el contrario, debe avanzar un paso más, a fin de comprometer a los docentes y a los alumnos con su entorno social y cultural. La dimensión ética es la que permite integrar y respetar al otro, comprender los cambios propios y los ajenos, reconocer la injusticia y trabajar para revertirla, construir un sentido de autonomía y responsabilidad personal. Por eso, no puede estar ausente de ningún vínculo, menos aún del que se establece entre quien enseña y quienes aprenden.
Para Paulo Freire, enseñar no existe sin aprender y viceversa, y fue aprendiendo socialmente como a lo largo de la historia, mujeres y hombres descubrieron que era posible enseñar. Fue así, aprendiendo en forma social, que con el transcurso de los tiempos mujeres y hombres percibieron que era posible -después, preciso - trabajar maneras, caminos, métodos de enseñar. Aprender precedió a enseñar o, en otras palabras, enseñar se diluía en la experiencia realmente fundadora de aprender. Freire dice:"No temo decir que carece de validez la enseñanza que no resulta en un aprendizaje en el que el aprendiz no se volvió capaz de recrear o de rehacer lo enseñado, en el que lo enseñado que no fue aprehendido no pudo ser realmente aprendido por el aprendiz. Cuando vivimos la autenticidad exigida por la práctica de enseñar-aprender participamos de una experiencia total, directiva, política, ideológica, gnoseológica, pedagógica, estética y ética, en la cual la belleza debe estar de acuerdo con la decencia y la seriedad...".
Enseñar exige riesgo, asunción de lo nuevo y rechazo de cualquier forma de discriminación
"Es propio del pensar acertado la disponibilidad al riesgo, la asunción de lo nuevo que no puede ser negado o recibido solo porque es nuevo, así como el criterio de rechazo a lo viejo no es solamente cronológico. Lo viejo que preserva su validez o que encarna una tradición o marca una presencia en el tiempo continúa siendo nuevo.
También el rechazo definitivo a cualquier forma de discriminación forma parte del pensar acertadamente.
La práctica prejuiciosa de raza, clase, género, ofende la sustantividad del ser humano y niega radicalmente la democracia. Cuán lejos estamos de ella cuando vivimos en la impunidad de los que matan niños en las calles, de los que asesinan campesinos que luchan por sus derechos, de los que discriminan a los negros, de los que subestiman a las mujeres....".
"A veces temo que algún lector o lectora, incluso no totalmente convertido al "pragmatismo" neoliberal pero ya tocado por él, diga que, soñador, continúo hablando de una educación de ángeles y no de mujeres y hombres. Sin embargo, lo que he dicho hasta ahora se refiere radicalmente a la naturaleza de mujeres y hombres. Naturaleza entendida como algo que se constituye social e históricamente y no como un a priori de la Historia...".
Enseñar exige la corporificación de las palabras en el ejemplo
El profesor que realmente enseña, es decir, que trabaja los contenidos en el marco del rigor del pensar acertado, niega, por falsa, la fórmula farisaica del "haga lo que mando y no lo que hago". Quien piensa acertadamente está cansado de saber que las palabras a las que les falta la corporeidad del ejemplo valen poco o casi nada. Pensar acertadamente es hacer acertadamente.
¿Qué pueden pensar alumnos serios de un profesor que dos semestres atrás, hablaba casi con ardor sobre la necesidad de la lucha por la autonomía de las clases populares y hoy, si bien afirma que no cambió, tiene un discurso pragmático contra los sueños y practica la transferencia de saber del profesor hacia el alumno?¿Qué decir de la profesora que, ayer de izquierda, defendía la formación de la clase trabajadora y hoy, pragmática, se satisface, inclinada ante el fatalismo
neoliberal, con el simple adiestramiento del obrero, e insiste, sin embargo, en que es progresista? No existe el pensar acertado fuera de una práctica testimonial que lo refuerza en lugar de desdecirlo. Al profesor no le es posible considerar que piensa acertadamente cuando al mismo tiempo le pregunta al alumno si "sabe con quien está hablando."
El clima de quien piensa acertadamente es el de quien busca seriamente la seguridad en la argumentación, es el de quien, al discordar con su oponente, no tiene por qué alimentar contra él o contra ella una rabia desmedida, a veces mayor
que la propia razón de la discordancia...".
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