jueves, 12 de octubre de 2023

Entre las sogas - Ana Lanfranconi

 


Entre las sogas

Ana Lanfranconi

Editorial Paradiso

(Buenos Aires)

Entre las sogas es un libro que reúne varios cuentos de la psicoanalista y escritora marplatense Ana Lanfranconi. El lado oscuro del ser humano, la violencia pueden aflorar en cualquier momento, eso expresan sus cuentos. El cuento que da título al libro comienza con el asesinato de un perro. Forgia, carnicero por herencia familiar le corta la cabeza al perro de la vecina.  Forgia es un hombre frío, detesta al perro de la vecina.Pero no solo mata al perro sino que lo oculta. Mientras, en la televisión, se transmite una pelea de box.El personaje es un hombre que se ha resignado a vivir en un departamento de dos ambientes, sale con varias mujeres, y se considera un poco intolerante y reacio a los conflictos que generan la estabilidad y la convivencia . Siempre se había mantenido a distancia de la comunidad humana.

Otro de los cuentos, El camino hacia la luz, narra en primera persona una historia donde el padre del narrador personaje es ciego. La vida de la protagonista está signada por esa circunstancia. El cuento tiene reminiscencias de Informe sobre ciegos, de Ernesto Sabato, donde los ciegos son personajes que además de no tener visión, pertenecen a algo más oscuro y siniestro, porque ¿quiénes son los ciegos y en qué sentido?  El camino hacia la luz es un lugar físico pero también una metáfora. Nada es lo que parece. Lo oscuro está al acecho. Según Elizabeth Roudinesco, en el libro Nuestro lado oscuro, “acabar con la perversión, tal es en la actualidad la nueva utopía de las sociedades democráticas globalizadas, llamadas posmodernas: borrar el mal, el conflicto, el destino, la desmesura, en provecho de un ideal de gestión tranquila de la vida orgánica. Ahora bien, semejante proyecto ¿no corre el riesgo de que aparezcan en el seno de la sociedad nuevas formas de perversión, nuevos discursos perversos? ¿No se expone, en resumen, a transformar la sociedad en sí en una sociedad perversa?.

La literatura, los cuentos de Ana Lanfranconi exponen situaciones y personajes que bordean la perversión, el mal, la oscuridad y nos lo recuerdan, eso que se quiere negar o evitar, surge solapadamente, existe.

Ana Lanfranconi nació en Mar del Plata, es psiconalista y escritora. En 2007 obtuvo una mención en el Concurso Interamericano de Cuentos Fundación Avon. En 2016 su cuento “Entre las sogas” fue distinguido con el primer premio en el Concurso de cuentos

Manuel Mujica Láinez y fue incluido en la Antología Premio Mujica Láinez X edición. Este es su primer libro publicado.

Bibliografía: Elizabeth Roudineso, Nuestro lado oscuro, Editorial Anagrama

 

domingo, 24 de septiembre de 2023

Ruta Salamone - Ediciones Bonaerenses

 


Ruta Salamone

Florencia Di Paolo

Sebastián Russo Bautista

Alejandro Gómez Monzón

Patricia Ratto

Prólogo de René Longoni

Martín Aurand (fotografías)/Baires Baires (ilustracones

Ediciones Bonaerenses

(Buenos Aires)

Ruta Salamone reúne las miradas de cuatro autores y autoras que emprendieron sus caminos tras las huellas del ingeniero Francisco Salamone. Entre 1936 y 1940 Francisco Salamone proyectó y construyó obras municipales en casi cuarenta localidades de la provincia de Buenos Aires. Sus plazas y edificios aún hoy resultan impactantes por su monumentalismo pero también por la riqueza de sus diseños y por su extraña relación con el paisaje de la provincia.  Una obra así de singular atrae tanto a curiosos y aficionados como a especialistas y, desde su revalorización a partir de los años noventa, se convirtió en motivo de viaje para muchas personas.

Al prologar este libro, René Longoni subraya que se trata “de una arquitectura personal e irrepetible” que expresa “un temperamento, un vuelo y una sensibilidad particulares, y que dota de una suerte de “carnet de identidad” a los pueblos receptores de sus diseños”.

En Rutas del norte, por Alejandro Gómez Monzón, dice: “…Más que recontextualizar, Salamone descontextualizó arquitecturas metropolitanas de vanguardia en la pampa argentina. Su potencia es la inadecuación, el exotismo, la no pertenencia de esas moles o Godzillas arquitectónicos a la llanura infinita y casi abstracta: injertar, en las gramillas de la inmensidad, ombúes o eucaliptos de hormigón armado. Desubicada, su obra no dialoga con el paisaje, y en esa discordancia, en ese monólogo suyo, por un lado, y en elde la pampa, por el otro, vibra la mayor hechicería. Situarse fuera de sitio en el borroso territorio de la provincia de Buenos Aires parece haber sido su clave. Hacer una poética del espacio (arquitectura) en el no- espacio de la pampa…”.

En Rutas del oeste, por Sebastián Russo Bautista, se refiere entre otras cosas a la Zanja de Alsina:

“…La ruta 33 por la que viajo fue el trazado de la Zanja de Alsina. Que, además de ser precisamente la que dividía materialmente la supuesta civilización de la supuesta barbarie, tenía como rol principal (según me dice el director del Museo de Guaminí, uno de los principales fortines de aquel entonces) poblar con el tendido de la línea telegráfica, como insumo y esperanza técnica mayor.

Los trazados y tecnologías como afán de modernización civilizatoria atraviesan la provincia de Buenos Aires. De la zanja y el telégrafo a los trenes, y de allí a las rutas salamónicas, que incluyen y conviven con el trazado de rutas de autos y camiones e incluso rutas aéreas.

Interconexiones maquínicas como segundas, terceras conquistas de lo ingobernable: el desierto como figura espectral, artilugio ideológico, materialidad acuciante…”.

La primera de estas cuatro crónicas visita las localidades de Tornquist, Saldungaray, Coronel Pringles y Laprida, así como la pequeña delegación de San Jorge. Con su estilo ligero y preciso, Florencia Di Paolo en este viaje conversa con los cuidadores de los cementerios y con las directoras de turismo, revisa las historias del boca a boca de cada pueblo y recuerda sus propios vínculos con estos lugares. actualizando la ficción, Florencia reimagina las construcciones de Salamone como escenarios para la trama de Metrópolis, de Fritz Lang, aquella película icónica del expresionismo alemán que se presenta como una clara influencia en los diseños del ingeniero.

En Rutas del centro, Patricia Ratto presta su voz y registra mediante la ficción a los personajes de cuatro relatos breves, conocidos a través de las visitas  a  Adolfo González Chaves, Chillar, Azul, Miranda, Rauch y Cuartel VII (Villa Verde).

Este libro incluye también un listado de todas las obras de Salamone construidas en la provincia. El mapa que lo acompaña ilustra las cuatro rutas aquí propuestas, pero demarca también las demás localidades bonaerenses en las que se puede visitar alguna obra del ingeniero, junto con las rutas nacionales y las líneas ferroviarias con servicio activo de pasajeros.

El reverso del mapa, una ilustración de Baires Baires compone un póster del portal del cementerio de Saldungaray, uno de los edificios más icónicos de Salamone.

Este libro editado por Ediciones Bonaerenses contribuye a la identidad de la provincia de Buenos Aires, difunde su historia, su arquitectura, sus costumbres. 

 

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

De sol a sol. Crónicas sobre la identidad - Ediciones Bonarenses

 


De sol a sol

Crónicas sobre la identidad

Ediciones Bonaerenses

(Buenos Aires)

De sol a sol. Crónicas sobre la identidad publicado por Ediciones Bonaerenses  - Editorial del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires –reúne seis crónicas de autores que provienen de distintos lugares de la Provincia de Buenos Aires – Tapalqué, Tres Arroyos, Pergamino y La Plata.

Mediante la exploración de las raíces locales y regionales las crónicas seleccionadas en el Concurso de narrativas “Ser bonaerense. Miradas sobre nuestra identidad” invitan a recorrer los universos secretos de esta provincia. El jurado estuvo conformado por Cristian Alarcón, Sonia Budasi y Ulises Cremonte, quienes eligieron “José también se iba por el río”, de Julián Daniel Mijailoff (primer premio), “El camino es Ezeiza”, de Diego Alberto Slagter (segundo premio), y “La vida es buena”, de Ana Carrozzo (tercer premio). También otorgaron tres menciones de honor a “Ciclista”, de José Augusto Santucho, “Calesiteros, dueños de un circo diminuto”, de Marcos Nuñez, y “Tomatito y el Mula:historias de tierra adentro” de Nazareno Manccione.

“José también se iba por el río”, la crónica premiada de Julián Daniel Mijailoff narra, a través de un singular personaje, la historia de José, un trabajador rural, originario de la provincia de Corrientes que siendo muy joven va en busca de un trabajo mejor pago al Delta del Paraná. Con el tiempo consigue comprar una parcela de tierra para cultivar el mimbre y se convierte en propietario. José se dedica así a la industria del mimbre, y con el tiempo se convierte en uno más de los isleños que habitan el lugar.

Un fragmento:

“…Le gustaba el sauce y el mimbre y pensaba que no se le daba mal y que mejoraba temporada a temporada. Estaba orgulloso de su trabajo con el orgullo de quien se ganó las cosas por sí mismo. Con el tiempo se fue acercando también a los otros productores, una vez que se le fueron las cosquillas y entendió que era lo más ventajoso. Así fue perdiendo lo chúcaro, se fue sumando a las juntadas y se acercó a los dos o tres del INTA que por ese entonces andaban paseando por entre los mimbreros en lugar de rendirles pleitesía a las empresas forestales…”.

De sol a sol. Crónicas sobre la identidad, logra mediante la exploración de las raíces locales y regionales desplegadas históricamente, iluminar un punto en común: la identidad bonaerense hoy.

sábado, 29 de julio de 2023

La belleza de mi infancia – Reinaldo Edmundo Marchant por Miguel Ángel Bravo

 

























La belleza de mi infancia

Reinaldo Edmundo Marchant

Subterranis Editores, 187 páginas, Julio del año 2023.

 (Santiago de Chile) Miguel Ángel Bravo

  Si hubiera una frase para definir la  creación de este libro, habría que decir: está escrito con el lenguaje de los sentimientos. Los sentimientos alegres de un niño feliz que nació y creció rodeado de privaciones. Los sentimientos de tomar el sol y las flores con los ojos como alimentación para el alma, y así esquivar el abandono paterno, sin perpetuar el enojo, la animosidad, o el mínimo reclamo a  la vida, “el amor de  mi madre y la sublime naturaleza que rodearon mi lejana infancia, me convirtieron en un niño sin tristezas ni resentimiento” (página 21).

Conmueven los numerosos  episodios de La Belleza de  mi Infancia, inicio biográfico del autor Reinaldo Edmundo Marchant, junto a su madre Rosa Marchant (de quien adoptó su apellido), una valerosa mujer sin formación académica, campesina, que lidió y  peregrinó sola con cinco hijos, siendo el autor el menor de  ellos.

Conmueve la historia de un niño claramente huérfano al nacer, cuyos juguetes y  marionetas fueron “las aves, mariposas y el viento que removía el follaje (página 79)”.  Según transcurren los episodios, sin navidad ni celebraciones, sin juguetes ni árboles de pascua, el infante peregrina, medita en una piedra esperando el regreso de su madre trabajadora, sueña y dialoga con los paisajes, pintarrajea la indigencia y convierte a  las alimañas en copos sonrientes: “Yo  los   miraba desde mi cuna de plata. Los duendes son mofletudos porque comen sin empacho  lo que pillan a mano. A menudo duermen sin culpa también para soñar que están vivo en la secreta entraña del bosque. Ellos no tienen ojos materiales (página 60)”.

En su caminar, con el puño cerrado, se rebela ante la  crudeza de la realidad, aunque nunca apunta  ni recrimina a nadie, por el contrario, salpica un pensamiento: “Sentirse igual que un chico nacido en cuna de oro, no tomar en   cuenta ninguna diferencia, ambos caídos en  el territorio de este mundo y que gane siempre el mejor. ¡Vaya inocencia la mía!” (Página 26).

Si  bien el  libro está narrado con heridas lacerantes, trasuntan imágenes  encantadoras, poéticas, pensamientos distantes de una sociedad que transita enajenada con aparatos virtuales. Describe con fuerza y humor sucesos sorprendentes, como la divagación sobre el padre biológico que nunca conoció: “Si viniera mi padre y se sentara a mi lado, yo tomaría un lápiz y dibujaría sus rasgos, la forma de su rostro y el color de su cabello, para no olvidar un detalle de su estampa… ¡Si viniera mi padre mientras medito en esa bella infancia! (página 17)”.

Historias   magníficas,  originales, punzadas por una mente en ebullición, que inunda de dulzura la tragedia, llenando de  tonalidades los días grises, que acaso permite ver las cosas como quisiéramos: hermosas, puras, naturales, alteradas diáfanamente hacia el cielo.

En una antigua entrevista que preservo, le consultaron a este escritor cómo se escribía una obra literaria, y expresó: Los libros son como la vida, no se  escriben como uno quiere, sino se elaboran como se puede… (Diario La Época, 1988). Parafraseando su frase, al leer este emotivo libro, se podría decir que también los textos se escriben como se  vivió y se sigue viviendo, ejemplo: “Transitando por este mundo, me han dado a probar caviar y refinados vinos, pero nada sabe mejor que  esa agua desprendida de un grifo de la calle, que en la niñez bañaba bajo un calor reinante a la manera de un río y  un océano lleno de   oleajes, nos hacía saltar en gozo y abrazarnos  victoriosos de  cara al sol, que  nunca olvidaba a   aquellos expatriados infantes” (Página 30).

La Belleza de  mi Infancia pudo llamarse perfectamente: La pobreza de mi infancia, pero se  ve que en este prolífico autor no laten  ciertas palabras con vislumbre de lamentación ni derrota, ni con la manida tentativa de   victimizarse para reclamar alguna dádiva del Estado.

En estos cuentos resalta la  hombría tan ajena al odio, la dignidad de suspenderse frente al desamparo, y el derrame constante de un amor que fecunda a un  talento singular.

(c) Miguel Ángel Bravo

Miguel Ángel Bravo es escritor y actor 

 Leer tres relatos del libro La belleza de mi infancia en el siguiente enlace:

https://archivosdelsurnarrativa.blogspot.com/2023/07/la-belleza-de-mi-infancia-relatos-por.html

 

 











martes, 18 de julio de 2023

El escritor Antonio Costa Gómez publica el libro "Balada del centauro en Compostela"



(Buenos Aires)

    La editorial Dalya, radicada en San Fernando, Cádiz, publica el libro “Balada del centauro en Compostela”, del gallego afincado en Salamanca Antonio Costa Gómez.  Dante aprende a mirar el Transmundo mirando el flamante Pórtico de la Gloria en Compostela a comienzos del siglo XIII. Alejandra Pizarnik tiene una visión de plenitud en Compostela bajo los fuegos artificiales. Rivadulla Corcón exalta a los piratas y a Lauren Bacall en las noches de Compostela. Ramiro Fonte inventa su libro “Pasa un secreto” en el café Paradiso. Una druidesa peregrina desde Bretaña a Compostela, adonde se supone que había peregrinaciones desde antes del cristianismo.  El autor escribe un poema sobre un centauro que cabalga entusiasmado por las calles de la ciudad. Si París era una fiesta para Hemingway, Compostela es una fiesta más íntima y profunda para el autor.  Es un espacio de plenitud entrevista y de experiencia profunda.  

    Antonio Costa Gómez nació en Barcelona en 1956, creció en Lugo. Tiene dos licenciaturas universitarias, en Filología Hispánica y en Historia del Arte. Trabajó en distintas cosas, fue profesor de Enseñanza Media, pero siempre fue escritor por encima de todo. Viajó por más de 50 países.  Publicó miles de artículos y 17 libros. Los principales son “La  calma apasionada”, “Mateo, el maestro de Compostela”, “El fuego y el sueño”, “El huevo”, “Los camiones de Patagonia” “El caballo de Fussli”, “El cuarto de Dylan Thomas”.  Ganó premios como “Amantes de Teruel”, “Estafeta Literaria”, Delegación de Cultura de Madrid. Y fue finalista del Casino de Mieres, el Nadal 1994, Herralde en 2014, el Azorín en 2018. Apareció en antologías como “Poesía Española Última”, Selecciones Austral, 1983, “Elogio de la diferencia”, Cajasur, 1994.  Ha sido traducido al francés y al rumano.


lunes, 17 de julio de 2023

Una frágil burbuja por Reinaldo Edmundo Marchat

 

                             














Una frágil burbuja
Sandra E. Medina Salas

Editorial Letrame 


 (Santiago de Chile) Reinaldo Edmundo Marchant

Simona. Alter Ego. Heroína. Soñadora incesante. Viajera curiosa. Simona despierta y busca geranios al amanecer. Pregunta al pasado por su presente, y medita intensamente intrigada. Libera ángeles y demonios acodada al ventanal. Por encima de cualquier duda, Simona es mujer y protagonista sin capucha ni disfraz: “Un día tomé un hilo y, sin saberlo, al comenzar a tirar, fueron apareciendo hebras que tejieron una delicada trama, que dio forma a una historia insospechada”, reconoce. Y brinca al espacio, a buscar tesoros que alguna vez iluminaron sus manos.

Sandra Medina Salas es la autora de este volumen, Una Frágil Burbuja (Letrame Grupo Editorial, 441 páginas, 2023), un gran hallazgo y notable novela que raya en la lucidez, salpicada de espejos y espejismos, de saltos al vacío y caídas que nada importan porque, a fin de cuenta, nadie avanza a pie firme.

Con una trama medular entre Santino y Simona, y jocosas como dramáticas micro historias de enganche experimentadas bajo la pandemia mundial, sutil pretexto para extraer del vientre a la luz toda la gloria y agonía sucedida en pretéritos días, los episodios suben y descienden sin caer al pozo de la lentitud.

Así, carente de recovecos, con narrativa pulcra, puño aceitado, un marcado humorismo, aflora el sol y la luna, las nubes y el vislumbre ahora lejano, con su cuota de melancolía, que pernoctaban felizmente atrincherados en alguno de los nidos del alma, reclamando brotar para pertenecer al cuerpo visible del universo.

Contada con rico lenguaje y desatada imaginación, la autora va contagiando vitalidad y poderosa energía a través de la ficción; arma y desarma retablos, monologa junto a detalles de la rutina, y regresa a la arquitectura central, con idas y vueltas deslumbrantes, sin extraviar un ápice el hilo del tejido.

Los esplendentes episodios, atrapan e invitan a seguir lúdicamente por su camino, apareciendo la avidez de llegar a un punto vital de aquella singular geografía, insinuada tantas veces, pero que reclaman paciencia en la mitad de la aventura.

La alegre y bien urdida trama, nos deja una genuina y hermosa novela, que no indica el inicio de una primera publicación, por contrario, por la fuerza y destreza fabuladora, lleva a pensar que el oficio literario la autora lo tenía aplicado mucho antes de localizar al personaje Santino.

Luego de las 36 semanas que le llevaron sobrellevar esta maternidad, aflora un novísimo habitante. Junto a ello, salta a la vista una feliz voz, particular en el panorama novelístico, un talento construido a fuego lento, que sin duda vale la pena ir a su encuentro.

Sandra Medina Salas, entrega un libro que se puede tomar y acariciar de cien maneras, menos con tristeza e incertidumbre, que se lee rápidamente y con notoria placidez de haber tropezado con una valiosa obra. ¡Enbuenahora!

 

 

 

 

martes, 6 de junio de 2023

Aguafuertes bonaerenses - Roberto Arlt

 


Aguafuertes bonaerenses

Roberto Arlt

Ediciones bonaerenses

(Buenos Aires)

Ediciones bonaerenses, la editorial del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, editó recientemente una recopilación de las aguafuertes  de Roberto Arlt que aluden, de uno u otro modo, al amplio territorio de la provincia de Buenos Aires. “…Publicadas originalmente en un arco de tiempo comprendido entre los años 1927 y 1941, y que acompaña casi toda la producción narrativa y teatral del autor, estas Aguafuertes bonaerenses se alejan de la clásica fórmula porteña de Arlt para alcanzar nuevas geografías, abarcando desde Patagones hasta las islas del delta del Paraná y desde los balnearios marplatenses hasta Sierra de la Ventana.

La mirada de Arlt, como una solución ácida en láminas de cobre, penetra estos territorios y nos devuelve diversos tipos de postales, entre la belleza poética del paisaje, la denuncia social, la sátira y el retrato de costumbres.

El prólogo de Margarita Pierini, quien también tuvo a su cargo la tarea de seleccionar y ordenar los textos aquí reunidos, analiza la construcción de esta mirada de Arlt y desarrolla con claridad y rigor  algunos de los ejes que ella considera centrales para leer estas notas.

La selección de aguafuertes organiza los textos en dos grandes bloques. El primero, “Cartografías” lo componen aquellas notas que tienen una referencia geográfica precisa y están ordenadas, como se explica en el prólogo, según un “trazado radial” que se aleja desde la Capital Federal hasta el extremo sur de la provincia. El segundo bloque, “Perspectivas”, lo conforman aguafuertes que, aunque no refieren a una localización específica, “ofrecen paisajes, tipos humanos, perspectivas culturales que pueden reconocerse dentro de más amplias geografías…”.

Según el prólogo de Margarita Pierini: “Este Roberto Arlt al que Onetti definió alguna vez como un compadrito porteño (1972:368), este escritor que nos dejó grabados en sus aguafuertes el perfil de los barrios, los habitantes y la vida cotidiana de la ciudad de Buenos Aires de 80 y 90 años atrás es, al mismo tiempo, el periodista atento que observa y registra el entorno adonde lo llevan sus pasos, ya sea como gozoso flaneur o en el desempeño de su profesión, fuera de su ciudad, viajando por el interior del país o, en algunas ocasiones, fuera de él…”.

Las lecturas de Arlt, que se presentaba como un escritor autodidacta con apenas tercer grado aprobado, dato que investigaciones posteriores han desmentido, lo ayudaban a interpretar la realidad y escribir en su profesión de periodista.

“…Desde Homero, cuyos paladines equipara con los valientes pasajeros en “En ómnibus de extramuros” (1928), hasta Eugene O´Neill, a cuya protagonista evoca en “El canal de San Fernando” (1933), el texto literario funciona como un soporte, un encuadre para mirar una nueva realidad.  Asume, señala Saítta, “lo que Edward Said denomina la “actitud textual”, esto es, una actitud que se presenta cuando al entrar en contacto con algo relativamente desconocido, se recurre no solo a las experiencias que se han tenido […] sino también a lo que se ha leído sobre el tema. [1994:15]. Así Arlt recrea la figura del jefe de estación de los pueblos pampeanos, inspirándose en uno de los cuadros costumbristas que veinte años antes trazara el escritor y pintor catalán Santiago Rusiñol en El pueblo gris (1911)…”

Esta recopilación de aguafuertes amplía el conocimiento y la difusión  de la obra del gran escritor argentino y ofrece una mirada arltiana fuera de los límites del universo porteño frecuentado por Arlt.

Roberto Arlt nació el 26 de abril de 1900. Era hijo de una de las tantas familias que llegaron al país a fines del siglo XIX como inmigrantes. Venían a la aventura, con la ambición de enriquecerse y volver a Europa. Traían unos magros ahorros. Pero el capital principal eran ellos mismos, su juventud y su deseo de progresar.

La obra de Roberto Arlt se compone de: novelas, cuentos, aguafuertes (obra publicada en diarios) y teatro.

Roberto Arlt escribió cuatro novelas: El juguete rabioso, Los siete locos, Los lanzallamas y El amor brujo.

Entre sus obras teatrales están: 300 millones, Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas, La isla desierta, La fiesta del hierro, El desierto entra en la ciudad.

La obra periodística de Arlt alcanza una gran cantidad de aguafuertes.

Roberto Arlt murió en Buenos Aires en 1942.

 

 

jueves, 1 de junio de 2023

Evocar con pasión por Jorge Calvo: sobre el libro Allende, 50 años de amor de Reinaldo Marchant


Reinaldo Marchant


Allende, 50 años de amor

Reinaldo Marchant

Signo Editorial

(Santiago de Chile)


Evocar con pasión Por  Jorge  Calvo

 Por estos días he leído de viaje un libro inquietante: “ALLENDE, 50 años de amor” de Reinaldo Marchant que acaba de aparecer bajo el sello de SIGNO Editorial; se trata de un volumen de relatos, donde desfilan cuentos, episodios, citas, fragmentos unidos por una época y una epopeya común. Por tanto, resulta posible leerlo como una novela. Un conjunto de imágenes y circunstancias que nos reflejan algo esencial de una historia, nuestra historia y contada desde la perspectiva y el punto de vista de aquellos que eran muy jóvenes, adolescentes, niños, recién nacidos o que aún no venían al mundo en la fecha del Golpe, pero inevitablemente lo harán durante el par de décadas que se prolonga la dictadura. El punto de vista se focaliza en los jóvenes, están los que fallecieron, aquellos buscados que de una u otra forma consiguen huir pero, por encima de todo, se recuerda a los que permanecieron ocultos, mimetizados, aferrados al inclaudicable propósito de  recuperar la democracia; sin importar el costo que esa decisión podía conllevar y con sus actividades artísticas, culturales, sociales y políticas consiguieron elevar una marea donde, el descontento se desbordo a través de las protestas y puso a resonar a lo largo del país el murmullo ensordecedor de un concierto que puso fecha a la caída del tirano.

Durante los mil días del Gobierno Popular esta juventud se involucró en un proyecto que al buscar mayor equidad social insuflaba alegría y un excelente ánimo para incorporarse al trabajo voluntarios, saliendo a levantar mediaguas o a trasladar sacos de papas, alfabetizar o lo más básico y elemental, lo primigenio, repartir en los patios de los colegios medio litro de leche. Todo lo hacían cantando.

Posteriormente, cuando a consecuencias del Golpe se inicia el descenso de la sociedad chilena al corazón de las tinieblas: al horror. Desaparecen personas de sus hogares, de sus trabajos, son secuestradas en plena vía pública o desde vehículos de locomoción colectiva y desaparece el padre, es torturada la madre o la hermana, una generación de infantes crece y se forma en la incertidumbre, en el temor frente a la absoluta apatía de quienes tenían el deber legal y moral de actuar y no lo hicieron. Es el dominio de la indiferencia. A partir de ahí la impotencia se convirtió en energía, se transmuto en lava volcánica. Se potenció. Un día estallaron las protestas. Fueron en aumento como una bola de nieve. Mientras más las reprimían más imparables se volvían. Hasta el día en que terminó la dictadura.

Uno de los primeros relatos se detiene en la figura de Antonio Aguirre Vásquez, el joven GAP asomado al balcón presidencial sosteniendo una metralleta, imagen que dio la vuelta al mundo, estaba herido cuando lo detienen y es trasladado a la Posta Central, de dónde al poco tiempo es secuestrado por fuerzas del nuevo régimen y hasta la fecha permanece desaparecido. La misma mañana, martes 11, en otro relato, el narrador un muchacho de doce años de edad espera horas en la Gran Avenida que su madre regrese del trabajo y ve pasar “Con megáfono en mano, uniformados que se movilizaban en vehículos de guerra, exigían con despotismo y violencia verbal que las personas ingresaran a sus casas…” En otra bella historia, el personaje que aún no cumple la mayoría de edad viaja clandestinamente a una pequeña ciudad del sur con el pretexto de recibir un Premio literario y, en el vagón conoce a una muchacha que anda en compañía de una anciana, su abuela. A juzgar por el narrador la muchacha es de una belleza extraordinaria, él abandonaría todo para seguirla a dónde sea que se quiera, se enamora perdidamente no obstante debe abstenerse, bajar del tren y olvidarla. Debe cumplir una misión. Es un resistente a la dictadura. Lo ocurrido con el joven Floreal Avellaneda arruga los huesos. Al leer uno se pregunta puede el ser humana albergar tanta maldad. Otro cuento se ocupa de los avatares de un hombre joven llamado Idiosincrasia es un vagabundo que deambula sin propósito por las calles, la tortura lo volvió loco. ¿Recuerdan a Tilusa? ¿La Casa Kamarundi? “Qué más puedo desear para ser feliz” interrogaba Tilusa a su muñeca Alejandrina. Llegaron los noventa, llegó la alegría y con ella “una justicia a medida de lo posible”. Tilusa con su muñeca en los brazos se percato primero que nadie de los nuevos oscuros tiempos que se avecinaban, Aterrizaban aviones trayendo de regreso a barbudos reformados. A ninguno le interesaba que la Casa Kamarundi continuara,

Reinaldo Marchant reúne las dotes del buen narrador, articula rápido, va al meollo, captura el interés, resuelve con eficacia. Todas estas virtudes ya las ha demostrado en los libros sobre futbol que ha publicado y en los numerosos premios obtenidos. Es ameno y posee una excelente memoria, captura detalles que aún están almacenados en el inconsciente colectivo. El libro mira en dos direcciones, por un lado, hacia la juventud y el excesivo precio que debió pagar y, por otro, a los retornados de la Concertación que de la noche a la mañana y enigmáticamente se presentaron como los grandes vencedores y comenzaron a otorgarse prebendas y cargos. Sin duda todo esto da pie para una discusión. Una discusión que esta sociedad algún día dejará de barrer bajo la alfombra y deberá sentarse a conversar.

A medio siglo de iniciados los sucesos, sobre las cabezas pende aún la espada de Damocles. Demasiadas interrogantes van quedando sin respuesta. Y la literatura cumple casi con un deber ético al ponerlas sobre la mesa. Este libro además reconoce y rinde homenaje a la generación que resistió a la dictadura, a una camada de seres que ofrendaron su adolescencia y su juventud, casi veinte años de sus vidas, enfrentados a la tiranía más execrable que ha tenido el país. Este texto busca rendir homenaje a la memoria de aquellos valientes muchachos.



 Él es Floreal Avellaneda Pereyra (Argentina). Edad, 15 años. Fue tomado prisionero por militares argentinos una madrugada de 1976. Su madre tiene el mismo el nombre que la mía, Etelvina. Pero ella es Iris Etelvina Pereyra. En medio de la noche una patrulla especializada subrepticiamente llegó disparando enloquecida, lo sacaron de su vivienda y lo condujeron a un campo de concentración. Ahí fue torturado para revelar nombres y domicilios de compañeros comunistas. Su hombría joven y valiente no lo consintió. ¡No delató a nadie!

Soportó crueles tormentos, amenazas, y como no entregó información a los criminales, lo ultimaron sin clemencia.

Enseguida lo ataron de pie y manos y sus restos fueron arrojados desde un avión a las aguas del Río de la Plata, demostrando los homicidas un profundo terrorismo y desprecio por la vida.

Poco tiempo después su inmaculado cuerpo aparecería en las costas uruguayas, con marcas de torturas en la piel, su cuello estaba quebrado, las piernas tenían heridas de balas y sus órganos lucían desgarrados. Sus restos fueron encontrados en la ensenada del puerto de Montevideo junto a otros ocho cadáveres. Todos eran víctimas de los siniestros Vuelos de la Muerte.

El día que apareció sin vida hubiera cumplido 16 años.

Por entonces corría el mes de mayo de 1976 y yo me encontraba en Argentina. La noticia, ciertamente, me impactó, tenía su misma edad, sabía que los genocidas no tenían ninguna compasión y aniquilaban niños, adolescentes y jóvenes.

Jamás olvidaría a este heroico muchacho.

Floreal había sido secuestrado desde su casa junto a su madre. Los condujeron a distintos campos de concentración que la dictadura preparó (como en Chile) para destruir a adversarios políticos e inocentes.

Décadas después, me tocó vivir cuatro años en Montevideo, en Pocitos, frente al Río de la Plata, cumpliendo un cargo diplomático. La evocación de Floreal se hacía recurrente al contemplar las aguas de aquel hermoso lugar. A menudo visitábamos junto al escritor Mario Benedetti un boliche llamado El Pelícano, ubicado en esa zona.

Por esos días de 1994 había aparecido el cuerpo cercenado de un genocida chileno y miembro de la aciaga CNI, Eugenio Berrios, creador del mortal químico gas sarín que se utilizó para acabar con partidarios de Salvador Allende: tenía tanta información de crímenes de lesa humanidad, que fueron los propios militares uruguayos y chilenos quienes mutilaron su vida y la arrojaron a las aguas.

Con el gran escritor uruguayo nacido en Pasos de los Toros, Tacuarembó, pasamos horas recordando a Floreal Avellaneda Pereyra, sacando a la luz su valiente gesto de amor y el valioso ejemplo que legó a la historia.

Al enterarme que él también conocía su historia, con mucha alegría comprendí que su deceso no había sido en vano, pues había sembrado una semilla eterna, permanecía en la memoria perpetua del pueblo, y, lo más bello, moraba en el corazón de un insigne creador como Benedetti.

¡Floreal, bello nombre, la patria de los bien nacidos aprecian tu maravilloso coraje!



 

 

 

ANDRÉ JARLAN, AMOR A JESÚS Y A LOS POBRES


 

El joven padre André Joachin Jarlan sintió hacer un alto aquel aciago día en que pobladores de La Victoria combatían contra las fuerzas represivas. Las escaramuzas llevaban días y todo indicaba que aquello terminaría en detenciones, torturas y asesinato.

El buen religioso se ubicó como de costumbre en un sencillo escritorio, abrió la Biblia y escribió al margen del Salmo 91: “me van a matar”.  Estando en oración, una bala disparada por carabineros le atravesó su cráneo, y lo convirtió en una víctima más de la dictadura. En la madera había agujeros de  otros disparos. Era el 4 de septiembre de 1984, cerca de las 19 horas. La bala asesina fue percutida por el uniformado Leonardo Poveda desde la calle 30 de Octubre con Ranquil, utilizando una subametralladora UZI. Se hallaba a metros de la Casa Parroquial del padre Jarlan.

Una vez que corrió la noticia del  crimen, se  prendieron velas, se intentó asaltar un retén, prendieron fogatas, la  gente lloraba y  rezaba en las calles, los niños comenzaron a hacer una cruz con ramas y madera, mientras las bombas lacrimógenas caían incesantemente, sin control.

Poco antes que una bala asesina atravesara la madera de la Casa Parroquial, el humilde sacerdote francés André Jarlan se había enterado que en una larga e intensa jornada de protestas y barricadas contra la dictadura, la policía había herido mortalmente a Miguel, un joven drogadicto y su  amigo: quiso la casualidad que éste falleciera sin ser atendido en el hospital, ignorando que el religioso que lo escuchaba y no lo discriminaba, también se elevaría, momentos después, por los cielos de la Población La Victoria, a vivir en la eternidad y en el corazón de la gente trabajadora.

Los servicios de seguridad, al fin, pudieron aniquilarlo en un exceso de violencia que el régimen militar jamás reconoció.

En cierta ocasión, en la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria, conversando con jóvenes de la comunidad cristiana, aseguró que él eligió misionar en Chile, lo pidió expresamente, contra la voluntad incluso de parte de su familia, ¡las noticias que se conocían de lo que ocurría en el país eran para intimidar a cualquiera!

Sus convicciones religiosas lo trajeron del viejo continente, donde nada le faltaba, a pernoctar en una casita de madera en esta humilde zona, bastión emblemático de resistencia al gobierno de Augusto Pinochet.

En 1983, año de su llegada a Chile, se vivían intensas jornadas de protestas sociales. Las poblaciones populares se llenaban de fogatas, barricadas y lanzamiento de bombas molotov a los carros policiales. A veces las contiendas duraban días completos, incluso semanas. Nada detuvo a este amable servidor de los pobres. Quería estar donde había llagas y necesidades, emulando en plenitud al Cristo amigo de los pobres, perseguidos y afligidos.

Su nombre no decía nada, André Jarlan. Era más conocido su superior, Pierre Dubois, a quien más de alguna vez le molestó la simpatía y adhesión que el dócil sacerdote francés manifestaba especialmente al mundo juvenil, que soñaba con tumbar al tirano.

Le bastó vivir poco más de un año y medio en el corazón de gente esforzada para que su humanidad quedara grabada a perpetuidad: se convirtió en un símbolo de los caídos bajo el gobierno de facto.

Su misión se convirtió en una hermosa tarea ecuménica con los pobladores y la juventud.  Dedicó sus días en el país a defender a la gente perseguida de la violencia policial. Se sumaba a las protestas. Consultaba por la situación y estado de quienes luchaban valientemente en la trinchera local. Visitaba a militantes que se ocultaban de la temible CNI. Incluso, en ocasiones, atendió a heridos en la sede parroquial.

Los servicios secretos tenían conocimiento de que él facilitaba los espacios parroquiales para reuniones políticas. Para evitar escándalos internacionales, no lo deportaban, y André los desafiaba, sea interponiéndose delante de los vehículos policiales, sea pidiendo que se alejaran de la línea de conflictos, y acompañaba a cara descubierta a los sectores marginados que batallaban sin temor, en esos días de incesante agitación social. 

Más de una vez la CNI quiso llevarse a la fuerza a participantes de izquierda, el clérigo se oponía con tenacidad y se los quitaba prácticamente de las manos.

No había dudas, a André Jarlan desde que llegó al país le vigilaban sus actividades.

Por ello no fue sorpresa la noticia de su asesinato por parte de carabineros en una manifestación nacional contra el dictador: había estado desde temprano, ese 4 de septiembre de 1984, acompañando a los pobladores parapetados en techos, zanjas, escondites, que arrojaban todo tipo de proyectiles contra los carros blindados policiales.

Entonces sintió la necesidad de hacer una tregua personal.

Concurrió a orar a aquella su sencilla habitación, construida con madera rústica. Este acto era respetado. Nunca se le molestaba. Quizás de aquello se valió el escuadrón encargado de liquidarlo, en una acción criminal ―como era su costumbre― que pareciera involuntaria…

Al sacerdote valiente, ejemplar, lo estaban esperando y lo ajusticiaron a mansalva. Luego, impactaron balas para suponer ante el mundo que se trató de un disparo casual, que de manera imposible pudo ejecutar la sanguinaria policía chilena.

Pasaron muchos años para que se modificara su caratula de “muerte accidental” al de un miserable homicidio: el Informe Retitt así lo estipuló de manera indiscutible y comprobada.

Quizá nunca imaginó que él también formaría parte de los miles de crímenes realizados por la dictadura de Augusto Pinochet. Que su caso tampoco se investigaría hasta pasado un largo tiempo, que los ministros en complicidad con los generales golpistas lo denostarían, tildarían de agitador político, de comunista que accionaba al margen de la ley, en resumen, mentirían con descaro a través de los medios de comunicación llegando a decir que “se mató por su propia cuenta”.

El cuerpo de André Jarlan fue encontrado sin vida, su cabeza, desvanecida, descansaba sobre la Biblia que lo acompañó en su plegaria final. 

Afuera de su rancha, se reunieron miles de personas, que lloraban, agradecían su amor y compañía en tiempos difíciles.

Ese mismo día fue velado en la Población La Victoria, en un acto litúrgico bellísimo, donde los cantos, los discursos y evocaciones sobre el sacerdote francés no querían terminar jamás. Actualmente su rostro está impregnado en maravillosos muros e iluminado por la esperanza de niños que crecen conociendo su heroica historia.

Su féretro fue llevado en andas por pobladores en un largo y emotivo tránsito hasta la Catedral Metropolitana.

Fueron horas de una intensa marcha no autorizada. De gritar consignas en contra del tirano. Pintar frases revolucionarias en los muros. Tomarse esas avenidas prohibidas para manifestaciones políticas: ¡André Jarlan motivó aquella gran protesta nacional en contra de la dictadura, sumando a todas las fuerzas de izquierda, invitando a rebelarse y permitiendo que perdieran el miedo otros sectores sociales del país!

Su funeral trazó la senda para derrotar y sacar del poder a Augusto Pinochet. 

Veinte horas después, su cuerpo fue repatriado a Francia. Miles de personas lo despidieron en el aeropuerto. Soltaron palomas. Globos. Gritos de pesar. La emoción de haber perdido corporalmente a un verdadero misionero de Jesús.

Al momento de su penosa muerte, leía este texto Bíblico:

 

Desde el abismo clamo a ti, Señor,

Escucha mi clamor,

Que tus oídos pongan atención

A mi voz suplicante.

Señor, sino te olvidas de las faltas,

¿Quién podrá subsistir?

Mas el perdón se encuentra junto a  ti:

Por eso te venera.

Espero en el Señor,

Mi alma espera y confía en su palabra,

Mi alma aguarda al Señor

Mucho más que la aurora el centinela.

 

Como aguarda a la aurora el centinela,

Así Israel espera en el Señor,

Porque el Señor tiene misericordia

Y hay en él abundante redención.

El Señor dejará libre a Israel

De todas sus maldades.

 (c) Jorge Calvo

Santiago de Chile 

domingo, 21 de mayo de 2023

Experiencia - Martin Amis

 


Experiencia

Martin Amis

Editorial Anagrama

(Bueno Aires)

En el libro Experiencia de Martin Amis autor de Dinero, El tren de la noche, Campos de Londres, entre otras obras se revelan aspectos desconocidos del gran escritor.        

Junto con Ian Mac Ewan, Julian Barnes y el novelista nacido en Nagasaki pero radicado en Inglaterra Kasuo Ishiguro, Martin Amis es uno de los escritores ingleses más importantes de los últimos años. Una de sus obras más famosas, Dinero, escandalizó a profesores y público. Experiencia, se sitúa en esa zona imprecisa de las memorias, la autobiografía y los diarios al que pertenece El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, uno de los grandes escritores del siglo XX. Sin embargo, Experiencia transmite la vida y el alma de Amis de forma muy distinta a la del Libro del desasosiego. El escritor Kingsley Amis, padre de Martin está presente casi de forma continua en el libro y se devela como una fuerte influencia. También la novelista y madrastra de Amis, Elizabeth Jane Howard, ocupa buena parte de las páginas. El libro no tiene desperdicios y son muy interesantes sus reflexiones, por ejemplo: "He visto lo que acaso ningún escritor debería ver jamás: el lugar de mi inconsciente donde nacen mis novelas. No habría podido dar con él sin ayuda. Pero la he tenido. He leido acerca de ello en los periódicos". "Antes solía decirse que todos llevamos un novelista dentro. Y yo me lo creía; y sigo creyéndolo en cierto modo. Si eres novelista tienes que creerlo, porque forma parte de tu trabajo: pasas mucho tiempo escribiendo las ficciones que otra gente lleva dentro". "La fama es una mercancía sin valor. A veces puede conseguirte un trato especial, si es eso lo que te interesa. Pero también te deparará una mucha y más notoria curiosidad hostil".