domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Qué fue de los intelectuales? - Enzo Traverso

¿Qué fue de los intelectuales?
Enzo Traverso
traducción: María de la Paz Georgiadis
Siglo Veintiuno Editores


(Buenos Aires)


“Si se acepta la cronología que estableció el historiador británico Eric Hobsbawm, para quien el “breve siglo XX” comenzó en 1914 y terminó en 1989, debe admitirse que hemos entrado en el siglo XXI hace veinticinco años y que nos sigue pareciendo opaco. La culpa podría caberle a un modo de vida que algunos califican de “presentista”: nuestras sociedades contemporáneas vivirían en un presente constante, sin capacidad de proyección hacia el futuro y en una relación obsesiva con el pasado, celebrado religiosamente y convertido en mercancía (por medio de la obnubilación ante los museos, las conmemoraciones, el patrimonio nacional…). En este contexto, la dificultad para imaginar un futuro podría afectar también a los denominados “intelectuales”. Actualmente se los oye poco y parecen tener dificultades para definir nuevas utopías. Su historia, desde que aparecen con el caso Dreyfus y se radicalizan durante el período de entreguerras, hasta su borramiento en el gran ruido mediático contemporáneo, es lo que retoma el historiador Enzo Traverso en estas páginas... “


                     Régis Meyran


En el libro, son varios los intelectuales que aparecen: Edward Said, George Orwell, Marc Bloch, por ejemplo, en la historia del siglo XX, donde la noción de intelectual no puede disociarse del compromiso político.
“...Edward Said y Theodor W. Adorno, que eran refinados musicólogos, dedicaron páginas muy interesantes al contrapunto y la disonancia, una escritura musical y una forma estética fundadas sobre el contraste más que sobre la armonía tonal. Son excelentes metáforas para definir el papel del intelectual…”.
A través de distintas épocas, la definición de intelectual es distinta. Así, por ejemplo:
“...Se suele fechar el nacimiento de los intelectuales con el caso Dreyfus, vista su dimensión ética y política. En Francia, el caso Dreyfus pone en cuestión la República, la justicia, los derechos humanos, el antisemitismo: podemos considerarlo, simbólicamente como un monumento fundacional. Por supuesto, también podemos buscar precursores: los “filósofos”, los hommes de lettres del Siglo de las Luces, eran intelectuales. ..” (...)”Pero la transformación del adjetivo “intelectual” en sustantivo ocurre a finales del siglo XIX. El primero en utilizarlo con su significado actual es sin dudas Georges Clemenceau el 23 de enero de 1898, cuando alude a una petición en defensa del capitán Alfred Dreyfus en su diario L´Aurore. Zola, el autor de “Yo acuso”, se convierte en el paradigma del intelectual. La palabra se emplea luego de manera peyorativa por los antidreyfusistas de la Acción Francesa y en especial por Maurice Barrès, quien ya había abordado la cuestión en su novela Los desarraigados (1897). Para ellos el intelectual era el espejo de la decadencia, una de las grandes obsesiones de la reacción europea en el cambio de siglo: el intelectual lleva una vida puramente cerebral, desvinculada de la naturaleza; está encerrado en un mundo artificial, hecho de valores abstractos, donde todo es medido y cuantificado, donde todo se vuelve feo, mecánico, antipoético. El intelectual encarna una Modernidad anónima e impersonal, no tiene raíces y no representa el espíritu o el genio de una nación. Es un espíritu “cosmopolita”, incapaz de comprender la cultura de un pueblo arraigado en su terruño. El intelectual lucha por principios abstractos: la justicia, la igualdad, la libertad, los derechos humanos; quiere que triunfe la verdad, defiende valores universales…”.
Marx, Trotski, Niezstche, Thomas Mann, Gramsci, Sartre, Camus, André Glucksmann, Bernard-Henri-Lévy, Habermas, John Rawls, Hannah Arendt, Oppenheimer, son algunos de los intelectuales que aborda el libro.
También el pasaje de la “grafosfera” a la “videosfera”, retomando los términos de Regis Debray: “...Esa es una mutación gigante cuya dimensión todavía no se aprecia del todo. La “grafosfera”, que comienza en el siglo XV con la invención de la imprenta y el nacimiento de la cultura del libro, es sustituida por la cultura de la imagen. En la década de 1980, la imagen triunfa con la multiplicación de las cadenas televisivas, a tal extremo que pone en discusion el estatuto de la palabra escrita y, por lo tanto, la función del intelectual…”.
El caso de Michael Onfray, “que sigue siendo un filósofo muy sofisticado cuando se lo compara con Bruno Vespa, el “ensayista” que - cada vez que publica un libro, cualquiera sea su tema - encabeza durante meses las listas de los más vendidos en Italia. Junto con el caso de Onfray, podría citarse el de Roberto Saviano, el autor de Gomorra, que - más allá de cuáles fueran sus intenciones - ya se volvió una verdadera empresa cultural orientada a difundir su imagen y un producto de consumo…”.
Asimismo, las mutaciones de la actividad editorial en Europa y en los Estados Unidos, que se produce a partir de los años noventa, inciden en el contenido de los libros publicados. Los grandes grupos monopólicos deben obtener grandes márgenes de beneficios planificados, que a su vez deben aumentar regularmente. “...Era inevitable que estas transformaciones incidieran de manera considerable en el contenido de los libros publicados. Todo eso está imbricado dentro de un circuito mediático, que hace que, llegada esta instancia, un gran grupo editorial  controle toda la trayectoria del libro en su proceso de ideación, producción y distribución como mercancía: posee el sello editorial que lo publica, las cadenas de radio y televisión, los diarios y revistas que hacen la promoción, las librerías, puestos de venta o incluso los supermercados en los cuales podemos adquirirlo. Estos grupos estipulan contratos exclusivos con autores de éxito que deben escribir sus libros dentro de las coordenadas de una estrategia comercial. Así, el destino de un libro no es muy diferente al de un auto o cualquier otro producto. La publicidad y el marketing son fundamentales en el circuito global del producto “libro”...”.
El caso de Michel Onfray y su libro El crepúsculo de un ídolo, por ejemplo,  se impondría más por marketing y presentación de manera espectacular, a golpes de mensajes publicitarios: “nos mintieron”, “Freud era un impostor”, etc., en lugar del trabajo cuidadoso de un historiador que buscaría reconstruir con paciencia las razones sociales y culturales de la aparición del psicoanálisis, sus crisis, deudas intelectuales, limitaciones o las ambigüedades políticas de algunos de sus representantes.
El caso de Robert Oppenheimer, convertido en intelectual por haberse pronunciado contra   la carrera armamentista, como dijo Sartre y no poder haber fabricado la bomba atómica, también es abordado en el libro.
Traverso dice “...No estoy de acuerdo con decretar el fin del intelectual crítico, que supuestamente ya no tendría papel alguno que desempeñar … El intelectual de presente, que a menudo no es un escritor sino más bien un investigador, debe ser crítico y específico a la vez. La dominación, la opresión, la injusticia no han desaparecido. No podríamos vivir en este mundo si nadie las denunciara…”.
Por otro lado, el cuestionamiento del eurocentrismo en el plano cultural, un nuevo desplazamiento, cuando ocurre la “provincialización” de Europa, en el plano económico y geopolítico, entre las dos guerras. La primera, marca el desplazamiento del eje del mundo de Europa a los Estados Unidos. La segunda divide a Europa, que se convierte en un lugar de confrontación entre las grandes potencias en un mundo bipolar. “...Actualmente asistimos a un nuevo desplazamiento, de orden cultural. En la década de 1930, los Estados Unidos aprovecharon la emigración masiva de los científicos europeos perseguidos por el nazismo. Ahora contratan sobre todo asiáticos, latinoamericanos y muchos africanos. En los departamentos de historia de las universidades estadounidenses, se reduce el espacio otorgado a Europa mientras se expande sin cesar el de Asia y Latinoamérica. Vivimos en un mundo en que la cultura y el imaginario se moldean principalmente fuera de Europa.
Sin embargo, la política de la identidad (identity politics) surgio de las luchas de los grupos dominados y subalternos - los afroamericanos, las mujeres, los homosexuales - que se sumaron a una crisis mayor de la identidad estadounidense tradicional, provocada por la Guerra de Vietnam. Más tarde, con la crisis del marxismo y el final del socialismo real, la noción de identidad comenzó a reemplazar  a la de clase en las ciencias humanas y sociales...”.
¿Qué fue de los intelectuales? es un libro que sintetiza en poco más de cien páginas la historia y los casos de los intelectuales más relevantes  y su incidencia y rastros en la cultura contemporánea. Incluye también los cambios tecnológicos, internet, las pequeñas editoriales, los periodistas y periódicos no sometidos al gran capital ni a las directivas de los dueños de grandes grupos empresariales que prueban que también puede haber una información libre y crítica.

Enzo Traverso es uno de los más destacados historiadores de las ideas del siglo XX, reconocido por sus estudios acerca de las consecuencias del nazismo, de la violencia totalitaria y de las dos guerras mundiales en la cultura europea. Graduado en la Universidad de Génova, se doctoró en la EHSS de París y durante dos décadas ejerció la docencia universitaria en Francia a la vez que fue profesor visitante en distintos centros de Europa y América. Actualmente enseña en la Cornell University de Ithaca, Estados Unidos. Entre sus libros se destacan La historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales, A sangre y fuego. De la guerra civil europea (1914-1945), El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria, política, El totalitarismo. Historia de un debate, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX. Sus publicaciones acerca de la historiografía contemporánea, formación de identidades colectivas y memoria son una referencia constante en el campo académico.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Desculturizar la cultura - Víctor Vich



 

 

Desculturizar la cultura
La gestión cultural como forma de acción política
Victor Vich
Siglo Veintiuno editores

 
(Buenos Aires)

 
Víctor Vich es profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Este libro le debe mucho a la Maestría de Estudios Culturales en esa universidad, porque algunas de las ideas fueron apareciendo en las discusiones en clase. El autor también agradece a los amigos de la Red Latinoamericana de Estudios y Políticas Culturales, donde se encuentran seis universidades del continente. Ellas están representadas por Alejandro Grimson y Karina Bidaseca (Universidad Nacional de San Martín(Argentina), Mareia Quintero (Universidad de Puerto Rico, recinto Ríos Piedras), Nelly Richard (Universidad de Artes y Ciencias Sociales, Chile), Eduardo Restrepo (Universidad Javeriana, Colombia), y Eduardo Nivón (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapapala, México).
“Este libro es un intento de contribuir al debate sobre la implementación y el desarrollo de políticas culturales en América Latina. Como sabemos, se trata de un campo que se va afianzando a lo largo de todo el continente y que va contando con una mayor cantidad de gente involucrada: profesionales, activistas, técnicos de todo tipo y académicos han visto en las políticas cuturales no sólo un campo de trabajo sino de profunda intervención y compromiso social. Si tiempo atrás las políticas culturales eran subsidiarias de las políticas educativas (muchas veces, en efecto, su institucionalidad dependía del Ministerio de Educación), hoy el interés por ella ha ido conquistando autonomía y los Estados han comenzado a reconocer su importancia como instrumentos de desarrollo y de cambio social.
Hoy los ciudadanos también nos constituimos (y construimos nuestra visión del mundo) saliendo a la calle, yendo al cine, viendo televisión, escuchando música, leyendo textos, ingresando a internet o integrándonos en diversas asociaciones. Hay que subrayar entonces que las políticas culturales se ocupan de dichos aspectos, es decir, intervienen en todo aquello que enriquece y educa a los individuos pero que se encuentra fundamentalmente fuera de la escuela. Si antes la subjetividad era constituida por la familia, la religión o por el Estado (mediante la escuela pública), hoy podemos afirmar que los ciudadanos somos constituidos, sobre todo, por el mundo de la calle, por las industrias culturales y por los objetos simbólicos; es allí donde se produce nuestra “educación sentimental”y donde se van afianzando nuestras “estructuras de sentimiento” (Williams, 2009 (1977)...”.
“...Contra un sentido común técnico que ha logrado asentarse, incluso en el interior del sector cultural, hay que continuar insistiendo en que las ideas son importantes, que pensar sigue siendo indispensable y que la teoría resulta urgente. La teoría es un instrumento muy útil para identificar los problemas, hacerlos más visibles y comenzar a comprenderlos mejor a fin de intervenir en ellos. No se puede trabajar en la elaboración de políticas culturales si antes no se tiene claro en qué tipo de sociedad se va a intervenir, qué cambios se han producido en ella, qué poderes siguen en curso qué instituciones resguardan a los objetos simbólicos, quiénes los desafían y que tipo de exclusiones generan o reproducen los propios objetos culturales…”.
“...He tenido la suerte de participar activamente en dos campos que todavía tienen pocas conexiones entre sí: el del trabajo académico y el de la gestión cultural. En cada uno de ellos he experimentado mis propios límites y la apremiante necesidad de articularlos. He comprobado cómo una política cultural basada en la simple gestión de eventos pierde todo sentido y, al mismo tiempo, he observado cómo a las discusiones académicas todavía les cuesta mucho llegar a concretarse en planes de intervención cultural. Muchas veces, por ejemplo, me he topado con activistas que han tomado varios cursos de gestión cultural pero cuentan con muy pocas opiniones sobre la sociedad contemporánea; casi no pueden decir nada sobre cómo el capitalismo actual basa buena parte de su poder (y de su dominación) justamente en la manipulación simbólica. Al mismo tiempo, conozco a muchos críticos de la cultura (entre los que me incluyo, desde ya) que se marean al ver un presupuesto y que no saben lidiar con las intensas labores administrativas que la gestión cultural requiere…”.
El libro incluye además una respuesta a Mario Vargas Llosa y su libro La civilización del espectáculo (2010), ya que debate algunas de sus ideas, las pone en diálogo con la teoría crítica y sobre todo, con la opción de generar políticas culturales más involucradas con la transformación social.

 

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

Luna Nueva - Elena Ortiz Muñiz

 
 
Luna Nueva
Elena Ortiz Muñiz
Harmonía Editores
Puerto Rico


(Buenos Aires)


Luna Nueva es el título del libro de poemas de la escritora Elena Ortiz Muñiz cuyo prólogo escribí:


“Al leer estos poemas de Elena Ortiz Muñiz recordé al poeta argentino Almafuerte, seudónimo de Pedro Bonifacio Palacios, donde en su poesía, los límites y las formas han desaparecido y por sobre su apariencia prevalece la palabra mensajera, jubilosa o terrible del alma.
 
"Luna Nueva", Elena Ortiz Muñiz. Harmonía Editores Inc. Colección Libélula.  República Dominicana, 2014.  ISBN: 978-9945-8933-3-5.



Así como Almafuerte, Elena Ortiz Muñiz saca fruto de las palabras:


Para mí las palabras siempre son bellas.
Y siempre de cualquiera se saca fruto,
La más vil, la más vana de todas ellas
Contiene la presencia de lo absoluto…

Almafuerte



La poeta ha sabido encontrar en las palabras de su poesía, como encontró Almafuerte en sus “Siete sonetos medicinales”, la medicina, en este caso, para la noche oscura del alma. Como decía Octavio Paz, “cada poema es una lección práctica de armonía y de concordia, aunque su tema sea la cólera del héroe, la soledad de la muchacha abandonada o el hundirse de la conciencia en el agua quieta del espejo. La poesía es el antídoto de la técnica y del mercado”. A eso se reduce lo que podría ser, en nuestro tiempo y en el que llega, la función de la poesía ¿Nada más? Nada menos”.
Como Almafuerte, Elena Ortiz Muñiz no se sometió en estos poemas a la tiranía de la forma, sino que como el poeta-profeta, prescindió de todo lo que no fuera la expresión directa y vibrante de su profecía. Leamos entonces estos poemas como una iluminación de la noche oscura y como un antídoto entre tantas banalidades”.
 
Un poema:
 
 
Noche
 
Noche
         Manto negro
                           Bruma Furiosa
                                                Ciega mis ojos
                                                                     Acalla mis sentidos
                                                                               Regálame Paz.


Elena Ortiz Muñiz (México D.F.) de nacionalidad  mexicana-española,  es Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Comenzó formalmente  su carrera como escritora en 2008. Escribió cuentos para niños, relatos cortos, monólogos, narrativa y poesía.
Ha ganado varios premios y distinciones: accésit y mención de honor en el I Concuso de Relato Corto Katharsis. Finalista en el primer Certamen de Cartas de Amor “En Amor a dos”  convocado por la Biblioteca Municipal de Arucas, en España. Finalista del Certamen Literario La Felguera 2010, también en España. Autora seleccionada en el Premio Algazara de Microrrelatos convocado por la editorial Hipálague (España). Finalista en la XII Edición Certamen de Narrativa corta Agrupación Cultural Carmen Martín Gaite (España).
Su novela Corazón en Clave de Sol fue recomendada para su publicación por el jurado en el Concurso Internacional Juvenil Libresa, edición 2010, en Ecuador.
El monólogo El loco, ganó el tercer lugar como Mejor Monólogo en el Primer festival de Monólogos en Mérida, Venezuela, donde fue escenificado por el actor Carlos Durán, quien se hizo acreedor al 1er. lugar como Mejor Actor gracias a su magnífica interpretación de Don Jacinto. Desde entonces ha sido presentado en diversos escenarios de Venezuela y Argentina.
En 2011 fue creadora y subdirectora de la Revista Literaria Internacional Molino de letras.
Su talento la ha llevado a participar como jurado en el II Concurso Estatal de Poesía Rafael Esqueda Garibay, a cargo de la Casa de la Cultura Municipal en Guanajuato Capital y la Fundación Amigos del Artista Guanajuatense. Sus trabajos literarios han sido publicados también en revistas y espacios literarios de México, Canadá, Colombia, Uruguay, Chile, Argentina y España.




miércoles, 3 de septiembre de 2014

Últimas lecciones - Émile Benveniste - Còllege de France 1968-1969





Últimas lecciones
Émile Benveniste
Còllege de France
1968-1969
Siglo Veintiuno Editores


(Buenos Aires)


Émile Benveniste nació en Alepo (Siria, Imperio Otomano) en 1902, con el nombre de Ezra
Benveniste. Sus padres fueron inspectores de la Alianza Israelita Universal. En 1913 llegó a
París para cursar sus estudios, mientras sus padres permanecían trabajando en Samokov, Bulgaria. A los 11 años es Becario de la AIU, alumno del Talmud Torá del Seminario Israelita,
sito en el número 9 de la rue Vauquelin. En 1920 obtuvo el Diploma de estudios superiores -
Los futuros subjuntivos sigmáticos del latín arcaico-, tesis dirigida por Joseph Vendryes.
En 1925 firma con allegados al grupo surrealista - Louis Aragon, André Breton, Paul  Éluard el manifiesto La Révolution d´abord et toujours; “Clarté, Philosophies, La Révolution Surrealista solidaires du Comité Central d´Action contre la Guerre du Rif” y tres articulos publicados en L´Humanité como así también el manifiesto de los intelectuales contra la Guerra del Rif.
En 1935 obtuvo su doctorado en Letras, Publicación de su tesis “Orígenes de la formación
de ítems nominales en indoeuropeo”.
Entre 1959 y 1970 es Secretario de la Societé de Linguistique de París.
En 1960 es elegido miembro de la Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, adscripta
al Institut de France.
Autor del texto acerca de la lingüística en el Rapport de conjoucture du CNRS.
En 1963 es Director del Institut d´Études Iraniennes de la Universidad de París. En 1964,
 Director de la Revue d´Études Arméniennes.
En 1968 Preside en Varsovia el primer simposio internacional de semiótica.
En 1969 es Primer presidente de la Asociación Internacional de Semiótica recientemente creada.
Ese mismo año, un accidente cerebrovascular lo deja definitivamente paralizado y lo priva de habla.
Murió en Versailles en 1976.
Benveniste fue definido por uno de sus amigos más cercanos como un hombre “cerrado a cal y canto de sí mismo, reservado en cuanto a sus sentimientos y sin gusto por molestar al prójimo”; él mismo menciona sus “meditaciones solitarias”. Tampoco en sus escritos se encuentran indicios de sus intereses literarios, de sus gustos artísticos, de sus opiniones políticas. Se interesa en todas las lenguas y en todo el lenguaje; pero en nada más. Llamativamente, el especialista de la comunicación humana la cultivó muy poco…”.
Con la publicación de Problemas de lingüística general, Emile Benveniste se confirmó como una de las referencias mayores de la lingüística. Esta edición del curso que dio en el Còllege
de France en 1968-1969 lo muestra además como un maestro de la transmisión oral, ingenioso y accesible. A lo largo de dieciseis clases, un Benveniste en el momento de su plena madurez intelectual repasa temas fundamentales de su obra, como la definición de lo semiótico y lo semántico. También sistematiza magistralmente las teorías sobre la lengua y el signo, haciendo especial hincapié en las figuras de Charles S. Peirce y Ferdinand de Saussure.
Y aborda por primera vez un tema central como la escritura, ausente en el resto de su obra. Atento a la relación entre lengua, habla y pensamiento, describe la evolución de la escritura en Oriente y Occidente, y propone repensar las categorías de la gramática y del análisis del discurso.