jueves, 2 de junio de 2016

¿Quién controla el futuro? - Jaron Lanier



 

¿Quién controla el futuro?


Jaron Lanier


traducción al español Marcos Pérez Sánchez


Editorial Debate



(Buenos Aires)

Jaron Lanier, autor de ¿Quién controla el futuro? es además de experto en informática, músico,

artista gráfico y escritor. Muy conocido en el campo de la informática por sus trabajos sobre la

realidad virtual - expresión acuñada por él - que le valieron el galardón al Lifetime Career del IEEE

en 2009. En un artículo en la revista Wired se lo define como "la primera figura de la tecnología

que ha logrado el estrellato en la cultura contemporánea". Ha trabajado tanto en entornos
 
académicos sobre todo en relación con Internet2, como en el sector privado, y ha participado en la
 
creación de empresas que acabaron compradas por Oracle, Adobe y Google. Obtuvo un doctorado
 
Honoris Causa del Instituto de Tecnología de New Jersey en 2006. La Enciclopedia Británica lo
 
incluyó en la lista de los trescientos inventores más importantes de la historia. Su libro Contra el
 
rebaño digital fue un éxito internacional.

En Argentina ha publicado No somos computadoras (Debate, 2012).

Jaron Lanier hace hincapié en este nuevo libro acerca de lo que denomina "servidores sirena" , es
 
decir lo que él llama recursos de computación cuya potencia supera a todos los demás nodos de
 
la red y que, en un principio, parece asegurar a sus dueños el camino hacia un éxito garantizado e
 
ilimitado. Pero los beneficios, son ilusorios, dice, y no tardan mucho en conducir a un gran fracaso.

El autor también afirma que el uso de las tecnologías digitales ha propiciado la pérdida de libertad
 
cada vez mayor y "que se enriquezcan personas situadas a muchos kilómetros de distancia,
 
aunque nosotros no nos enriquezcamos con ellas, sino que estamos tolerando el ataque a nuestra
 
capacidad de decidir por nuestra cuenta, poco a poco. Si queremos que la tecnología sea una
 
herramienta que empodere a las personas, tendremos que estar dispuestos a actuar como si
 
fuésemos capaces de asumir ese poder...".

En cuanto a los "sistemas de estrellato" Jaron Lanier apunta que "los sistemas de estrellato se

asfixian a sí mismos; las curvas gaussianas se renuevan".

"El fatídico problema de un mercado hipereficiente optimizado para propiciar un sistema de
 
estrellato es que no dará lugar a una clase media de tamaño suficiente para que genere una
 
verdadera dinámica de mercado. Una economía de mercado no puede mantenerse sin el
 
bienestar de la gente corriente, ni siquiera en una época dorada. El oro no flota, sino que debe
 
apoyarse en un sustrato: las fábricas han de tener multitud de clientes, y los bancos multitud de
 
prestatarios fiables.

Aun cuando las fábricas y los bancos queden obsoletos, algo que probablemente suceda a lo largo

de este siglo, el principio fundamental seguirá siendo válido. Es una verdad eterna, no un

producto de la era digital...".

El gusto de la política

El autor también afirma que "los beneficiarios de los diques levantados para proteger a la clase
 
media han sido objeto de ataques desde dos frentes. Desde arriba, los ricos que se elevan sobre las
 
corrientes ascendentes de los flujos de capital, a veces bajan la vista y atisban barreras artificiales

que dificultan sus flujos. Un sindicato, por ejemplo, puede impedir que un empresario

elija un empleado que trabajaría por menos dinero y sería menos exigente en cuanto a su

propia seguridad. Lo que un empleado ve como seguridad constituye para el empresario o el

inversor una barrera contra los mecanismos correctivos del mercado.

Desde abajo, experimentan el resentimiento de quienes no gozan de la protección de ningún tipo de
 
dique. Es lo que sucede con quienes no se benefician de diques como los derechos de propiedad
 
intelectual, la afiliación a un sindicato o la estabilidad de un puesto académico y cuestionan la
 
legitimidad de lo que consideran ventajas artificiales de los demás o lo que es todavía más irritante,
 
barreras a su propio flujo...".

"...Junto a cada dique hay una trinchera. La lucha por organizar los sindicatos fue feroz, en ocasiones
 
parecía casi una guerra. Varias generaciones de sindicalistas asumieron grandes riesgos y sufrieron
 
para que los fines de semana, la jubilación y, en general, la tranquilidad y la seguridad fuesen
 
imaginables para la gente normal.

El movimiento sindical nunca ha sido perfecto, pero yo siento por él respeto y gratitud por la mejoras
 
que ha traído al mundo...", dice el autor.

Lanier afirma que "...la recomendación universal de nuestra época es que quien quiera progresar a
 
medida que avanza la tecnología tendrá que redoblar el esfuerzo que dedica a su educación en
 
materias técnicas y aprender a ser emprendedor y adaptable. Estas son las habilidades que podrían
 
permitir conseguir un puesto de trabajo en las inmediaciones de un servidor sirena...".

En cuanto a los "servidores sirena" Jaron Lanier los menciona en distintos capítulos del libro: "...
 
cada vez que se produce una carrera hacia el abismo en la red, hay un servidor sirena que conecta a
 
las personas y es dueño de la base de datos maestra con sus identidades. Si se conociesen entre sí
 
podrían organizar un sindicato u otra forma de dique...".

"La segunda cualidad funesta es que los algoritmos de inteligencia artificial están mejorando,

por lo que cada vez  será más factible no tener que reconocer la aportación de personas reales ni

siquiera en la limitada medida en que se hace ahora...".

En cuanto a la riqueza, Lanier opina favorablemente en una economía de la información humanista
 
donde lo mejor sería facilitar que la gente mantuviese su riqueza en secreto, porque esto

desactivaría la tendencia a que los prejuicios se concentren alrededor de una sola jerarquía social. He

observado, dice, que la gente se comporta mejor cuando conviven, se entremezclan y se confunden

varias jerarquías sociales.

También apunta que "...la riqueza que posee una persona es el primer dato al que cualquier servidor
 
sirena desea tener acceso. Pero en un mundo en el que se ha silenciado el canto de las sirenas (o al
 
menos se ha reducido su intensidad) puede que esta señal en particular permaneciese oculta bajo el
 
manto de la privacidad.

En Silicon Valley, una persona de posición social alta puede ser rica, o un ingeniero de éxito, o tener
 
renombre por algún otro motivo. Todas estas facetas se combinan. Nunca queda claro qué tipo de
 
estatus es el más importante.

Esta es una hermosa cualidad de nuestra pequeña sociedad, digna de ser imitada...".