La esencia de la religión
Ludwig Feuerbach
Traducción de Sandra Giron
(Traducción realizada sobre la edición Volksausgabe,
Leipzig, Alfred Kröner Verlag)
Editorial Prometeo
300 páginas
(Buenos Aires)
El texto de las Lecciones sobre la esencia de la religión de Ludwig Feuerbach que se publican ahora por primera vez en nuestro idioma, debe ser ubicado, tanto en el contexto de la evolución interna del pensamiento del autor, como en relación con la ocasión histórica y el motivo por el que fueron dictadas.
A su vez aquí es necesario diferenciar dos circunstancias. El acontecimiento histórico de la frustrada revolución alemana de 1848 por un lado, y la situación de crisis personal por la que Feuerbach atraviesa en ese momento por el otro.
Es sabido que nos enfrentamos a un filósofo herético y polémico debido a la radicalidad de su pensamiento y desde la publicación en forma anónima de sus Ideas sobre la muerte y la inmortalidad (1830)
ha debido desarrollar su actividad literaria al margen de las instituciones académicas o más aún, en contra de ellas.
Las lecciones sobre la esencia de la religión desarrollan a lo largo de treinta clases las ideas principales de Feuerbach acerca de la fuente de las creencias religiosas. Hasta la lección diecinueve el autor se ocupa de las llamadas religiones naturales. A partir de allí, del cristianismo, que considera de índole “espiritual”. En él los mecanismos de proyección tienen en todo caso un contenido diferente.
El punto de partida reside ante todo en descubrir una clave para descifrar el secreto de la fe. A diferencia de Hegel, que veía en ella una serie de formas simbólicas a través de las cuales se expresaba una verdad más profunda, que sólo se revelaba en la filosofía misma como la estructura “representada” de un proceso lógico- ontológico, Feuerbach recurre a la antropología y en parte también a la psicología de la conciencia religiosa.
El origen de Dios debe buscarse de acuerdo con esto, en el hombre mismo en su propia naturaleza antropológica y a su vez la interpretación de las creencias religiosas permitirán descubrir rasgos de lo humano de otro modo desconocidos.
Lo que se presenta en Feuerbach es entonces una teoría antropogénica de la religión. Ahora bien, el hombre feuerbachiano no es el hombre puramente racional de la tradición cartesiana, sino el individuo en las condiciones materiales de su existencia finita, esto es un ser que tiene un cuerpo, que vive, ama, sufre y muerte, y que necesariamente está en relación con un prójimo, es decir, aquél de que se ocupan precisamente más las religiones que la filosofía.
La crítica radical, por otra parte, que Feuerbach lleva a cabo de la filosofía hegeliana no debe hacernos pensar por alto que la deuda que tiene con su pensamiento es mucho mayor de lo que está dispuesto a aceptar. Sus Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad (1830) pueden considerarse una aplicación sin duda original de la idea hegeliana de una indisoluble unidad del ser y del no-ser a la relación entre la vida humana y la muerte. Su negación de la idea de inmortalidad se acerca significativamente a la crítica hegeliana a la noción tradicional de infinito, aunque la obra conduce en una dirección diferente y se nutre también de otras fuentes, como la filosofía de Jacob Boehme.
A diferencia de la crítica de la Ilustración francesa que veía en la creencia religiosa el producto de la ignorancia, cuando no el resultado de la ignorancia y una confabulación de sacerdotes y déspotas, Feuerbach se propone mostrar la génesis de la religión a partir de la “esencia humana” y analizar los motivos que conducen a ella. Esto significa también que la religión obedece y expresa necesidades humanas de las que es preciso dar cuenta a pesar de su figura tergiversada. No es casual que, pese a su declarado ateísmo, su pensamiento haya tenido influencia en la teología filosófica del siglo XX.
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