La resolana
Cuentos reunidos
Susana Szwarc
Prólogo de Ana María Shua
Editorial Contexto
(Buenos Aires)
Tiene un prólogo de la admirada Ana María Shua que hace un
análisis fantástico de la obra.
Subrayo lo que dice Ana María Shua sobre el orden poético y
polisémico de la escritura de Susana Szwarc. Yo diría un orden no lineal, por
ser poético es un orden no lineal, analógico, donde lo real pierde su cauce y
se fragmenta. Y el agua, que está presente todo el tiempo, “es como el
compuesto de un mundo que arrasa. Ya derramado el cauce no hay lugar para la
lógica convencional.” Dice Ana María Shua -y es así- que los personajes son
“desterrados del mundo que corren tras un lugar en la realidad”.
Haciendo honor a la verdad debo decir sin temor a equivocarme
que es el libro de cuentos, de relatos, más maravilloso que leí en mi vida.
Sentí que hay mucho silencio en el libro. Un silencio que
suena más fuerte que las palabras, el silencio de lo que pareciera indecible.
Es un silencio que se dice con inocencia, con crudeza, con belleza. Las cosas
se impregnan de emociones, de sentido, de historia.
Y no hacen falta ampliaciones declarativas.
Hay una cita de Nicolás Rosa al inicio del libro: “¿Qué cosa
es escribible?” -se pregunta. “Esta
pregunta, al deshumanizarnos nos enfrenta al desierto de la historia”. Cuando
el encargo social es el que decide qué es lo escribible y lo que no.
En “El artista del sueño”, el cuento con el que se inicia el
libro, el artista del sueño que había sido depositario de sueños inconclusos
pretendía alguna vez descubrir el final de la historia. Quería seguir soñando,
pero colocaron diques a esos sueños, les pusieron precio e hicieron demasiado
ruido.
“Las autoridades, viendo el fervor que producía ese extraño
sujeto decidieron protegerlo y alimentarlo, y aumentar así la industria
turística” (…) “Ahora sólo los pájaros cantan”.
“Palomas espantadas”
pareciera una obra teatral dentro de un cuento. Una mujer aplaude -imitando a
una paloma- al espectáculo “La muerte de la paloma”.
Ambos cuentos
terminan en el silencio.
También está presente el silencio en “Incertidumbre”, y
siento que en los cuentos hay desdoblamientos, las fronteras son borrosas como
el título del libro, entre el yo y el otro o lo otro, entre el adentro y el
afuera, dos mujeres que se miran a los ojos, mujer y pájaro. El relato puede
terminar de modo imprevisible, feroz, libre, como en el juego, ese espacio
transicional entre el yo y lo otro donde todo es posible, lo decía Winnicott en
“Realidad y Juego”.
Dice en “Incertidumbre”:
“Hace horas y horas y días que espero, ¿soy yo la perdida o
se han perdido aquellos a los que espero?”, “Me asusta demasiado el vuelo del
pájaro, creo que el pájaro también tiene miedo porque se enreda sobre mi
cabeza”, “Debería encender el fuego, sin embargo, sigo aquí sentada sobre el
polvo”.
En “Contemplación” el afuera pareciera absorber el adentro
hasta tener un valor ontológico propio. Dice: “el único sentido de mi
existencia se convirtió en ese contemplar las fotografías inmensas”.
En “Una pequeña mujer y un pequeño Juez” se lee:
“Sr. Juez, hace tantos días y noches que camino sin
detenerme huyendo de un crimen, pero ya no tengo fuerzas para resistir. (…)
Quiero que me encierre en alguna celda vacía porque soy yo la que quiere matar,
sin querer”.
En “No camines en el barro”: “…hace mucho que no llovía en
el pueblo y las lágrimas mojaban extrañamente la tierra”. Es un cuento que
tiene varios finales. De este cuento se hizo una ópera, inspirada en el cuento
y con el mismo nombre “No camines en el barro”, que fue estrenada en Carlos
Paz.
En “Jabalí” se habla de las desapariciones, del
desprendimiento de cuerpos extraños. Se lee:
“Miré el pulgar de la infancia. Había dejado de sangrar y la
cicatriz había desaparecido ¿cuándo? Antes se veía esa línea, ahora la cicatriz
estaba sola en la memoria. Sin cuerpo. Sin mancha. A la deriva”.
“Me puse a buscar “El dolor” de Vladimir Holan. Quería
leerlo, pero me distrajo una gillette que estaba como un pétalo entre las
páginas”. Un Holan que luego pregunta: “Crees que no soy más mortal que mi
cuerpo” y escribe en un papel: “El pensamiento perdido en los ojos del ciervo /
reaparece de nuevo en la risa de un perro”.
En “Apelación” el afuera va hacia adentro. Y dice “Por eso
me quedó esta costumbre de -tirada en cualquier parte, un pedazo de tierra, un
andén –mirar el cielo, encontrar las nubes gruesas, alimentadas, y sólo así,
hacia esas nubes, jadeo, grito, el mundo entra en mi boca”.
Siento que la escritura de Susana Szwarc es una escritura en
carne viva, conmovedora. Por momentos es una crónica entre el afuera y el
adentro, donde conviven tiempos y dimensiones diferentes, donde las cosas
tienen alma y vida propia y dicen lo indecible. No hay nada explícito. Parte de
un misterio y va hacia otro, entre silencios, nubes, lloviznas, inundaciones,
diques. Vagones que se suceden, desbordan tiempos y lugares y contienen, a
veces.
En el cuento “De lápida en lápida” se lee: “En el cementerio
nos escondimos todas, entramos todas, debajo del vestido de mamá / Cuando
salimos cada una era más alta que ella. Comenzamos a despedirnos”.
Luego viene “de Una felicidad liviana”. Las frases, las
palabras se van hilando como cuentas, cada una encierra un mundo, aunque
parecieran estar en un derrotero sin sentido, y tampoco preocupa profundizar
demasiado en eso. En “Anotaciones” dice “A mí no me gusta que me exploten / A
mí tampoco/ A mí tampoco / Ni a mí. Estoy cansada/ Vamos a dormir / Hace frío /
Estirá los diarios/ Está amaneciendo /Me abrazás / Dale, mostrame qué
anotaste”.
En “El Pañuelo” me pregunto cómo se puede contar lo más
tremendo con palabras tan inocentes y bellas. Se lee “Hasta ahí nuestra madre
saltaba de un lado al otro del pañuelo. Era las dos nenas de las escuelas de
Polonia o en Sudáfrica o en El Salvador o en la escuela argentina o. Decía,
como actriz/relatora no recordar el país exacto, el año exacto pero que -para
esta historia- daba lo mismo...”
En “Profundidad” dice “No quiero hundirme en la profundidad.
La oscuridad me da miedo. No soy un árbol. Si meto mis piernas en la tierra
profunda será como no ver el sol. Me gusta corretear por la superficie. Pero si
todo lo que pedís para amarme es la profundidad, te prometo morir y que mi
tumba sea la más profunda de la tierra”.
“Circular” me recordó otra de las citas del principio, de
Wislawa Szymborska “En los trágicos desfiladeros el viento se lleva los
sombreros y eso nos da risa”.
Y ahora, al final de la lectura regreso a la frase del
principio. La cita de Nicolás Rosa: “Escribir algo, hacer del verbo escribir un
verbo transitivo. Ya no se trata de saber quién escribe o por qué escribe, sino
saber qué cosa es escribible, pregunta que al deshumanizarnos nos enfrenta al
desierto de la historia. Esto me recuerda otra frase de Clarice Lispector en un
Soplo de Vida: “Pero la palabra fue de a poco desmitificándome y obligándome a
no mentir”.
En la presentación de este libro en la feria del libro en
Resistencia, Chaco, hace un mes, ha
dicho la escritora y antropóloga Elizabeth Bergallo: La escritura de Susana
Szwarc es una escritura en carne viva, conmovedora. Por momentos es una crónica
entre el afuera y el adentro, donde conviven tiempos y dimensiones diferentes,
donde las cosas tienen alma y vida propia y dicen lo indecible. No hay nada
explícito. Parte de un misterio y va hacia otro, entre silencios, nubes,
lloviznas, inundaciones, diques. Vagones que se suceden, desbordan tiempos y
lugares y contienen, a veces. Haciendo honor a la verdad debo decir sin temor a
equivocarme que es el libro de cuentos, de relatos, más maravilloso que leí en
mi vida.
(c) Graciela Elizabeth Bergallo
Graciela Elizabeth Bergallo es escritora y Magister en Antropología Social
La presentación del libro por Graciela Elizabeth Bergallo se realizó en la Feria del Libro de Resistencia, Chaco y en Buenos Aires en la Sala
Pugliese del CCC con la presencia de los escritores Ana María
Shua, Francisco Tete Romero y Juano Villafañe, música del compositor Fernando
Maglia y cuentos en la voz de la actriz Susana Varela.
Susana Szwarc nació
en Quitilipi, Chaco. Ha publicado libros
de poesía y narrativa. Son algunos en poesía: Bailen las estepas, Edic. De la
flor (1999), reeditado en Ediciones
Liliputienses, España (2016); Bárbara
dice, Editorial Alción (2004) / en francés: Barbara dit, Abra Pampa Éditions
(2014); El ojo de Celan, Ed.Alción (2015) /en italiano: L’Occhi di Celan, Edizioni Fili d’Aquilone (2016) en breve su reedición
en la Editorial Polibea. En prosa ha
publicado entre otros: Trenzas, ed. Legasa en 1991, reeditado en Ediciones Entropía (2016) y publicado recientemente en Austria en la
editorial Löcker con traducción de Erna Pfeiffer; La muertita o la novela que,
Ed. La mariposa y la iguana (2016); ha
sido la antóloga, entre otras antologías, de
Puentes poéticos, (edic. Desde la gente, 2018). En el 2011 fue estrenada en Carlos Paz
(Córdoba) la opereta No camines en el barro compuesto por Cristian Varela, basado en un
cuento del mismo nombre. Ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos
Premio Regional por Trenzas; Premio Único de Poesía por la Secretaría de
Cultura de Buenos Aires y la Beca del Fondo Nacional de las Artes.
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