viernes, 6 de noviembre de 2009

Arte y falsificación en América Latina - Daniel Schávelzon




Arte y falsificación en América Latina
Daniel Schávelzon
Fondo de Cultura Económica

(Buenos Aires)

Un exhaustivo trabajo del arquitecto, restaurador de monumentos arqueológicos y Doctor en Historia Precolombina Daniel Schávelzon editó el Fondo de Cultura Económica.
Además de los datos que brinda sobre las falsificaciones que se encuentran en el arte, el estilo con que está escrito el libro es de lectura amena.
Citando en ocasiones frases  de la novela Valfierno de Martín Caparrós, brinda casos notables de distintas falsificaciones que se pueden encontrar tanto en el arte como en la arqueología.

Dice Fernando Báez:

“…En América Latina, al menos el 80% de los museos y de los asentamientos arqueológicos ha sufrido un expolio severo y, dado que el patrimonio histórico es un bien no renovable, el daño causado a la identidad y al acervo de estos pueblos no tiene modo de ser resarcido. En Europa y Estados Unidos, como era de esperarse, reside el 70% de las piezas robadas, ya sea en instituciones reconocidas que se niegan a devolverlas o en colecciones que, en la mayor parte de los casos, se desconocen…” .

“…Tras leer a Schávelzon, dudo que uno pueda volver a visitar un museo latinoamericano sin escepticismo, sin el vago pensamiento de que muchos pueblos han definido su identidad a base de símbolos falsos que crearon en su momento vínculos de pertenencia e imaginación…”.

Entre los hallazgos que cita Schávelzon y que se transformó en un problema nacional en México fue el descubrimiento de la tumba de Cuauhtémoc, descubierta en 1949:

“…Todo comenzó cuando, en algún momento del siglo XIX, una muy modesta familia
del poblado de Ichcateopan, en el Estado de Guerrero, en México, inventó una historia mavaravillosa en la que el rey azteca Cuauhtémoc, el héroe nacional que había engañado a Hernán Cortés sacándolo del país en busca de un tesoro inexistente, tras ser torturado y asesinado, estaba enterrado debajo del altar de su pequeña  y tradicional
iglesia…”.

“…En 1949, una historiadora  y arqueóloga llamada Eulalia Guzmán se enteró del tema y se animó a excavar en el lugar. Por cierto era una jugada fuerte, interesante, inusitada para su época, y que venía muy bien para la glorificación de Cuauhtémoc, como el gran héroe de México. ..”.

“…Sin embargo, sus resultados fueron un poco exagerados: ella y su comisión investigadora llegaron a concluir desde el color de los ojos hasta el nivel de inteligencia del pobre rey asesinado, lo que era demasiado, sin duda alguna.
Si bien hubo descreídos desde el primer momento, tanto por la postura política que ella sostenía como ferviente estalinista, como por quienes consideraban aún a Cortés como a un gran héroe, no faltó quien pidiera mayores estudios científicos. Pero esto sólo comenzó a surgir tres años más tarde, una vez apagados los estertores del hallazgo, lo que llevó a la formación de una comisión oficial, integrada también por personalidades de primer nivel, para que revisara el hallazgo. Los estudios fueron terminantes: los huesos eran por lo menos de cuatro personas diferentes o quizá de cinco, dos niños y una mujer al menos; los documentos relacionados con el entierro eran falsos; las inscripciones de la placa y de la fachada de la iglesia eran modernas; la excavación se había hecho sin control arqueológico adecuado y no había nada que sostuviera la hipótesis de que hubiera algo de Cuauhtémoc. Cabe recordar que aún no existía el carbono 14 para fechar los huesos. Esa comisión estaba formada por lo mejor de la arqueología mexicana de su tiempo, incluyendo al maestro de doña Guzmán y a varios de sus amigos. El resultado acabó con la discusión: era una falsificación con ánimo de engañar, hecha en los finales del siglo XIX y reabierta en ese momento…”.

Otro de los casos interesantes que cita Daniel Schávelzon es el de la década de 1960, cuando cientos de escritores, periodistas en su mayoría, lanzaron hipótesis acerca de pobladores de América como extraterrestres, cartagineses, vikingos, troyanos y cretenses, como primeros pobladores de América, hipótesis que quedó descalificada cuando la arqueología fue demostrando lentamente que las culturas del Nuevo Mundo eran autóctonas como tales, aunque hubieran tenido algún esporádico o casual contacto con otras.

“…Para el continente, fue importante la edición en español del libro de Pierre Honoré, La leyenda de los dioses blancos, porque establecía una serie de comparaciones entre Creta y la América precolombina, jugando con formas e imágenes similares; es simpático cuando compara una cabeza de la región con una egipcia del Louvre, que hoy sabemos que es falsa…”

El libro está lleno de casos notables, y sin duda será de utilidad para estudiantes, profesores, coleccionistas y público en general. 

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