viernes, 28 de octubre de 2011

Visión de paralaje - Slavoj Zizek




























Visión de paralaje




Slavoj Zizek




Fondo de Cultura Económica




traducción: Marcos Mayer








(Buenos Aires)

Visión de paralaje constituye el trabajo teórico más importante del filósofo esloveno Slavoj Zizek, según su propia descripción de la obra. La paralaje puede ser definida como el desplazamiento aparente de un objeto causado por un cambio en la posición del observador. El autor recurre a la noción de brecha de paralaje para recuperar la filosofía del materialismo dialéctico. Asume la decisión político-filosófica de describir esta brecha, este punto de tensión, que separa al Uno de sí mismo, para reemplazar de esta manera el tópico que define al materialismo dialéctico: la lucha de los opuestos.
Este cambio en la posición del observador brinda una línea de visión renovada, y así, en un interesante recorrido conceptual que abarca la paralaje filosófica, científica y política, Zizek explora, entre otros, temas como el racismo -el disgusto del hombre frente al Otro diferente- y sus consecuencias nefastas, la relación entre ley y deseo, la historia de las heridas narcisistas, la consideración del bien y el mal como perspectivas que pueden convivir en el análisis de un mismo fenómeno.


Zizek, en la Introducción. El materialismo dialéctico llama a la puerta, parte de dos historias que los medios reprodujeron en 2003:

Una es la de un historiador del arte español, quien reveló que el primer uso que
se le dio al arte moderno fue una forma deliberada de tortura: ..."Kandinsky y Klee,
así como Buñuel y Dalí, funcionaron como inspiración para una serie de celdas secretas
y centros de tortura construidos en Barcelona en 1938 por el anarquista francés Alphonse
Laurencic (¡un nombre de familia eslovena!), quien inventó una forma de tortura "psicotécnica": creó sus así llamadas "celdas coloreadas"com o una contribución a la lucha contra las fuerzas de Franco.(1) Las celdas estaban inspiradas tanto por las ideas de abstracción geométrica y el surrealismo como por las teorías del arte de vanguardia sobre las propiedades psicológicas de los colores. Se ubicaron camas en un ángulo de 20 grados, haciendo que fuera casi imposible dormir en ellas, y los pisos de dos metros por un metro estaban llenos de ladrillos y otros bloques geométricos para evitar que los prisioneros caminaran de un lado al otro. La única opción que les quedaba era apoyarse en las paredes, que eran curvas y que estaban cubiertas de perturbadores modelos de cubos, cuadrados, líneas rectas y espirales que se valían de trucos de color, de perspectiva y escala para causar confusión mental y desesperación. Los efectos lumínicos daban la impresión de que los enrarecidos modelos de la pared se movían. Laurencic prefería usar el color verde, pues, según su teoría de los efectos psicológicos de los colores, producía en los prisionesros melancolía y tristeza.
La segunda historia: Walter Benjamin no se suicidó en una aldea de la frontera española en 1940 a causa del miedo de que se lo regresara a Francia y se lo entregara a los agentes nazis, sino que fue asesinado allí por agentes stalinistas.(2) Unos meses antes de su muerte, Benjamin escribió las "Tesis de filosofía de la historia", su breve pero irrefutable análisis del fracaso del marxismo; murió en una época en que muchos que habían sido leales a la Unión Soviética empezaban a desilusionarse con Moscú a causa del pacto Hitler-Stalin. En respuesta, uno de los Killerati (agentes stalinistas reclutados entre los intelectuales socialistas y que se ocupaban de asesinatos) lo mató. La causa definitiva del crimen tal vez haya sido que, al atravesar las montañas desde Francia con rumbo a España, cargaba un manuscrito:
la obra maestra en la que había estado trabajando en la Bibliothèque Nationales en París, la elaboración de esas Tesis. La maleta con este manuscrito fue confiada a un camarada refugiado que la perdió convenientemente en un tren de Barcelona a Madrid.
Lo que ambas historias comparten no es sólo el vínculo sorprendente entre la alta cultura (arte y teoría de elite) y las más bajas y brutales prácticas políticas (asesinato, tortura). En este nivel, el vínculo no es tan inesperado como se supondría: ¿no es un lugar común muy habitual que contemplar el arte abstracto (así como escuchar música atonal) es una tortura? (Se puede imaginar fácilmente, en la misma línea, una prisión en la cual los detenidos están expuestos todo el tiempo a la música atonal). Por otra parte, el lugar común "más profundo" es que
ya en su música Schoenberg daba cuenta de los horrores del Holocausto y los bombardeos masivos antes de que efectivamente ocurrieran... Más radicalmente, lo que las dos historias comparten es que el vínculo que establecen resulta en un cortocircuito imposible de niveles que, por razones estructurales, jamás pueden juntarse: por ejemplo, no es posible que "Stalin" se mueva al mismo nivel que "Benjamin", o sea, que se comprendan las verdaderas dimensiones de las Tesis de Benjamin desde una perspectiva stalinista. La ilusión que sostiene ambas historias es la de colocar en el mismo nivel dos fenómenos incompatibles, estrictamente homóloga a lo que Kant llamaba "ilusión trascendental": la ilusión de poder usar el mismo lenguaje para dos fenómenos que son mutuamente intraducibles y que sólo pueden comprenderse en una especie de visión de paralaje, que constantemente desplace
la perspectiva entre dos puntos para los cuales no hay mediación ni síntesis posible. No existe, por lo tanto, relación ni espacio compartido entre ambos niveles: a pesar de estar estrechamente conectados, incluso siendo en cierto modo idénticos, son como lados opuestos de una cinta de Moebius...".

(1)Véase Giles Tremlett, "Anarchist and the fine art of torture", en The Guardian, 27 de enero de 2003.

(2) Véase Stuart Jeffries, "Did Stalin`s killers liquidate Walter Benjamin", en The Observer, 8 de julio de 2003.

El filósofo de origen esloveno dialoga y discute con diversos autores y sus respectivas teorías -

desde Hegel hasta Heidegger, pasando por Nietzche y Marx - apelando constantemente a la comicidad, a la fina ironía y a los ejemplos tomados del cine, la literatura y la música.

Crea en este libro una verdadera cosmovisión de ideas entrelazadas y vistas desde diferentes ángulos. Esta nueva perspectiva de análisis incluye la mención permanente del pensamiento lacaniano y una pregunta clave: cuál es el lugar del colectivo psicoanalítico en la sociedad.

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