El azar y la vida cotidiana
Alberto Rojo
Siglo Veintiuno Ediciones
(Buenos Aires)
Existe una tendencia a mitificar nuestra sorpresa ante lo improbable, a pensar que esas sincronicidades accidentales son las ramas visibles de una red de causas mágicas y no un mero resultado del azar. Alberto Rojo (Tucumán, Argentina) licenciado y doctor en física desenmascara las casualidades más famosas relacionadas con el cosmos, las fiestas de casamiento, los campeonatos de fútbol y los test de personalidad, entre muchas otras. Apela muchas veces a cuentos de autores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Edgar Allan Poe, Rodolfo Wash, Aleksandr Pushkin, Ray Bradbury, Primo Levi, Guillermo Martínez, Arthur C. Clarke en entre varios más, donde está presente el tema del azar. "...Dentro del bosque de coincidencias, un ejemplo muy citado - publicado en la revista Time en 1964 - es el de los presidentes norteamericanos John F. Kennedy y Abraham Lincoln: Kennedy fue elegido en 1960 y Lincoln en 1860. Sus dos esposas perdieron hijos mientras vivían en la Casa Blanca. Ambos fueron asesinados un viernes. Lincoln en el teatro Ford y Kennedy en un automóvil fabricado por la empresa Ford. Los dos recibieron un disparo en la cabeza. Los dos sucesores se llamaban Johnson: Andrew Johnson, nacido en 1808, y Lyndon Johnson, nacido en 1908. Los dos magnicidas fueron asesinados antes del juicio. ¿Qué significan estas coincidencias? Nada. De eso quisiera convencerlos con este capítulo..." dice el autor. Otra de las coincidencias citadas tiene como tema los jugadores de fútbol argentinos Messi y Maradona. "...Al finalizar el Mundial de Fútbol de 2010 el diario Clarín publicó un juego de coincidencias entre Messi y Maradona, que parecía remedar el augurio de La Gaceta de Tucumán, comparándolo con el de 1982 en lugar del de 1986. En España 82, Maradona había jugado 5 partidos, así como Messi en Sudáfrica. "Parece increíble - dice el artículo-, pero es cierto: los dos fueron las máximas esperanzas argentinas y no sólo no respondieron a las expectativas sino que además tuvieron un promedio idéntico de Clarín de acuerdo a sus prestaciones (6,8)". "En la década de 1920, el sicólogo Carl Jung irrumpió con un concepto enigmático: el principio de sincronicidad. La idea confusa por cierto, consiste en la experiencia de dos eventos "coincidentes pero no causales", es decir, dos acontecimientos improbables, que no están relacionados casualmente pero cuya ocurrencia simultánea es "significativa". Este principio contiene uno de los rasgos salientes de las seudociencia: la ambigüedad y la imposibilidad de refutarlo. Como asegura Arthur Koestler en su interesante libro "Las raíces de las coincidencia": "Uno se pregunta por qué Jung creó estas complicaciones innecesarias acuñando un término que implica la simultaneidad, y luego explicando que no significa lo que significa". El análisis cuidadoso de las probabilidades revela que las coincidencias son inesquivables, que su acaecer no tiene nada de raro y que lo único sorprendente sería que no sucedieran. ...". El autor cita a Cicerón, quien tenía una idea bastante clara del evento azaroso:"... Sin embargo, debido al avance del cristianismo, este concepto fue rechazado. Para San Agustín, por ejemplo, nada ocurría por azar, ya que todo estaba controlado por Dios, de modo que lo azaroso era sólo una apariencia que reflejadaba la ignorancia humana y no la naturaleza misma de los hechos. Por lo tanto, el hombre debía someterse a la voluntad divina, en lugar de tratar de investigar el comportamiento regular que podía emerger de determinado número de sucesos...". Los juegos de azar familiarizaron a los jugadores con los datos y así fue cobrando forma la noción de probabilidad, de la mano de la timba. "...En el siglo XX el azar volvió a imponer su presencia intimidatoria frente a otros dogmas. La llegada del comunismo ortodoxo a la Unión Soviética en la década de 1930 significó
un cambio en la investigación estadística. Para los teóricos del partido, la estadística era una ciencia social, o una "ciencia de clase" y toda ciencia social debía subordinarse a una planificación central. La expresión "variable aleatoria" se traducía en ruso como "magnitud accidental"; y para los planificadores centrales eso implicaba un insulto. Durante esos años, prácticamente se abandonaron los métodos estadísticos, y si bien la investigación cobró nueva vitalidad durante los años cincuenta, la aplicación de métodos modernos de estadística tendría que esperar hasta la caída del Muro de Berlín en 1989...". Estos y otros temas son abordados por el autor, para pensar en esas coincidencias que tienden a ocurrir mucho más de lo que sospechamos.
Alberto Rojo
Alberto Rojo
Siglo Veintiuno Ediciones
(Buenos Aires)
Existe una tendencia a mitificar nuestra sorpresa ante lo improbable, a pensar que esas sincronicidades accidentales son las ramas visibles de una red de causas mágicas y no un mero resultado del azar. Alberto Rojo (Tucumán, Argentina) licenciado y doctor en física desenmascara las casualidades más famosas relacionadas con el cosmos, las fiestas de casamiento, los campeonatos de fútbol y los test de personalidad, entre muchas otras. Apela muchas veces a cuentos de autores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Edgar Allan Poe, Rodolfo Wash, Aleksandr Pushkin, Ray Bradbury, Primo Levi, Guillermo Martínez, Arthur C. Clarke en entre varios más, donde está presente el tema del azar. "...Dentro del bosque de coincidencias, un ejemplo muy citado - publicado en la revista Time en 1964 - es el de los presidentes norteamericanos John F. Kennedy y Abraham Lincoln: Kennedy fue elegido en 1960 y Lincoln en 1860. Sus dos esposas perdieron hijos mientras vivían en la Casa Blanca. Ambos fueron asesinados un viernes. Lincoln en el teatro Ford y Kennedy en un automóvil fabricado por la empresa Ford. Los dos recibieron un disparo en la cabeza. Los dos sucesores se llamaban Johnson: Andrew Johnson, nacido en 1808, y Lyndon Johnson, nacido en 1908. Los dos magnicidas fueron asesinados antes del juicio. ¿Qué significan estas coincidencias? Nada. De eso quisiera convencerlos con este capítulo..." dice el autor. Otra de las coincidencias citadas tiene como tema los jugadores de fútbol argentinos Messi y Maradona. "...Al finalizar el Mundial de Fútbol de 2010 el diario Clarín publicó un juego de coincidencias entre Messi y Maradona, que parecía remedar el augurio de La Gaceta de Tucumán, comparándolo con el de 1982 en lugar del de 1986. En España 82, Maradona había jugado 5 partidos, así como Messi en Sudáfrica. "Parece increíble - dice el artículo-, pero es cierto: los dos fueron las máximas esperanzas argentinas y no sólo no respondieron a las expectativas sino que además tuvieron un promedio idéntico de Clarín de acuerdo a sus prestaciones (6,8)". "En la década de 1920, el sicólogo Carl Jung irrumpió con un concepto enigmático: el principio de sincronicidad. La idea confusa por cierto, consiste en la experiencia de dos eventos "coincidentes pero no causales", es decir, dos acontecimientos improbables, que no están relacionados casualmente pero cuya ocurrencia simultánea es "significativa". Este principio contiene uno de los rasgos salientes de las seudociencia: la ambigüedad y la imposibilidad de refutarlo. Como asegura Arthur Koestler en su interesante libro "Las raíces de las coincidencia": "Uno se pregunta por qué Jung creó estas complicaciones innecesarias acuñando un término que implica la simultaneidad, y luego explicando que no significa lo que significa". El análisis cuidadoso de las probabilidades revela que las coincidencias son inesquivables, que su acaecer no tiene nada de raro y que lo único sorprendente sería que no sucedieran. ...". El autor cita a Cicerón, quien tenía una idea bastante clara del evento azaroso:"... Sin embargo, debido al avance del cristianismo, este concepto fue rechazado. Para San Agustín, por ejemplo, nada ocurría por azar, ya que todo estaba controlado por Dios, de modo que lo azaroso era sólo una apariencia que reflejadaba la ignorancia humana y no la naturaleza misma de los hechos. Por lo tanto, el hombre debía someterse a la voluntad divina, en lugar de tratar de investigar el comportamiento regular que podía emerger de determinado número de sucesos...". Los juegos de azar familiarizaron a los jugadores con los datos y así fue cobrando forma la noción de probabilidad, de la mano de la timba. "...En el siglo XX el azar volvió a imponer su presencia intimidatoria frente a otros dogmas. La llegada del comunismo ortodoxo a la Unión Soviética en la década de 1930 significó
un cambio en la investigación estadística. Para los teóricos del partido, la estadística era una ciencia social, o una "ciencia de clase" y toda ciencia social debía subordinarse a una planificación central. La expresión "variable aleatoria" se traducía en ruso como "magnitud accidental"; y para los planificadores centrales eso implicaba un insulto. Durante esos años, prácticamente se abandonaron los métodos estadísticos, y si bien la investigación cobró nueva vitalidad durante los años cincuenta, la aplicación de métodos modernos de estadística tendría que esperar hasta la caída del Muro de Berlín en 1989...". Estos y otros temas son abordados por el autor, para pensar en esas coincidencias que tienden a ocurrir mucho más de lo que sospechamos.
Alberto Rojo
Nació en la provincia de Tucumán, Argentina, y obtuvo su doctorado en física en el Instituto Balseiro (Bariloche, Argentina); posteriormente desarrolló su vida profesional en los Estados Unidos, donde actualmente es profesor asociado en el departamento de física de la Oakland University. Ha publicado numerosos trabajos de investigación en revistas de primera línea, así como contribuciones sobre enseñanza de las ciencias y divulgación científica. Junto con sus tareas como físico ha desarrollado una notable carrera como músico: a los seis años empezó a estudiar piano y varios años después descubrió la guitarra, instrumento que ejecuta habitualmente. Ha participado en numerosos festivales y editado dos discos de su autoría (De visita, en la colección Guitarras del Mundo, y Para mi sombra).
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