sábado, 1 de marzo de 2014

Estéticas de lo extremo - Elena Oliveras (Ed.)



Estéticas de lo extremo
Nuevos paradigmas en el arte contemporáneo y sus manifestaciones latinoamericanas
Elena Oliveras (ed.)
Editorial Emecé

(Buenos Aires)

      "¿Por qué "lo extremo" figura hoy en la primera plana no sólo del arte sino también del pensamiento en general? ¿Qué cambios se han producido en el mundo para que un concepto de larga tradición (el de lo extremo lo es) se nos presente con tanta intensidad? Basta mirar nuestro entorno.
    Música estrepitosa. Deportes acrobáticos que dejan sin aliento. Violencia e inseguridad extremas. Depresión extrema. Frescura extrema de un desodorante. Extreme es el nombre de un modelo de automóvil todo terreno de Dodge Chrysler. Necesitamos ser sacudidos, ensordecidos, enmudecidos, sometidos a estimulaciones poderosas, como si éstas fueran el único camino para alejar la apatía o la indiferencia y, momentáneamente, en una sociedad analgésica, sentir que existimos.
    "Tener éxito en la vida equivale a extremizarla", concluye Paul Ardenne en Extrême. Esthétiques de la limite dépasée. Si nuestra época es definida por el teórico francés como "emocional" es precisamente porque ama los excesos de todo tipo, las sensaciones fuertes, lo  moralmente inadmisible, la pornografía dura. El goce es traumático y el placer, brutal.
    Si vamos al origen del término "extremo" constataremos que, desde que comienza a ser usado en el siglo XIII, su significado no ha cambiado sustancialmente. Proviene del latín extremus, superlativo de exter (exterior a) y hace referencia a lo que sitúa más allá de la frontera, fuera del marco, "Extremo" implica desterritorialización, desmarque, superación de lo prohibido, estar fuera de la norma, precipitarse al otro lado, perforar el límite de lo considerado "normal".
    Podemos observar que no sólo las obras de arte más recientes traspasan el límite de lo normal. Un caso paradigmático, en la década del 60, es el de Andy Warhol. El silencio no narrativo de filmes aparentemente estáticos, como Empire nos ubica en el extremo de la experiencia cinemática, mientras que sus Motion Pictures (cuadros en movimiento) fuerzan los límites de la inmovilidad fotográfica.
    Dada la enorme variedad de poéticas radicales que ignoran las normas, es pertinente hablar de "estéticas" (en plural) de lo extremo. En ellas se inscriben los Accionistas Vieneses, Arthur Cravan, Bas Jan Ader, Alighiero Boetti, Arthur Bispo de Rosário, Hélio Oiticia, Lygia Clark, Hans Haacke, Orlan, Maurizio Cattelan, David Nebreda, Anish Kapoor, Damien Hirst, Tracey Emin, Santiago Sierra, Francis Alys, Gabriel Orozco, Félix González-Torres, Tania Bruguera, Martha Pacheco, Teresa Margolles, Regina Galindo, Doris Salcedo, María Teresa Hincapié, Ricardo Basbaum, Eduardo Kac, Cildo Meireles, Ernesto Neto, Alfredo Jaar. En Argentina encontramos a Alberto Greco, Enio Iommi, León Ferrari, Alfredo Portillos, Luis Benedit, Roberto Jacoby, Oscar Bony, Liliana Maresca, Ana Gallardo, Miguel Rotschild, Jorge Macchi, Graciela Sacco, Nicola Costantino, Marina De Caro, Dolores Zorreguieta y Leandro Erlich entre tantos otros.
    Los ensayos que integran este libro describen e interpretan el sentido de manifestaciones que son síntomas de nuestro tiempo y que, al lanzarnos más allá de una cómoda normalidad, tienden a producir un shock en la recepción. Por ello esas manifestaciones, que son modos de hacer mundo (en el sentido de hacerlo visible), requieren de un nuevo espectador. Alguien dispuesto a aceptar el desafío de una experiencia desestabilizante que transgrede lo conocido o lo aceptable. ¿Pero acaso no es misión del arte cortar con la cotidianeidad, sacarnos de la habitualidad? Las estéticas de lo extremo asumen entonces, con eficacia mayor, esa misión esencial al hacer visible el estado- límite de las cosas que nuestro conformismo muchas veces menosprecia.
    Cuestiones relativas al concepto de lo extremo en las artes plásticas, la música y el cine - y que ingresan en el debate sobre el arte contemporáneo en general - son temas de este libro. Su primera parte responde al interés teórico de esas cuestiones, insuficientemente estudiadas a pesar de la dimensión internacional que han alcanzado. La segunda parte examina la presencia de las estéticas de lo extremo en el arte latinoamericano...".
Uno de los ensayos que me resultó más interesante es el de María Cristina Ares: El cuerpo muerto en el arte contemporáneo:

"...El fenómeno de la muerte del arte, según Vattimo, es paralelo al del "fin de la metafísica" que se encuentra en una posición de Verwindung, a su vez asociado a la "muerte de la estética". Este fenómeno designa la situación en la que se encuentra la filosofía del arte frente al arte actual pues no contamos con nuevos conceptos que nos permitan pensar las nuevas producciones. Entonces, Vattimo propone remitirse - operar la Verwindung como si fuera nuestro destino - a la historia de la estética y a sus postulados aunque éstos no alcancen, dada la crisis de la disciplina.
Ya en 1853, Karl Rosenkranz había publicado Estética de lo feo, donde consideró la posibilidad, a pesar de su contrasentido, de que lo feo pueda dar lugar al placer. La dificultad de tal escrito reside en su profundo espíritu hegeliano que contempla lo feo sólo como un momento necesario en la evolución de las formas artísticas que luego será superado en una instancia de belleza posterior; por tanto, tal placer frente a lo feo se justifica únicamente como necesidad relativa  en la totalidad de la obra de arte. Las obras que de modo descarnado nos obligan a contemplar con crudeza el cadáver que alguna vez seremos nosotros mismos se regodean en la muerte sin producir displacer o dolor.
    Frente al cuerpo sin vida - ese algo que alguna vez fue alguien - no es extraño que se sienta una suerte de placer - dolor más cercano al espectáculo del horror, como si alguien expresara lo que no está permitido decir o mostrar. Ejerciendo entonces la Verwindung propuesta por Vattimo, pensar en términos de placer-dolor nos permite remitirnos al sentimiento de lo sublime kantiano. El sentimiento de dolor en lo sublime kantiano refiere al respeto ante un objeto de la naturaleza que conduce al displacer por la limitación de nuestra facultad sensible, humana y finita. Sin embargo, lo sublime no es una cualidad del ser sino una cualidad del espíritu que lo considera, por eso nos hallamos en el plano de la reflexión estética. El placer asociado al dolor se encuentra en relación con el despertar en nosotros, ante el espectáculo natural, de las ideas de la razón o suprasensibles.
   Lo sublime es bien distitno de lo bello: lo bello es sentimiento estético de la forma, de lo finito; lo sublime, en cambio, es sentimiento estético de lo informe, de lo infinito, de allí que las facultades que intervienen también sean diferentes. Mientras que en lo bello opera el libre juego de la facultad de la imaginación con la del entendimiento, en lo sublime la imaginación se apoya sobre la razón para crear un estado de ánimo, es decir que la imaginación se exalta ante aquello que escapa a nuestra capacidad de comprensión. El espectador frente al cuerpo muerto se atiene al espectáculo de lo ya sin forma que supera la limitación de nuestra experiencia, pues se trata de lo indecible, de aquella instancia que no es posible de decir y que se nos presenta como lo no representable. Sin embargo, está allí, frente a nosotros: el resto, los restos de lo que alguna vez tuvo forma...".

la recuperación del cuerpo en los sistemas estéticos

"...Exponer cuerpos sin vida, víctimas de muertes violentas, como es el caso del arte forense de Teresa Margolles, Martha Pacheco o Rosemberg Sandoval, puede pensarse como el gesto de recuperar algo del pasado - puesto que ese cuerpo ya murió - e integrarlo al presente desde la manifestación artística. Tal evocación del pasado, ese convocar a los muertos, se presenta como quiebre de corte benjaminiano del continuum histórico porque lo que murió ya no debiera volver a contemplarse. El continuum vacío es el de la historia de la clase dominante, es la tradición misma, pero reciclar el pasado suspende ese fluir del tiempo histórico e inserta la posibilidad de una iluminación profana frente a las necesidades políticas del presente y aquel momento redimido del pasado. Mirar con horror el cadáver herido, lastimado, ese rictus del momento mismo del deceso, está convocando a los muertos en ayuda del presente.
    Es Walter Benjamin quien se fascina con lo descartado, con el fragmento obsoleto, capaz de ser yuxtapuesto con el objeto nuevo para así construir la constelación como imagen mental. En ese gesto de descontextualización y recontextualización se ha recuperado una ruina y se la ha reificado, así se materializa la convicción benjaminiana de que el único cuerpo bueno es el cuerpo muerto. El origen del drama barroco alemán gira en torno a un lamento por la organicidad perdida frente al cuerpo despedazado por la violencia. Es a partir de sus partes desmembradas que el significado puede surgir como órganos arrancados de la carne desollada, y ya no de la figura armoniosa que la verdad puede descubrir...".
El libro se compone de dos secciones: I Cuestiones de frontera y II Escenarios del arte latinoamericano.
Dentro de la sección I se encuentran los ensayos: Carne y metal. La representación de lo monstruoso maquínico por Graciela C. Sarti; Lo siniestro en el extremo de lo real por Oscar de Gyldenfeldt; Lo extremo en la música de Arnold Schönberg: la irrepresentabilidad de lo absoluto, por Inés A. Buchar; El silencio como categoría estética en la música contemporánea por Luciano Lutereau-
En la Sección II, se pueden leer: Lo extremo minimalista: vacío, oscuridad, vapor por Elena Oliveras; El cuerpo muerto en el arte contemporáneo, por María Cristina Ares; La abyección como estrategia por Graciela I. de los Reyes; Cuando el horror nos convoca. La visibilidad de la masacre, por Betina Bandieri; Representar y conmemorar: en torno a la masacre de Margarita Belén por Cecilia Fiel; Espejismos del desarrollo. La violencia y la enfermedad a través de las obras de Nora Aslan y Silvia Gai de los años 90 por María Laura Rosa; Dialécticas del Kitsch en la cultura de masas. Favio, Santoro y los usos de la estética peronista por Florencia Abadi y Guadalupe Lucero.


 

2 comentarios:

  1. Me introdujo con claridad en un tema que tenía como desconocido para mí, hasta en su lenguaje. Sin embargo la reflexión a partir de este ensayo me acercó de manera notable, también por las citas de autores recorridos por mí en forma aleatoria.

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