martes, 27 de enero de 2015

Tierra del Fuego: la creación del fin del mundo - Guillermo Giucci



 

Tierra del Fuego:

la creación del fin del mundo

Guillermo Giucci

Fondo de Cultura Económica

(Buenos Aires)

Tierra del Fuego: la creación del fin del mundo, de Guillermo Giucci, editado por Fondo de Cultura Económica es un ensayo que historia el proceso de exposición gradual de una región conocida como "el fin del mundo": Tierra del Fuego. El autor, de origen uruguayo, es doctor en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Stanford. Desde 1992 es profesor de Letras de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Entre 1988 y 1990 fue profesor en la Universidad de Princeton. Sus trabajos de investigación combinan la rigurosa formación académica con temas de la vida cotidiana, la actualidad, los deportes, el cine, los imaginarios populares, los medios de comunicación y la historia del transporte.

"... Cuando en 1520, durante el transcurso de la expedición de Fernando de Magallanes a las islas Molucas, se nombró a Tierra del Fuego, la designación no correspondía a ningún territorio delimitado. El bautismo funciona como una apropiación a la distancia, como la toma de posesión simbólica de un espacio inexplorado. Los expedicionarios ni siquiera lograron determinar si se trataba de una isla o de tierra firme, aunque dedujeron su carácter insular, pues algunas veces oyeron ruidos de mar que parecían venir de otra cosa.

Tal incertidumbre sobre la conformación territorial indica los límites del conocimiento geográfico de la época. Tierra del Fuego denomina a un territorio imaginado. Pero nombrar es crear una identidad e instituir una genealogía. Si bien representa el inicio de una larga marcha que solo será inteligible varios siglos más tarde, en la nominación del nuevo territorio se puede ubicadr la gestación del fin del mundo. Este aún no puede ser asociado con la Tierra del Fuego a causa de la confusión reinante sobre la apariencia del orbe. Era entonces muy reciente el giro marítimo ibérico hacia el oeste, que implicaría una profunda revisión del saber geográfico. Pese a la persistencia de las manchas blancas en los mapas, la apertura que resulta de la tendencia atlántica autoriza la denominación de nuevos subconjuntos de territorios de identidades. Así aparece en 1507, pocos años antes del nombramiento de Tierra del Fuego, el cuarto continente América nominado e inscripto por primera vez en un mapa por Martín Waldseemüller, que superaba la tradicional división tripartita cristiana del mundo en Europa, Asia y África.

Por encima del conocimiento local, elaborado en los territorios habitados y explorados por los aborígenes de las diferentes regiones, se impone una autoridad cartográfica externa y unificadora. Lo existente es transmutado en lo patente, a través de la adquisición de nombre y de imagen, transformación que de un modo progresivo torna al globo terráqueo explícito como conjunto. Únicamente con la aprehensión integral de la imagen del planeta Tierra se podrá situar el hodierno del fin del mundo en el extremo sur del continente americano. Se propone aquí que solo una vez revelado el mundo como totalidad, la identificación del fin del mundo con Tierra del Fuego cobra su sentido preciso. La creación del fin del mundo fueguino es un capítulo singular y tardío de la más amplia revelación del planeta...".

"... La vinculación de Tierra del Fuego con el fin del mundo es moderna y se consolida a inicios del siglo XX. Desde Europa se instaura una conformación geopolítica del espacio donde el extremo austral del continente americano surge, en contraposición con el norte europeo, como un lugar-límite, región del primitivismo y de la incomunicación.

Tal representación del fin del mundo como un fragmento superviviente de la Edad de Piedra es palmaria en el artículo periodístico publicado en el suplemento del Illustrated London News el 30 de enero de 1904 por el viajero inglés William Singer Barclay, "At the World´s End, Being an Account of the now amost Extinct Canoe-Dwellers and other Tribes of Tierra del Fuego [En el fin del mundo, un reporte de los ya casi extintos habitantes canoeros y otras tribus de Tierra del Fuego]". Constituye el primer desarrollo explícito del nexo entre Tierra del Fuego y el fin del mundo, que se venía gestando de modo intermitente en el siglo XIX en particular entre los expedicionarios y misioneros ingleses. Barclay reconoce que, en términos estrictos, América del Sur no se acaba en el cabo de Hornos, pero señala que este actúa como una frontera infranqueable para las sociedades primitivas.

En 1905 se imprime póstumamente la novela de aventuras de Julio Verne El faro del fin del mundo. Verne había escrito la primera versión en 1901, situando el faro del fin del mundo en la isla de los Estados. Reaparece el maridaje entre el extremo sur del continente americano y el fondo del globo. La cartografía le confiere una vasta legitimidad a la noción literaria del fin del mundo en la zona sureña: allá abajo en la borrascosa extremidad austral americana...".

Memorias de la doble conciencia

tapa del libro El último confín de la tierra - E. Lucas Bridges
editorial Marymar
Acerca de Esteban Lucas Bridges:

"...La doble concienia cultural es un fenómeno antiguo en América Latina. Se origina durante la conquista del Nuevo Mundo, especialmente en los derrotados imperios azteca e inca, donde el sujeto se encuentra escindido entre la tradición prehispánica y los valores impuestos por los conquistadores. Tal problema identitario, derivado de la condición colonial e ilustrado ejemplarmente por el Inca Garcilaso de la Vega en el siglo XVI, se expande durante las centurias siguientes con los desplazamientos de esclavos negros a las Américas...".

"...En Tierra del Fuego, la doble conciencia despunta tardíamente con los hijos de Thomas Bridges. Por supuesto que no estamos ante un modelo de la igualdad de las culturas, pues la tradición inglesa simboliza el progreso ineludible. En todo caso, lo fundamental reside en la integración de la dualidad. Esta no es suprimida o eliminada, sino incorporada, aunque de modo dispar. Tomemos el ejemplo de la formación bicultural de Esteban Lucas Bridges, nacido en la misión de Ushuaia en 1874. De familia inglesa, Lucas convive con aborígenes yámanas y más tarde se convierte en uno de los mayores conocedores de los indios onas. Su obra El último confín de la Tierra (1948), redactada en inglés en la década de 1940 y publicada un año antes de su muerte en 1949, abarca el período de su infancia y juventud en Tierra del Fuego...".

"...Como sucede con Arguedas, la juventud de Lucas Bridges transcurre entre dos mundos distintos y en contienda. Y en ambas personalidades se manifiestan las contradicciones típicas de las oscilaciones entre proyectos muchas veces incompatibles entre sí. Con la excepción del círculo familiar, Lucas no mantiene un contacto cotidiano con estratos occidentalizados, sino con aborígenes fueguinos. Esta precoz experiencia de la doble conciencia - la convivencia con yámanas, aunque transculturados - se verá posteriormente reforzada por su profundo interés, que podemos llamar etnográfico, por los onas, que estaban en vías de desaparición. Empeño de conocimiento de las costumbres de los nativos que, sin embargo, no es desinteresado, pues está entrelazado con proyectos expansivos y de transformación de la región por parte del hacendado blanco, con la mirada puesta en el futuro...".

Crecer entre culturas

"...Se engaña quien anticipe un deslumbramiento del provinciano con la metrópolis. La ciudad sorprende y desconcierta a quien no está habituado a su velocidad y cambios de ritmo. Como lo habían sugerido Edgar Allan Poe y Charles Baudelaire, el anonimato urbano es la conquista del gran número. Y este descubrimiento del ajetreo colectivo produce disgusto. Cuerpos extraños se aproximaban en las reuniones, lo que lleva a Lucas a considerar desagradables los avances de la "cofradía de mujeres livianas". Ni siquiera puede ojear con tranquilidad los maniquíes de cera de labios pintados y ojos fijos, y aparta la mirada como de un objeto prohibido...".

"...¿Para qué sirven la aglomeración y el anonimato? La serie de críticos que condenaron los defectos de la civilización y contrapusieron a la ciudad industrial las ventajas de la naturaleza habrían encontrado un aliado en Lucas Bridges, que se sumaba al coro de los que detestaban Buenos Aires..."

"...Podía un joven urbano de la pujante Buenos Aires entender el sentido de la vida como aventura? ¿Podía experimentar la naturaleza silvestre como un adversario íntimo? ¿Cómo explicarle lo que era ser un pionero y el fundador de una estancia en un extremo del mundo? De la nada, en un lugar hórrido, había nacido la estancia Viamonte, que al principio era un mero refugio detrás de unos altos arbustos de grosellas salvajes, y más tarde, una choza de una habitación, con piso de tierra y una ventana de madera sin vidrio...".

"...Comprendí que durante toda mi vida sería yo distinto a los otros hombres, incapaz de entregarme por completo a una reunión tan alegre como la que me era dado contemplar. Sin embargo, olvidando la civilización y recordando los bosques nevados y las cumbres azotadas por los vientos de mi tierra natal, podía repetir las palabras que Ada Lindsay Gordon pone en boca del arriero moribundo: "Viviría la misma vida si tuviera que volver a vivir..." *


*Esteban Lucas Bridges, El último confín de la Tierra.


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