Diccionario de fútbol
Daniel Talio
Guillermo de Lucca
Editorial Claridad
(Buenos Aires)
“Dos posiciones irreconciliables dividen a los teóricos del fútbol. La primera, en la que militan autores tan diversos como Jorge Luis Borges y Juan José Sebreli, tiende a reducir al fútbol a su realidad física inmediata y, sobre tal base, a convertirlo en un mero hecho arbitrario, cuando no ridículo y execrable. Veintidós adultos corriendo detrás de una pelota componen un sinsentido que sólo sirve para despertar las pasiones más bajas del ser humano. El fútbol utlizado como un medio para que el sistema disipe la agresividad que el mismo sistema genera.
La segunda posición ve en el fútbol una forma, extraña pero genial, de la felicidad humana. No niega lo arbitrario ni lo absurdo de este deporte; pero tampoco olvida que la pasión que genera es, al fin de cuentas, una realidad. La realidad del niño que, feliz más allá de toda duda, se lanza zizagueando hacia el arco contrario. La realidad de ese júbilo multiplicado que corre sobre las ciudades cuando su equipo anota un gol. La gris realidad de la derrota que se posa insoportable sobre los hombros vencidos. Las emociones, innegables, dan sentido a esta extraña actividad.
Aunque obviamente somos partidarios de la segunda de estas lecturas, lo cierto es que la primera ha logrado debilitar el interés intelectual por el fútbol. No existe una interpretación o un estudio mínimamente serio que explique cómo y por qué, cada fin de semana, miles de millones de personas quedan atrapadas por la pasión que genera este deporte. Se llenan los estadios, las radios vociferan, los televisores inundan los rincones más lejanos del planeta con las imágenes de los encuentros estelares, y la pelota corre en los patios de los colegios y de las cárceles, en las veredas, en los potreros, en las playas y en los gimnasios de las universidades de excelencia…”.
Algunos términos del diccionario:
Ancho de espadas: As de espadas; jugador desequilibrante.
Batucada: Cuando la hinchada hace sonar todos sus instrumentos y la tribuna se convierte en una fiesta.
Cancherear: Jugar displicentemente, realizar maniobras para el lucimiento personal y, principalmente, para hacer enojar al adversario.
Dejar el tendal: 1) Hacer una jugada de largo recorrido donde varios rivales son superados; 2) Hacer negociados perjudiciales para un club y retirarse sin asumir las consecuencias.
Jogo bonito: Portugués: Juego bonito. Se ha extendido y se utiliza para referirse a los equipos que practican un juego atractivo.
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