martes, 20 de julio de 2010

Los ultras de las luces- Contrahistoria de la filosofía, IV - Michel Onfray



 Los ultras de las Luces
Contrahistoria de la filosofía, IV
Michel Onfray
Traducción Marco Aurelio Galmarini
Editorial Anagrama 

(Buenos Aires)

En Los ultras de las Luces, cuarto libro de la serie Contrahistoria de la filosofía de Michel Onfray publicada por Anagrama el autor muestra cómo Voltaire y Rosseau fustigan a los ateos y cómo la Enciclopedia quiere eliminarlos, mientras que por otro lado, ilumina la formulación de un pensamiento hedonista, materialista y revolucionario, pero no al modo en que ha querido presentarlo la historiografía marxista. Los “ultras de las Luces” definen una radicalidad materialista, con Meslier y La Mettrie, del mismo modo que una nueva sensibilidad, aún sin nombre en la época, el utilitarismo francés, encarnado por Maupertuis, Helvecio y D´Holbach. Finalmente este volumen pone de relieve  el pensamiento feudal de un marqués de Sade, delincuente relacional, contrarrevolucionario y precursor del fascismo, en las antípodas del gran liberador que con tanto entusiasmo se suele glorificar.

“El huevo y la gallina en filosofía

Contrariamente a la leyenda fabricada por la historiografía dominante, los filósofos no producen la Revolución Francesa. Más bien al contrario, son producto de la Revolución Francesa, o al menos lo son aquellos que aparecen en la postal que reúne habitualmente a Rousseau, Voltaire y la Enciclopedia de Diderot y D´Alembert.
La escritura de la historia hace la historia: es ella la que crea el acontecimiento principal y establece simultáneamente la anécdota menor; promueve al pensador de segundo orden; consagra solemnemente a Arouet, desdeña al otro, olvida a éste, ensucia a aquél y envía al purgatorio, incluso al infierno, a quien no dé por buena la hipótesis de su rectilínea toma de partido…”.

Michel Onfray hace un recorrido por el pensamiento de los distintos filósofos considerados los “ultras de las Luces”, entre ellos Jean Meslier, La Mettrie y Sade.

Jean Meslier

Acerca de Jean Meslier dice: “condensa bajo una sotana toda la dinamita que mina el siglo XVIII. Este sacerdote sin rostro ni sepultura proporciona el arsenal conceptual del pensamiento de las Luces en su vertiente radical, la de los ultras, que, sin excepción, beben de su fuente y luego, con aire inocente, fingen ignorar incluso su nombre. Sin embargo buena parte de las tesis de Meslier revisten a sus usurpadores de una fama de innovadores que no les corresponde. La desaparición de las referencias hace imposible las obligadas reverencias.
Meslier escribió un único libro, un monstruo de más de mil páginas escritas a mano, con pluma de oca, a la llama del hogar y de las velas de un presbiterio de las Ardenas, entre el supuesto Grand Siécle y el siguiente, llamado de las Luces, denominación que, por la frecuencia con que utiliza el término, Meslier avala como una futura marca distintiva del siglo XVIII.
En síntesis, Meslier era un cura ateo, su biografía no presenta brillos especiales: ni cura de la corte, ni arribista mundano, ni prelado de salón ni libertino rodeado de marquesas.
Después de su muerte, a fines de junio de 1729  su Testamento  - el libro – es descubierto junto con la carta que dejó a los sacerdotes. Hasta ese momento no lo había leído nadie. Hay cuatro ejemplares del libro que con el tiempo crecen y se multiplican. Voltaire oye hablar de este libro y lo lee íntegramente con entusiasmo pero también con reservas.
“…Voltaire no es el filósofo que se dice ni el hombre que se cree que es; detesta el ateísmo de Meslier y más aún su proyecto político emancipador. Este oportunista sin escrúpulos, amigo de los poderosos, adulador, interesado, de moral muchas veces dudosa, egocéntrico, es un deísta que en privado mantiene con la religión católica una relación mucho más íntima de lo que permite suponer la habitual biografía del hombre público convertido en monumento nacional. …”.

“…El autor de las Cartas filosóficas cree en Dios, cohabita con los católicos – incluso y sobre todo cuando firma sus cartas con “Aplastad al infame…-, escribe páginas de extraordinaria violencia contra los ateos, se afana en conseguir reliquias para la iglesia que hace construir en su propiedad de Fresney y, para ello, envía una súplica al Papa en persona, mantiene a su costa un párroco para su capilla de Cirey y durante un tiempo considera la posibilidad de que su inhumación se realice en el edificio católico construido con ese fin. …Es de sospechar que a este santurrón oculto no le guste nada Meslier…”.

La Mettrie

La Mettrie realiza sus estudios en Coutances, La Manche, luego en Caen con los jesuitas, y finalmente en París, en el colegio de Plessis. Obtiene su título de médico en Reims y no en París, donde prosigue sus estudios. En agosto de 1734, La Mettrie se inscribe en el registro de médicos de Saint – Malo, pero no abre una consulta de clientela privada.
La Mettrie publica su primer libro filosófico en 1745: la Historia natural del alma. En 1750, modificado se convierte en el Tratado del alma. Amputado del aparato crítico, se publica por separado como notas que constituyen el Resumen de los sistemas. La Metrie fragmenta mucho su trabajo … Nuestro personaje tiene treinta y seis años, ya ha publicado dieciséis obras, traducciones y diversos volúmenes científicos, pero nada filosófico. Y le quedan seis años de vida…
Su Historia natural del alma es su primer libro de filosofía que le consigue muchos enemigos por la radicalidad de sus posiciones filosóficas.
En Leiden escribe El hombre máquina, nueva ocasión para desatar una tormenta, el libro circula clandestinamente o en copias manuscritas.
Maupertuis, su amigo en Saint Malo, le abre la corte del rey de Prusia, Federico II, en Postdam. Allí pasará los últimos seis años de su vida.

Sade

Para Onfray la obra del  marqués de Sade tiene como única originalidad manifestar brutalmente la irrupción del sexo en la filosofía. En eso, dice, pertenece al continente de los ultras de las Luces, pero sólo en eso. En la obra de Sade se manifiesta en toda su soberbia el retorno de lo reprimido cristiano.
En su libro Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt señala la fascinación de los intelectuales de preguerra por las obras del marqués y muestra la importancia de este dato en la formación intelectual de los fascismos europeos: el mismo año, en El hombre rebelde, Camus compara la “república entre alambradas y espinos” del marqués con los campos de la muerte; y después, en 1975, el último Foucault, recuperado de su período estructuralista, el autor de Vigilar y castigar, por fin desengañado, afirma en una entrevista titulada, Sade, sargento del sexo, que Sade “es un encargado de imponer disciplina”.

Hacia el final del libro, Onfray hace una síntesis de la Revolución Francesa destacando que Robespierre execra el ateísmo. Como prueba, el Discurso sobre la libertad de cultos que pronunció el 1° Frimario del Año II: “El ateísmo es aristocrático: la idea de un gran ser que vela por la inocencia oprimida y que castiga el crimen triunfante es completamente popular”. Enemigo acérrimo del “filosofismo”, vomita su ira contra los ateos, culpables de todos los males: vendidos al extranjero, inmorales, sin honor, sin moral, sin fe ni ley. Escribe sin ambages: “Si Dios no existiera, habría que inventarlo”, cita extraída de la Epístola al autor del libro “Los tres impostores” de 1768. 1

1 Epístola de Voltaire sobre un libro de autor anónimo.

En síntesis, Los ultras de las Luces es un libro revelador donde se puede ahondar más en el pensamiento y las ideas que circularon antes, durante y después de la Revolución Francesa donde se produjo la invención de la burguesía moderna. 

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