Reinaldo Edmundo Marchant |
Hay escritores como Goethe que invocan toda la vida su Fausto y otros que buscan ―en su yo más quijotado de Avellanedas― su Quijote definitivo, exacto. Libros apócrifos o tal vez reales. SANTISCARIO es ese universo.
Hay una historia
original, pergeñada en códices, que es Varona en el Jardín, libro precedente
del autor: “Alba lleva una flor en el empeine” ―nos dice― es el mito de la felicidad rendida. Se fue lo
original, se rompió la inocencia, se allanaron los hombres y asoló el vacío de
las cosas como una melancolía a cuestas. En la Naturaleza ―postula el
autor―, podemos
rescatar una salida, nos podemos buscar. ¿Qué debe hacer el hombre, los
espectros, mientras tanto en las tinieblas...?
La primera parte
de la novela es una delicia a los sentidos: los destellos cuentan la historia
del firmamento, la flor adherida al empeine de Alba, la doncella del reino de
doncellez. “Pueblo de Sonido Verde” (segundo segmento de este Libro) busca
modulaciones de pervivir. Sus protagonistas, tiernos e infinitos, fantasía y
realidad, combaten la crueldad de los Santiscario que se han adueñado hasta de
las piedras y de las almas (desalmados). “Sonido Verde” (que algún día florará)
es inocencia que, así, sucumbida pero hermosa, hace recordar lo que fue, lo que
pudo haber sido y lo que será un reino: los hombres, las mujeres y el aroma de
las flores que viven un mismo Jardín.
Santiscario es la historia total de la tristeza pero también de
la felicidad.
Las palabras,
acaso, tienen límites. Todo termina (y empieza nuevamente) cuando aparece una
obra de arte. Santiscario deja esa sensación en sorprendente un libro
lleno de metáforas e imágenes (El sol acariciaba el resplandor de sus sienes),
donde la Naturaleza se convierte en guía de fragmentos pulidamente hilvanados
que culminarán en una gran historia a través de un lenguaje vital, la fabulosa
creación de mundos ―¡no hay más!―, intervención onírica y pulso dinámico del verbo
expuesto a las urgencias del momento.
En sus más de
trescientas páginas Santiscario describe el origen ancestral (de
Latinoamérica), con todo el esplendor de su vasta naturaleza y habitantes. Y la
bestial secuencia del dominio de la violencia (Santiscario: ¿sicarios?
¿dictadores?), las posesiones a mansalva, los mitos que perduran. El libro ofrece un silabario donde se puede leer
(incluso) por separado y en diferentes géneros literarios y registros, un mundo
completo, el caos equilibrio, matizado por una galería de personajes infinitos
que combaten porque viven. Un mundo ansioso narrado con un lenguaje en
constante movimiento.
En rigor, la
novela es un singular Proyecto Literario, fraguado durante décadas, una
singular obra de destinos, inscrito en el panorama literario de los últimos
años, que convierten a Reinaldo E. Marchant en, acaso, el más original,
versátil y prolífico de la generación postdictadura, aquella de la soledad y el
descampado.
(c) Marco Aurelio Rodríguez
Santiago de Chile
Marco Aurelio Rodríguez es Master en Letras de la Universidad Católica de Chile, académico, ensayista y poeta
No hay comentarios:
Publicar un comentario
comente esta nota