sábado, 4 de febrero de 2012

La gran transformación en el gusto musical - William Weber




























La gran transformación en el gusto musical
La programación de conciertos de Haydn a Brahms
William Weber
traducción: Silvia Villegas
Fondo de Cultura Económica


(Buenos Aires)

La mayoría de los conciertos está pensada para múltiples grupos con gustos, deseos y necesidades diversos; la planificación de un concierto es, por lo tanto, una especie de proceso político. Los músicos y los organizadores de conciertos aprenden a mediar entre estos grupos, buscando la manera de complacerlos, tanto individualmente como de manera conjunta. Esta adaptación social, sin embargo, era mucho más profunda en la vida musical durante el siglo XVIII que en la actualidad. Se realizaban menos conciertos, el público era más reducido y la vida musical tenía vínculos más estrechos y era necesariamente colegiada. A los escritores les complacía hablar de la República de la Música, donde se desarrollaban disputas comparables a las que se libraban entre los monarcas, los cuerpos legislativos y la opinión pública. El conflicto referido al gusto estaba incorporado a este sistema social; para algunos espectadores, la disputa musical era un placer intelectual. Este diálogo sobre los valores musicales cumplió la función del foro público donde los valores musicales se transformaron de manera fundamental durante la primera mitad del siglo XIX. El principio rector para el diseño de los programas de conciertos en el siglo XVIII, a menudo llamdo "miscelánea", surgió de una prolongada tradición musical. El número de conciertos que se llevaba a cabo en esa época era limitado; músicos y espectadores daban por sentado, en consecuencia, que tendrían que adaptarse unos a otros en cuanto a la programación, el gusto y la conducta social: los conciertos eran una empresa colegiada.
Mientras que en la actualidad esperamos que un típico concierto orquestal ofrezca tres obras de grandes compositores, los programas alrededor de 1780 incluían entre ocho y quince piezas, algunas de compositores fallecidos. En un mismo programa escucharíamos una mezcla de números de ópera, conciertos, solos instrumentales, oberturas o sinfonías y posiblemente un cuarteto para cuerdas o una canción.
Este libro se propone exponer específicamente cuándo y en qué tipo de conciertos surgió una división macroscópica entre la música supuestamente "ligera" y la "seria", en su relación con las nociones de "canciones populares" y "clásicos". Si bien las oberturas y selecciones de ópera mantenían vigente una "cultura común" entre muchos tipos de conciertos, la disputa recurrente sobre la manera de interpretar la música hace que la palabra "compartida" resulte inapropiada. Sin embargo, el libro no se propone discutir en profundidad los aspectos filosóficos del gusto.
La perspectiva, en cambio, está orientada al lenguaje convencional que usaban músicos, organizadores de conciertos y asistentes a los conciertos para sus discusiones dentro de la comunidad musical. El libro examina el período comprendido entre 1750, del cual pueden encontrarse un número significativo de programas, y 1875, el punto en el que se estableció un nuevo orden en la cultura musical. El epílogo evalúa el estado de la comunidad musical en 1914 respecto de estos temas.

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