viernes, 28 de junio de 2013

El grano de la voz- Roland Barthes


El grano de la voz
Entrevistas 1962- 1980
Roland Barthes
Siglo Veintiuno Editores

(Buenos Aires)

Roland Barthes (Cherburgo, Francia, 1915- París, 1980) estudió en París en los liceos
Montaigne y Louis le Grand, enfermando de tuberculosis antes de terminar el 
bachillerato, hecho que lo obligó a alternar sus estudios con largas hospitalizaciones.
Después de estudiar letras clásicas en la Sorbona, donde fundó el Groupe de Théatre
Antique, con el que viaja a Grecia, obtuvo el Diploma de Estudios Superiores e 
inició su actividad académica.En 1947 comenzó a publicar artículos en Combat que
son la base de su primer libro. Posteriormente fue Lector de Francés en Rumania
y Egipto. En los años cincuenta trabajó en la Dirección General del Ministerio de 
Relaciones Exteriores de Francia. Más tarde fue investigador del Centre Nationale
de la Recherche Scientifique, luego Director de Estudios en L´Ecole  Pratique
des Hautes Etudes. En 1977 ocupó la cátedra de Semiología Literaria en el Collège
de France especialmente creada para él por consejo de Michel Foucault.  
En su Lección inaugural, publicada por Siglo XXI Editores, Barthes se definió a sí
mismo como “un sujeto incierto”: demasiado literario para los lingüistas, que siempre
lo consideraron un intruso; demasiado lingüista para los críticos literarios, que pocas
veces llegaron a entenderlo. Quizá sea este rasgo el que lo ha convertido en uno
de los pensadores y teóricos más influyentes en su campo.
Murió en París, en un accidente de tráfico, el 28 de marzo de 1980. 
El grano de la voz reúne entrevistas concedidas por Roland Barthes desde 1962
hasta su muerte, en 1980, y realiza “una puesta en escena” de ideas, redes
de lectura, desarrollos y combates de una poética teórica tan voluptuosa como
subversiva. A lo largo de los textos Barthes discurre sobre la fotografía, el cine, 
sus hábitos de pensamiento y escritura, el haiku, Japón, los intelectuales, la crítica,
la moda, la literatura de vanguardia. La anarquía de esta enumeración es sin 
embargo engañosa, porque Barthes argumenta con limpidez sus posiciones y
esclarece conceptos, y en cada comentario se advierte su agudeza incomparable
para desentrañar los discursos, los signos, los sentidos. No es exagerado decir
que el libro puede abrirse al azar y que el encuentro fortuito con 
una frase o un párrafo cualesquiera se convierte en breve iluminación.

Fragmentos:

"...Si algún día hay una ciencia de la literatura sólo podrá ser una ciencia formal,
formalizada: escapará así a la fatalidad ideológica que está en cualquier lenguaje.
Para mí existe un imaginario científico, imaginario en el sentido lacaniano
(un lenguaje o conjunto de lenguajes que funciona como un desconocimiento del
sujeto por sí mismo). Basta con leer todas las revistas de ciencias humanas, de ciencias
sociales: están escritas con un estilo llamado científico o paracientífico : se podría muy
bien desmontar el imaginario de esos sabios. La escritura (en oposición a la escribancia
de esos discursos) es el tipo de práctica  gracias a la cual disolvemos los imaginarios
de nuestro lenguaje: Nos constituimos como sujetos psiconalíticos al escribir. 
Procedemos sobre nosotros mismos a un cierto tipo de análisis, 
y la relación en ese momento entre el sujeto y el objeto está enteramente desplazada,
perimida. La vieja oposición entre la subjetividad como atributo de la crítica impresionista
y la objetividad como atributo de una crítica científica ya no tiene interés...". 

"...Pertenezco a una educación para la cual el sujeto, en el sentido humanista y clásico
de la palabra, existía. En la transformacion profunda del sujeto metafísico puesta en 
marcha desde el punto de vista arqueológico, por Marx, Nietzche y Freud, transformación
retomada en muchas direcciones por la modernidad, no ocupo más que un lugar transitorio,
que no está en el extremo. Todavía estoy fascinado por todas las operaciones de dispersión
del sujeto; el momento frágil en el que el sujeto clásico de la escritura está 
alterándose, arruinándose, prestándose a una combinación. Es el momento frágil de
estallido el que interrogo. Mi relación con el texto llamado moderno es una relación
ambigua; es una adhesión crítica apasionada, pero no es siempre una relación de placer...". 

"...Genet está en sus libros como personaje de papel. Ése es el logro de su obra: como personaje 
ex heredado, desembarazado de cualquier herencia con relación a sí mismo en cuanto referente...". 

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