viernes, 6 de mayo de 2022

En prensa ( 1955-1976) - Haroldo Conti

 


Haroldo Conti

En prensa (1955-1976)– Haroldo Conti

Prólogo de Juan B. Duizeide

Ediciones Bonaerenses

(Buenos Aires)

Ediciones Bonaerenses ha publicado una recopilación de colaboraciones de Haroldo Conti en publicaciones periódicas y algunas entrevistas. Son veinticinco artículos publicados entre 1955 y el día de su secuestro y desaparición de los cuales más de la mitad alcanzan en la presente publicación el formato de libro por primera vez. Es un libro de distribución gratuita, no tiene circulación comercial. 

Haroldo Conti nació el 25 de  mayo de 1925 en Chacabuco, Provincia de Buenos Aires. Estudió con los jesuitas en el Seminario Metropolitano Conciliar de Villa Devoto, aunque se graduó más tarde en Filosofía en la UBA.

Fue maestro de escuela primaria, profesor de latín, navegante, guionista de cine y piloto civil. En uno de sus vuelos descubrió el Delta del Paraná, lugar donde se instaló y escribió su primera novela Sudeste (1962, Premio Fabril Editora). Enseguida se convirtió en una de las figuras literarias más relevantes y traducidas de su generación. Le siguió la publicación de los libros de cuentos Todos los veranos (1964, Premio Municipal), Con otra gente (1967); las novelas Alrededor de la jaula (1967, Premio Universidad de Veracruz), En vida (1971, Premio Barral), Mascaró, el cazador americano (1975, Premio Casa de las Américas); y el libro de relatos La balada del álamo carolina (1975).

Haroldo Conti es un escritor secuestrado y desaparecido, apenas iniciada la dictadura cívico militar que comenzó en 1976.

Entre los artículos reunidos, además de los publicados en la revista Crisis, el lector se encuentra con una conferencia perdida, titulada “Literatura y vida”, que Haroldo dio en una escuela de Chacabuco; su participación en una mesa redonda sobre el lugar de la novela; sus comentarios sobre cine argentino en el Boletín del Instituto de Amigos del Libro argentino; un artículo publicado en un diario mendocino que Conti retoma con un ojo literario; sus colaboraciones más políticas en publicaciones ligadas a las revistas Barrilete y Nuevo Hombre; entrevistas dadas a un seminario de espectáculos e interés general y a una pequeña revista de la provincia de Buenos Aires, por mencionar algunas.

La investigación realizada por Ediciones Bonaerenses significó desechar pistas falsas – por ejemplo, la que hacía suponer artículos en la revista El Escarabajo de Oro, por su mención como colaborador permanente -, revisitar rastros borrados – medios de Chacabuco donde podría haber escrito -, y acudir a quienes pudieran hacer su aporte en esta reconstrucción.

En estos artículos recopilados en el libro se advierte la coherencia entre la vida y la obra del escritor bonaerense. En un artículo publicado en La Opinión (9 de octubre de 1973), en realidad una entrevista a Haroldo Conti, cuando le preguntan acerca de una afirmación del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, quien había declarado que “Conti es un escritor poco conocido”, Conti dice: “- En parte es mía la culpa. No precisamente por humildad, que no la tengo, sino por comodidad. No hago demasiado para ser conocido o reconocido porque me molesta exhibirme, porque inhibe mi proceso como escritor. Por el tipo de literatura que hago y también por mi forma de gestar mi literatura, necesito vivir con cierto silencio…”.

Destaca en la respuesta a otros escritores como el mendocino Antonio Di Benedetto, el jujeño Héctor Tizón y a Daniel Moyano, como escritores relevantes y poco conocidos o poco difundidos, en ese momento.

En la misma entrevista, Conti habla de una conducta, un modo de entender la literatura y el trabajo del escritor: “…- Ya lo dije una vez, y lo repito siempre, que yo soy escritor solamente cuando escribo. Esta frase no es del todo válida porque uno es siempre escritor, pero sirve como punto de partida. Muchos otros escritores – y no es un reproche lo que formulo- aparte de escribir, además del trabajo literario, rodean su oficio de una actividad social que, si no resiente su obra, afecta a la imagen del escritor americano. Este Onetti perdido en Montevideo, Di Benedetto en su soledad, igual que Moyano, igual que Tizón, igual que Rodolfo Walsh en cierta medida, creo que todos ellos son más coherentes con la imagen del escritor de este continente y que están a la altura de su pueblo, también sumido, abandonado, olvidado, salteado, engañado, usado. Por otra parte, estos escritores tienen bien en claro que su objetivo es escribir y no prestarse a otro tipo de juego. A mí me resulta realmente lastimoso ver compañeros de gran valor que se desangran en una cosa que nada tiene que ver con la literatura y que los dispersa. Me refiero concretamente a exhibirse en un programa de astrología o en los almuerzos famosos por televisión. Esto, en definitiva, es prestarse al juego. Cada escritor debe hacer su obra. Esto no significa llamarse al silencio, pero sí hacer su obra con autenticidad”.

En el libro se incluye además una carta de Haroldo Conti donde responde a una invitación que se le hiciera para acogerse a la famosa Beca Guggenheim, explicando los motivos por los cuales no participa, Un artículo titulado “Tristezas del vino de la costa o la parva muerte de la isla Paulino”, un maravilloso relato donde testimonia una visita a esta isla, su encuentro con los muchachos de Quilmes, dos semaforistas del río, la historia del lugar y sus habitantes, y las agudas observaciones que escribe a partir de su viaje a este lugar en el Río de la Plata.

 foto: la fotografía de Haroldo Conti pertenece al libro Diálogos con Haroldo Conti, de Irma Cairoli, editorial Fraterna. 

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