Haroldo Conti |
En
prensa (1955-1976)– Haroldo Conti
Prólogo
de Juan B. Duizeide
Ediciones
Bonaerenses
(Buenos
Aires)
Ediciones Bonaerenses ha publicado una recopilación
de colaboraciones de Haroldo Conti en publicaciones periódicas y algunas
entrevistas. Son veinticinco artículos publicados entre 1955 y el día de su
secuestro y desaparición de los cuales más de la mitad alcanzan en la presente
publicación el formato de libro por primera vez. Es un libro de distribución gratuita, no tiene circulación comercial.
Haroldo Conti nació el 25 de mayo de 1925 en Chacabuco, Provincia de Buenos
Aires. Estudió con los jesuitas en el Seminario Metropolitano Conciliar de
Villa Devoto, aunque se graduó más tarde en Filosofía en la UBA.
Fue maestro de escuela primaria, profesor de latín,
navegante, guionista de cine y piloto civil. En uno de sus vuelos descubrió el
Delta del Paraná, lugar donde se instaló y escribió su primera novela Sudeste (1962, Premio Fabril Editora).
Enseguida se convirtió en una de las figuras literarias más relevantes y
traducidas de su generación. Le siguió la publicación de los libros de cuentos Todos los veranos (1964, Premio Municipal),
Con otra gente (1967); las novelas Alrededor
de la jaula (1967, Premio Universidad de Veracruz), En vida (1971, Premio Barral), Mascaró, el cazador americano
(1975, Premio Casa de las Américas); y el libro de relatos La balada del álamo carolina (1975).
Haroldo Conti es un escritor secuestrado y desaparecido, apenas
iniciada la dictadura cívico militar que comenzó en 1976.
Entre los artículos reunidos, además de los publicados
en la revista Crisis, el lector se
encuentra con una conferencia perdida, titulada “Literatura y vida”, que
Haroldo dio en una escuela de Chacabuco; su participación en una mesa redonda
sobre el lugar de la novela; sus comentarios sobre cine argentino en el Boletín
del Instituto de Amigos del Libro argentino; un artículo publicado en un diario
mendocino que Conti retoma con un ojo literario; sus colaboraciones más
políticas en publicaciones ligadas a las revistas Barrilete y Nuevo Hombre;
entrevistas dadas a un seminario de espectáculos e interés general y a una
pequeña revista de la provincia de Buenos Aires, por mencionar algunas.
La investigación realizada por Ediciones Bonaerenses
significó desechar pistas falsas – por ejemplo, la que hacía suponer artículos
en la revista El Escarabajo de Oro, por su mención como colaborador permanente -,
revisitar rastros borrados – medios de Chacabuco donde podría haber escrito -,
y acudir a quienes pudieran hacer su aporte en esta reconstrucción.
En estos artículos recopilados en el libro se
advierte la coherencia entre la vida y la obra del escritor bonaerense. En un
artículo publicado en La Opinión (9 de octubre de 1973), en realidad una
entrevista a Haroldo Conti, cuando le preguntan acerca de una afirmación del
escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, quien había declarado que “Conti es un
escritor poco conocido”, Conti dice: “- En parte es mía la culpa. No
precisamente por humildad, que no la tengo, sino por comodidad. No hago
demasiado para ser conocido o reconocido porque me molesta exhibirme, porque
inhibe mi proceso como escritor. Por el tipo de literatura que hago y también
por mi forma de gestar mi literatura, necesito vivir con cierto silencio…”.
Destaca en la respuesta a otros escritores como el mendocino
Antonio Di Benedetto, el jujeño Héctor Tizón y a Daniel Moyano, como escritores
relevantes y poco conocidos o poco difundidos, en ese momento.
En la misma entrevista, Conti habla de una conducta,
un modo de entender la literatura y el trabajo del escritor: “…- Ya lo dije una
vez, y lo repito siempre, que yo soy escritor solamente cuando escribo. Esta
frase no es del todo válida porque uno es siempre escritor, pero sirve como
punto de partida. Muchos otros escritores – y no es un reproche lo que formulo-
aparte de escribir, además del trabajo literario, rodean su oficio de una
actividad social que, si no resiente su obra, afecta a la imagen del escritor
americano. Este Onetti perdido en Montevideo, Di Benedetto en su soledad, igual
que Moyano, igual que Tizón, igual que Rodolfo Walsh en cierta medida, creo que
todos ellos son más coherentes con la imagen del escritor de este continente y
que están a la altura de su pueblo, también sumido, abandonado, olvidado,
salteado, engañado, usado. Por otra parte, estos escritores tienen bien en
claro que su objetivo es escribir y no prestarse a otro tipo de juego. A mí me
resulta realmente lastimoso ver compañeros de gran valor que se desangran en
una cosa que nada tiene que ver con la literatura y que los dispersa. Me
refiero concretamente a exhibirse en un programa de astrología o en los
almuerzos famosos por televisión. Esto, en definitiva, es prestarse al juego.
Cada escritor debe hacer su obra. Esto no significa llamarse al silencio, pero
sí hacer su obra con autenticidad”.
En el libro se incluye además una carta de Haroldo
Conti donde responde a una invitación que se le hiciera para acogerse a la
famosa Beca Guggenheim, explicando los motivos por los cuales no participa, Un
artículo titulado “Tristezas del vino de la costa o la parva muerte de la isla
Paulino”, un maravilloso relato donde testimonia una visita a esta isla, su
encuentro con los muchachos de Quilmes,
dos semaforistas del río, la historia del lugar y sus habitantes, y las agudas
observaciones que escribe a partir de su viaje a este lugar en el Río de la
Plata.
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