martes, 28 de julio de 2009

Relámpagos de lo invisible - Olga Orozco


Relámpagos de lo invisible
Olga Orozco
Fondo de Cultura Económica


(Buenos Aires)

El Fondo de Cultura Económica ha reeditado el libro Relámpagos de lo invisible, antología de poesía y relatos de Olga Orozco (Toay, La Pampa, 1920- Buenos Aires, 1999) como una celebración y homenaje a la poeta argentina.
Olga Orozco es reconocida como una de las poetas hispanoamericanas más sobresalientes del siglo XX. Recibió numerosos premios entre los que se destacan el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes, el Premio Gabriela Mistral de la Organización de Estados Americanos y el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
Fue también periodista en diversos medios gráficos y radiales.
La selección y el prólogo está a cargo de Horacio Zabaljáuregui.
Además de los poemas y relatos, en el libro también fotografías de distintas épocas de la poeta sola y acompañada por familiares, también por otros poetas como Octavio Paz, Gonzalo Rojas, Ricardo Molinari, Alejandra Pizarnik, Enrique Molina, Alberto Girri, Rafael Alberti, entre otros.

Dice Zabaljáuregui :

“…A través de una docena de libros, Olga Orozco ha construido una de las constelaciones poéticas más originales de nuestra lengua cuyos rasgos distintivos exceden las clasificaciones a las que son tan proclives los críticos literarios. En efecto, ubicada dentro de la generación del cuarenta, a menudo se la vincula al neorromanticismo por su sensibilidad y al surrealismo por su caudal de imágenes, sus elementos oníricos, por la presencia de lo mágico en lo cotidiano. Si bien hay puntos de contacto con estas vertientes de la generación del cuarenta, la obra de Olga Orozco, con su ritmo oracular, de expansión contenida, de estructura rigurosa, presenta desde un comienzo su tono propio e inconfundible…”.
“…La poesía de Olga Orozco surge del desgarramiento, de la tensión entre el vacío y la plenitud, entre la elevación y la caída, entre la fascinación y la repulsión. Así se inscribe en esa corriente poética que iniciaron los románticos, que continúa con los padres malditos de la modernidad: Baudelaire, Rimbaud, Lautréamont, que abreva en las fronteras últimas de la inspiración, según los surrealistas, pero que también recoge la nostálgica ensoñación de Lubicz Milosz, la música secreta de los simbolistas, la venturosa transmigración del ángel de Rilke. Poesía que se sitúa entre la aventura y el orden, según la divisa de Apollinaire. Nace de esa brecha, de ese punto ciego que la emparenta con la experiencia de lo sagrado y con el erotismo. Como señala Octavio Paz hay en esa tensión, en ese movimiento “la nostalgia de la vida anterior que es presentimiento de la vida futura, que son aquí y ahora y se resuelven en un instante relampagueante…”.

En esta antología se encuentran poemas fascinantes como conjuros y también como exorcismos, como por ejemplo “La mala suerte” – de Con esta boca, en este mundo -, donde mediante el poema la poeta pareciera querer exorcizar “el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la desventura” que marcó sus manos tal vez hasta la sombra de sus manos. Donde también se lamenta de esa suerte que no le permite la ascesis buscada: “faltan siempre peldaños para llegar y siempre sobran emboscadas y ausencias”.
En otros poemas dedicados a su gata, Berenice, coinciden la acompañante cotidiana y la guardiana del umbral de las sombras. Es el animal tutelar que evoca la transmigración de las almas, las inefables genealogías del azar y el destino.


Orozco por Orozco:

“La poesía puede presentarse al lector bajo la apariencia de muchas encarnaciones diferentes, combinadas, antagónicas, simultáneas o totalmente aisladas. De acuerdo con las épocas, los géneros, las tendencias, puede ser, por ejemplo, una dama oprimida por la armadura de rígidos preceptos, una bailarina de caja de música que repite su giro gracioso y restringido, una pitonisa que recibe el dictado del oráculo y descifra las señales del porvenir, una reina de las nieves con su regazo colmado de cristales casi algebraicos, una criatura alucinada con la cabeza sumergida en una nube de insectos zumbadores, una señora que riega las humildes plantas de un reducido jardín, una heroína que canta en medio de la hoguera, un pájaro que huye, una boca cerrada…”.

“…Con sol en Piscis y ascendente en Acuario, y un horóscopo de estratega en derrota y enamorada trágica, nací en Toay (La Pampa), y salí sollozando al encuentro de temibles cuadraturas y ansiadas conjunciones que aún ignoraba. Toay es un lugar de médanos andariegos, de cardos errantes, de mendigass con collares de abalorios, de profetas viajeros y casas que desatan sus amarras y se dejan llevar, a la deriva, por el viento alucinado. Al atardecer, cualquier piedra, cualquier pequeño hueso, toma en las planicies un relieve insensato. Las estaciones son excesivas, y las sequías y heladas también. Cuando llueve, la arena envuelve las gotas con una avidez de pordiosera y las sepulta sin exponerlas a ninguna curiosidad , a ninguna intemperie. Los arqueólogos encontrarán allí las huellas de esas viejas tormentas y un cementerio de pájaros que abandoné. Cualquier radiografía mía testimonia aún ahora esos depósitos irremediables y profundos…”.

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