miércoles, 26 de mayo de 2010

Gilles Deleuze y Félix Guattari - Biografía cruzada - Francois Dosse



Gilles Deleuze y Félix Guattari
Biografía cruzada
Francois Dosse
Fondo de Cultura Económica

(Buenos Aires)

El historiador y profesor Francois Dosse (París, 1950) escribió esta “biografía cruzada” de Gilles Deleuze y Félix Guattari –autores del célebre libro “El anti-Edipo” – que se puede citar como uno de los orígenes de la postmodernidad.
Dosse dice en el prólogo: “…En 1968, Gilles Deleuze y Félix Guattari viven en dos galaxias diferentes. Nada predestina el encuentro de estos dos mundos. Por un lado, un filósofo reconocido, que ya ha publicado una buena parte de su obra, y por el otro, un militante que se encuentra en el campo del psicoanálisis y de las ciencias sociales, administrador de una clínica psiquiátrica y autor de algunos artículos. Si podemos estar de acuerdo –sin caer en el fanatismo histórico- con el periodista Robert Maggiore, que califica este encuentro de “destinal”, ¿cómo logran entrar en contacto estas dos galaxias? Como veremos, la explosión de Mayo de 1968 fue un momento tan intenso que permitió los encuentros más improbables. Pero de manera más prosaica, hubo en primer lugar, al comienzo de este encuentro, un intermediario, un personaje mercurial, subterráneo y mayor: el doctor Jean – Pierre Muyard, médico en La Borde; da cuenta de esto la dedicatoria personal que le escribe Félix Guattari en la primera obra común, El anti-Edipo: “A Jean Pierre, el verdadero culpable, el inductor, el iniciador de esta empresa perniciosa”.
Jean-Pierre Muyard estudia medicina en Lyon a fines de los años 1950. Militante en el ala izquierda de la Unión Nacional de Estudiantes de Francia
(UNEF) que se opone activamente a la guerra de Argelia, llega a ser presidente de la sede de Lyon, en 1960. Conoce a Jean-Claude Polack, por entonces presidente de la Asociación General de Estudiantes de Medicina de París. En paralelo a su especialización en psiquiatría, Muyard toma cursos de sociología en la Facultad de Letras. Entre los cursos a los que asiste, el del filósofo Henri Maldiney despierta en él una gran pasión. En 1965, Muyard es Vicepresidente de la Mutual Nacional de Estudiantes de Francia (MNEF) y participa activamente en la creación de los Burós Universitarios de Ayuda Psicológica (BAPU). Se encuentra con Guattari por primera vez en un seminario de la oposición de izquierda, que tiene lugar en 1964 en Poissay, al que es invitado por Polack…”.
Muyard queda cautivado por la energía de Guattari, “…recuerdo la impresión, yo diría fisiológica, que me dio Guattari, enseguida, una especie de estado vibratorio cautivante, como un proceso de conexión …” afirmó Muyard.

“…Cuando estudiaba en Lyon, Muyard había escuchado hablar de Deleuze, a sus entusiastas compañeros de la Facultad de Letras. Tiene algunas amistades en Lyon y viaja a esta ciudad de vez en cuando. En 1967 lo seduce la presentación que Deleuze publica sobre Sacher-Masoch. Los dos hombres se hacen amigos y Deleuze, deseoso de conocer mejor el mundo de los psicóticos, empieza a dialogar de manera frecuente con Muyard: “Me dice yo hablo de la psicosis, de la locura, pero sin ningún conocimiento de adentro. Al mismo tiempo tenía fobia a los locos. No habría podido permanecer ni siquiera una hora en La Borde.
En 1968 Muyard se harta del activismo desenfrenado que Guattari despliega en La Borde, donde deshace sin cesar los grupos constituidos para formar otros nuevos: “Dependía de eso que hoy se les da a los niños hiperactivos, un medicamento que se llama Retalina. Había que encontrar una manera de calmarlo. Y decía que quería escribir, pero no escribía nunca. Muyard concibe una estratagema: decide poner en contacto a Deleuze y Guattari. Así, en junio, conduce en su coche a Félix Guattari y a Francois Fourquet hasta Saint-Léonard-de-Noblat, en el Lemosín. La seducción es mutua e inmediata, Guattari es inagotable sobre los temas que interesan a Deleuze, la locura, La Borde y Lacan – acaba de preparar una ponencia inicialmente destinada a la Escuela freudiana de París sobre “Máquina y estructura”-, En su demostración retoma conceptos de Deleuze de Diferencia y repetición y Lógica del sentido.
Este texto es importante. Hasta aquí, Guattari había mantenido su postura de discípulo de Lacan y empezaba a presentarse como un interlocutor, deseando ocupar incluso, frente al maestro, la posición de compañía dilecta. La ambigüedad de la actitud de Lacan hacia él, y su decisión de privilegiar el clan de los althusserianos-maoístas de la calle Ulm, como Miller y Milner, deja a Guattari en la sombra: “Cuando en 1969 entré en contacto con Deleuze, aproveché la oportunidad, de verdad. Profundicé el cuestionamiento del lacanismo en dos puntos: la triangulación edípica y el carácter reduccionista de su tesis del significante. Poco a poco, todo lo demás se fue pulverizando como un diente cairado, como un muro de salitre.”.
Deleuze, por su parte, se encuentra en un momento crucial con respecto a su obra. Después de dedicarse a la historia de la filosofía, con Hume, Kant, Spinoza y Nietzche, acaba de publicar, en 1969, dos libros más personales: su tesis Diferencia y repetición y Lógica del sentido.
Pero la filosofía es vivamente cuestionada en ese entonces por el estructuralismo y su ala de avanzada, el lacanismo. El “psicoanalismo” ambiente y el entusiasmo general por Lacan suenan como un desafío para el filósofo, y el encuentro con Guattari le ofrecerá una magnífica ocasión para responder a esto…”.

El efecto de El Antiedipo en Lacan

Acerca del efecto que causó la publicación de El Antiedipo en Lacan, dice el autor:

“Lacan está muy contrariado con la publicación de este libro, pues otra vez fracasa en su tentativa de contar con el aval de un gran filósofo, y da entonces la consigna a los miembros de la Escuela Freudiana de permanecer en silencio, de no comentar ni participar en ningún debate. La censura es la regla, y esto les choca a algunos, como a la joven psicoanalista Catherine Millet, una filósofa de formación que acaba de entrar en la Escuela Freudiana. En aquella época está en análisis con Lacan: “Lacan estaba furioso y había dado la consigna de que no haya debates organizados en su escuela sobre este libro. Él mismo se había mantenido en silencio, y en su Seminario no había pronunciado una palabra. Un tiempo después había aludido al libro en un escrito, pero trataba a Deleuze y a Guattari, de águila Schreberiana de dos cabezas. Otra manera de repudiar el libro: reduciéndolo a un delirio, como la paranoia que padecía Schreber.
Según Catherine Millet, Lacan tomó El anti-Edipo como “un ataque personal tanto más hiriente cuanto que él le había expresado a Deleuze que estimaba su trabajo”. Esta máquina de guerra contra el psicoanálisis, en efecto, apunta en primer lugar hacia él y sus numerosos discípulos. Luego de El anti-Edipo, Lacan no cambia radicalmente la orientación de su trabajo, pero, según Catherine Millet, después de 1972 parece haber relativizado el Edipo…”.

Michel Foucault, aliado  de El anti-Edipo

“…Pero la obra no tiene sólo detractores: encuentra en Foucault un aliado importante. El anti-Edipo tiene para él un estatuto completamente singular, el de un puro acontecimiento que excede el objeto libro, con un fulgor que debe apreciarse por su facultad de afectar: “El anti-Edipo, que prácticamente no se refiere a casi nada más que a su propia y prodigiosa invención teórica, libro, o antes bien, cosa, acontecimiento, que logró enronquecer hasta en la práctica más cotidiana aquel murmullo no obstante interrumpido durante mucho tiempo, que ha ido del diván al sillón”. Con entusiasmo, Foucault redacta el prefacio de la edición estadounidense de la obra, publicada en 1977. Considerada que se trata de un gran libro y encuentra en él el despliegue de un arte de vivir en tres registros: ars erótica, ars teorética, ars política. De este libro resulta un verdadero acontecimiento del pensamiento: “Yo diría que El anti-Edipo (y que sus autores sepan perdonarme) es un libro de ética, el primer libro de ética que se ha escrito en Francia después de mucho tiempo”. Foucault distingue tres tipo de adversarios para el libro: los profesionales de la revolución, que profesan el ascetismo para hacer triunfar la verdad; los técnicos del deseo, que son los psicoanalistas y los semiólogos que buscan los síntomas bajo los signos, y por último, el verdadero enemigo, el fascismo, y no sólo aquello que los historiadores entienden con esta palabra, un tipo de régimen político, sino el fascismo presente en cada uno de nosotros. El mérito esencial de esta obra es ofrecer a sus lectores una introducción a la vida no fascista, cuyos principios fundamentales señala Michel Foucault…”. 

François Dosse (París, Francia, 1950).

Es historiador, especialista en historia intelectual, y profesor en el Institut Universitaire de Formation des Maîtres de Créteil. Es miembro del Centre d’Histoire Culturelle des Sociétés Contemporaines de la Université de Versailles Saint-Quentin-en-Yvelines, investigador en el Institut d’Histoire du Temps Présent del Centre National de la Recherche Scientifique y conferencista del Institut d’Études Politiques de París. Es uno de los fundadores de la revista Espaces-Temps, colaborador de O Olho da História. Revista de História Contemporânea, miembro del consejo asesor de L’Espill, de la Universidad de Valencia, España, y miembro del consejo científico de Historia y grafía, de la Universidad Iberoamericana, México.
Entre sus libros se cuentan: 
L’instant éclaté (entrevistas con Pierre Chaunu, 1994),L’Empire du sens. L’humanisation des sciences humaines (1995), Paul Ricoeur. Les sens d’une vie (1997) y L’histoire ou le temps réfléchi (1999), además de varias obras escritas en colaboración. Han sido traducidos al español La historia en migajas. De "Annales" a la "Nueva Historia" (1989), La historia. Conceptos y escrituras (2003),Michel de Certeau. El caminante herido (2003), Historia del estructuralismo (2004), La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales, historia intelectual (2007), La apuesta biográfica. Escribir una vida (2007) y Paul Ricoeur y Michel de Certeau. La historia entre el decir y el hacer (2009).
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