Primero leemos, después escribimos
El proceso creativo según Emerson
Robert D. Richardson
Fondo de Cultura Económica
(Buenos Aires )
Muchas de las ideas que tenía Borges acerca de la lectura se inspiraban en las de Ralph Waldo Emerson, como por ejemplo la reivindicación de los clásicos, o leer aquello que es para cada lector “el lector solo debe tomar para sí aquello que le conviene” (Emerson). Borges no insistía con la historia de la literatura en sus clases sino que interesaba a los alumnos para conocer la literatura. El escritor argentino lo citaba: “…Emerson dijo que una biblioteca es un gabinete mágico en el que hay muchos espíritus hechizados. Despiertan cuando los llamamos; mientras no abrimos un libro, ese libro, literalmente, geométricamente, es un volumen, una cosa, entre las cosas. Cuando lo abrimos, cuando el libro da con su lector, ocurre el hecho estético. Y aun para el mismo lector el mismo libro cambia, cabe agregar, ya que cambiamos, ya que somos (para volver a mi cita predilecta) el río de Heráclito, quien dijo que el hombre de ayer no es el hombre de hoy y el de hoy no será el de mañana…”.
“Lo que otro ve y te dice no es tuyo, es suyo” (Emerson). Y también Emerson le dice a Woodbury que debe “aprender a adivinar los libros, a sentir cuáles son los que quieres sin perder demasiado tiempo con ellos. Recuerda que debes conocer tan solo lo excelente entre todo lo que se te ofrece. Pero con frecuencia un capítulo es suficiente…”.
El profesor Robert D. Richardson ha escrito además de este libro varias biografías de los escritores estadounidenses Ralph Waldo Emerson, William James y Henry Thoreau.
En Primero leemos, después escribimos, El proceso creativo según Emerson, Richarson destaca que el filósofo nunca escribió un ensayo sobre el acto de escribir. Una razón por la que nunca lo hizo, dice, fue posiblemente porque él mismo, como escritor, albergaba ambiciones imposibles e inalcanzables.
Las teorías de la lectura y de la escritura en Emerson son biográficas: el texto debe transportar al lector hacia el escritor, y debe transportar al escritor hacia el lector.
“Cada espíritu se construye una casa, y más allá de la casa un mundo, y más allá del mundo un cielo”, dice al final de Naturaleza. “Debes saber, entonces, que el mundo existe para ti. Para ti es un fenómeno perfecto. “Lo que somos es lo único que podemos ver”.
“Por lo tanto, lee y escribe tu propio mundo”, ya que la lectura creative era en última instancia inseparable de su propia escritura creativa. Pero leer era tan solo un medio. El fin – el propósito – era escribir.
También Emerson creía que había que escribir siempre y no solo de a ratos: “---Un escritor debe vivir y morir por su escritura. Ser bueno para eso y para nada más. Una guerra, un terremoto, el renacimiento de las cartas, el nuevo perdón de Jesús, o de los ángeles, el Cielo, el Infierno, el poder, la ciencia, la Nada… solo existen para él como colores para su pincel. El mero hecho de que crea que puede escribir en sus ratos libres solo sirve para reveler qué saben ustedes de escribir….”. Y también Emerson, testigo de su época, revela lo que pensaba acerca de la escritura promedio de su época y el lugar: “La escritura norteamericana puede escribirse en los ratos libres…escritos unitarios, discursos del Congreso, novelas para el tren…”. El lenguaje de la calle podia ser el punto de partida de Emerson, o la cantera a la que recurría en busca de lenguaje, pero desde el principio apuntaba a otra cosa.
Primero leemos, después escribimos está escrito en forma amena, es un libro que a través del gran conocimiento que tiene Richardson de Emerson, destaca los principales pensamientos e ideas, el proceso de escribir como lo entendía el filósofo, y algunas de las dificultades que encontraba en su trabajo, como por ejemplo el de llevar un diario, donde la falta de propósito y de sistema formaban parte de la intención del filósofo, se mantenía fiel a la primera impresión de una idea, lo que convierte a los diarios de Emerson en registros verdaderos de cada uno de sus días vividos.
Bibliografía: Jorge Luis Borges, Siete Noches, Fondo de Cultura Económica, Biblioteca actual, Buenos Aires , 1987
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